La infancia como sujeto literario, Borges y El Aleph

HALLAZGO. “Es mío, es mío; yo lo descubrí en la niñez”, escribió Borges. HALLAZGO. “Es mío, es mío; yo lo descubrí en la niñez”, escribió Borges.
07 Marzo 2021

El tema de la infancia como sujeto literario ostenta un antiguo, aunque no vigoroso linaje.

La historia de la literatura espeja los inexactos criterios que, en torno a la conceptualización de la especificidad de la infancia, se validaron durante siglos. Abordar tales visiones arroja sorprendentes registros dada la carga documental que soporta.

En consecuencia, no sorprende que la infancia como sujeto literario, como espejo ficcional social, haya sido de contínuo soslayada e inadvertida por la crítica pese a que anidan en ellas concepciones filosóficas, psicopedagógicas e históricas de enorme peso referencial. Acudimos a las que perfilan la niñez de seres mitológicos cual si fueran hombres comunes, o las que apuntan que el abandono de los pequeños en los bosques ya era practicado por los dioses del Parnaso, o que Rómulo y Remo fueron amamantados por una loba; Egisto, criado por una cabra; Semiramis, por una paloma; Píndaro por las abejas; Pelías por una yegua, pero… el caso es que tanto desde la mitología, como desde la literatura tradicional, la especificidad de la infancia aparece desvaída y muy lejos por cierto de los intereses y de las preguntas que la psicología y la pedagogía plantean en la actualidad.

Lo concreto es que recién hacia fines del siglo XIX, el protagonista niño empieza a dejar de ser visto como un adulto en miniatura.

No en vano, el mérito mayor de Charles Dickens consiste en la inclusión del niño como protagonista principal. Pero un niño en su integridad, con sus sufrimientos, sus alegrías, sus sueños y esperanzas. La descripción que en David Copperfield se hace de las aulas de Salem, son ya parte de la historia de la educación inglesa. Es hacia esos años cuando el niño empieza a no ser conceptualizado como un homúnculo. Como un adulto en miniatura.

Era niño quien vio el Aleph

En bien de la síntesis recordamos que las palabras tienen una historia y en cierta medida también los temas hacen la historia. En consecuencia, válido es decir que el personaje niño, más relevante en la historia de la literatura argentina, asumido desde una conceptualización de la infancia, acorde a los tiempos que corren, lo perfila Jorge Luis Borges en el cuento El Aleph.

El protagonista que estructura la diégesis es un niño: Es mío, es mío; yo lo descubrí en la niñez, antes de la edad escolar […] Al abrir los ojos, vi el Aleph.

Con pocas palabras, con pinceladas precisas y altamente simbólicas, con la maestría que le es propia, don Jorge Luís se acerca, mira y define a la infancia.

La define merced a ese personaje que enmarca las potencialidades de la imaginación, de los sueños y de las alas para transponer la realidad y reconstruir mundos.

¡Late en ese niño, el niño más relevante de toda la literatura argentina!

© LA GACETA

Honoria Zelaya de Nader - Doctora en Letras. Miembro de número de la Academia Argentina de Literatura Infantil Juvenil.

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