El camino político de Lula aún no está despejado

El analista Luiz Naclerio Torres considera que la decisión del juez Fachin puede ser una maniobra para trasladar las causas a Brasilia.

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“He sido víctima de la mayor mentira jurídica en 500 años”, dijo Luiz Inácio “Lula” da Silva, durante su primera comparecencia pública tras la anulación de su condena en la trama Lava Jato, la enorme investigación sobre corrupción que sacude a Latinoamérica desde 2014.

El juez del Tribunal Supremo de Brasil, Edison Fachin, anuló el lunes cuatro procesos en los que Lula había sido condenado por corrupción, y por los que pasó 19 meses preso en una cárcel de Curitiba. El asunto es que el juez no declara nulos los cargos contra Lula, sino que anula la condena porque no correspondía que fuera juzgado en esa jurisdicción.

El ex presidente de Brasil, que ahora recuperó sus derecho a presentarse a cargos políticos anunció que hará una gira por el país, mientras que sus seguidores se esperanzan con una candidatura a la presidencia en 2022.

Pasado el primer momento de sorpresa, los analistas están tratando de evaluar cuáles son las perspectivas jurídicas y políticas de Lula a partir de ahora.

El carismático líder del Partido de los Trabajadores dijo desde el momento en que se lo vinculó con la investigación Lava Jato que estaba siendo víctima de una campaña de desprestigio y persecución usando como ariete a la Justicia (método que se conoce como “lawfare”). También dijo que, con el ataque a su persona, se buscaba perjudicar al gobierno de Dilma Rousseff, lo que finalmente ocurrió cuando se le hizo un juicio político que la sacó de la primera magistratura.

LIBERTAD. El ex presidente salió de la cárcel en noviembre de 2019.  LIBERTAD. El ex presidente salió de la cárcel en noviembre de 2019.

“La demostración de que hubo lawfare se conoce desde hace tiempo, y no por la institucion jurídica, sino por los juristas y expertos que lo vienen denunciando”, explica Luiz Naclerio Torres, docente universitario y experto en Relaciones Internacionales.

El analista sostiene que el fallo no es un reconocimiento del lawfare, “sino un acto desesperado por salvar el legado de Lava Jato y el papel de Sergio Moro, a quien Fachin siempre avaló”, y que en ese entonces era juez de Curitiba y luego ministro de Justicia de Jair Bolsonaro.

“Esta puede ser una estrategia bien orquestada para salvar a Moro del juicio por falta de imparcialidad, que ahora fue postergado”, insiste. “Al declarar la incompetencia del juzgado de Curitiba, lo que se pretende evitar que se avance en la suspensión” del cuestionado juez.

Es que la decisión no absuelve a Lula, no elimina la condena. “Lo que anula son los procesos, dice que el de Curitiba no es un juez natural, y que hay que remitir todo a quien sí lo sea. Eso es una trampa, porque el juez natural sería de Brasilia”, la capital del país, donde el poder de Bolsonaro está muy presente.

“Si Moro no es declarado impedido de actuar por falta de imparcialidad, podría usar todas las pruebas que ya produjo en Curitiba -dice el docente brasileño- y eso significa que hay una posibilidad de que Lula tenga que ser juzgado de nuevo”.

La importancia política de la decisión de Fachin sí ofrece esperanzas a los simpatizantes del PT y a los que apoyan a Lula. En términos políticos, la acusación instaló que Lula es un corrupto. Ahora, los sectores bolsonaristas y la derecha liberal, que buscaron condenarlo, buscan reformular las acusaciones, sostiene Torres. Moro, peleado con Bolsonnaro y fuera del gobierno, está cada vez más solo y desacreditado.

“El discurso de criminalización a Lula no va a desaparecer. Lo que hay que ver ahora es a quién favorece esta ‘grieta’. Posiblemente a una tercera fuerza, como las derechas tradicionales latinoamericanas, analiza.

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