La oficina poscovid es más pequeña y cercana

El virus devastó el concepto urbano del “centro” y creó necesidades de servicios en áreas residenciales. Los sondeos revelan la tendencia a mantener el teletrabajo aún con la vacuna. En Tucumán hay un “éxodo” silencioso que, acompañado de una conexión adecuada a internet, puede modificar por completo el mercado inmobiliario.

La covid-19 fue tan mortífera y letal que hasta afectó a los rascacielos y edificios de oficinas que antes eran sinónimo del poderío y la grandeza de una ciudad. En Nueva York, en Buenos Aires, en Londres, en París y en las grandes urbes del planeta las otrora deslumbrantes “cities” financieras se convirtieron en escenarios fantasmagóricos y desolados. En la porteña calle Florida sólo falta que rueden los fardos de heno. El aislamiento, literalmente, destruyó las aglomeraciones, y todo lo que esa marea humana producía en términos de bienes y servicios, con el transporte público a la cabeza. El centro dejó de ser el centro de la vida: una pantalla sustituyó las reuniones y la casa pasó a contener las actividades que antes se desarrollaban en ámbitos distintos. Con la vacuna y la esperanza de atemperar los efectos de la pandemia se expande la posibilidad de una coexistencia híbrida entre el trabajo presencial y el remoto. Esa “tercera vía” demanda espacios laborales específicos, que, según la mirada de los especialistas, son más pequeños y cercanos a las viviendas que las oficinas convencionales.

Aunque de un modo menos masivo y discreto, en Tucumán también existe una especie de “éxodo” de ciudadanos cuyo trabajo no depende de un lugar determinado y que igualmente antes se trasladaban hasta las zonas de mayor concentración de negocios. “La gente se dio cuenta de que no necesitaba ir al centro. La pandemia liberó a muchos de un desplazamiento que, por desgracia, se había tornado muy poco placentero”, explica Fernando Guzmán, desarrollador inmobiliario y presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de la provincia. Guzmán asegura que este cambio se advierte en una ciudad como Yerba Buena, donde hoy resulta difícil encontrar locales y viviendas para alquilar. Y vaticina que en el mediano plazo aumentará la oferta de productos dirigidos a quienes, después de la experiencia del coronavirus, ya no desean moverse tanto para trabajar, pero también quieren separar las obligaciones laborales de la vida hogareña y doméstica. “Esta opción valdría para todos los municipios que rodean la capital y no sólo para Yerba Buena”, precisa Guzmán.

La desconcentración del centro puede llegar a reconfigurar el aspecto de las llamadas ciudades-dormitorio o áreas metropolitanas, que en algunos lugares sólo se despertaban los fines de semana. El asesor de desarrollos inmobiliarios internacionales y académico de la Universidad de Buenos Aires, Eduardo Spósito, analiza que, por lo pronto, hay una jerarquización y revalorización del concepto “balcón”, y que los nuevos edificios proyectan lugares para “coworking” y gestión de la paquetería derivada del comercio virtual. Spósito duda de que la covid-19 termine eliminando la tendencia a abandonar los pueblos en búsqueda de mayores oportunidades de desarrollo, pero sí considera que el teletrabajo necesita más organización para impedir que devore y contamine todo lo que sucede en la casa (se informa por separado).

El bitcoin verde

El coronavirus dio la oportunidad para probar que, en determinadas circunstancias afortunadas, es posible vivir en cualquier parte y mantener el trabajo. En el momento de máxima quietud de la cuarentena, invadieron las noticias sobre familias que decidieron instalarse en la montaña y en el mar. Los urbanitas, a la vez, se quedaron sin las ventajas que justificaban el precio de una vivienda reducida y el amontonamiento: la oferta cultural y educativa; la escena gastronómica; el turismo, y todas las experiencias sofisticadas de consumo generadas por el cosmopolitismo y la multiculturalidad. De la noche a la mañana, la naturaleza se erigió en una suerte de bitcoin. Ello acaeció mientras la crisis sanitaria y económica suprimía la utopía de “conquistar la ciudad”. Una noche, el 12 de marzo de 2020, Broadway cerró y Nueva York se acostó a dormir a contramano de lo que había cantado siempre Frank Sinatra.

Las familias se vieron encerradas en medio de una incertidumbre extrema, y con la necesidad y urgencia de resolver las tareas en el entorno digital. Esto no fue posible en todas partes porque el acceso a internet es limitado y, de hecho, Guzmán considera que la infraestructura existente limita las posibilidades de proyectos inmobiliarios dirigidos a resolver las demandas del teletrabajo. “Esa modalidad impactará de modo sustancial en el mercado cuando este servicio funcione como corresponde”, subraya. En cuanto a la mudanza de trabajadores a villas veraniegas, como Tafí y Amaicha Del Valle, Raco y San Pedro de Colalao, Guzmán apunta que se trata de un fenómeno separado de la pandemia. “Cada vez más gente compra una propiedad en estos lugares pensando que se irá a vivir allí cuando pueda”, comenta.

Cuestión de tamaño

Sobre todo en el sector de los servicios, la prestación laboral se encamina hacia un punto medio, que evitará la hegemonía de un modelo respecto del otro y buscará la combinación de ambos a los fines de satisfacer la productividad sin perjudicar las medidas de prevención de los contagios. La receta de la hibridez cerraría para empleados y empleadores, según un informe de la compañía de recursos humanos Adecco Argentina. “Tras un año de implementación masiva, el ‘home office’ constituye una modalidad de trabajo real para tres millones de argentinos. El estudio refleja que al 50% de los trabajadores le gusta la modalidad híbrida (algunos días en la oficina y otros en casa). El 58% de los consultados asegura que en las compañías donde trabajan continuará el teletrabajo durante 2021; el 17% indica que volverá a la oficina y el 25% refiere que todavía no hay una decisión tomada al respecto”, expresa el documento basado en los resultados de la encuesta.

Aunque con el correr de los meses aumentó la vivencia del llamado “derecho a la desconexión”, el trabajo excesivo e invasivo continúa siendo la regla para los teletrabajadores. Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos de Adecco Argentina & Uruguay, rechaza el planteo del asunto como una dicotomía “oficina sí u oficina no”: “el primer análisis que hay que hacer es cuánto espacio de oficina necesitamos. Parece que la estrategia más inteligente e idónea para las personas y el futuro del trabajo es el equilibrio, la negociación y buscar el propósito común”. Achicar y descentralizar la oficina, y no eliminarla por completo, puede ser la clave para transitar la época poscovid. Esta estrategia traería beneficios para la salud mental y física; la recuperación económica; la colaboración y el intercambio de ideas; la reducción de costos, y la inversión en innovación y capital humano.

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