El año pasado se quemó cerca de un 40% de la superficie de caña plantada en la provincia

El porcentaje implica unas 111.250 hectáreas afectadas por esta práctica, que tiene un efecto negativo para la sociedad, y para el productor.

CONSECUENCIA. Los efectos de la quema en el vida del cañaveral es determinante, ya que si se mantiene la cobertura las malezas no prosperan, como se ve en la imagen. Al fondo  se ve el cañaveral quemado cubierto de malezas. CONSECUENCIA. Los efectos de la quema en el vida del cañaveral es determinante, ya que si se mantiene la cobertura las malezas no prosperan, como se ve en la imagen. Al fondo se ve el cañaveral quemado cubierto de malezas.
10 Abril 2021

La quema de caña de azúcar o de sus rastrojos sigue siendo un problema que se repite cada año en Tucumán. Sin embargo, esta práctica, que está prohibida en la provincia, es de las más perjudiciales para el productor cañero.

El año pasado, según un estudio de la sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), en Tucumán se quemaron 111.250 hectáreas de caña -aproximadamente el 40% de la superficie plantada en la provincia-. De ese total, un 27% fue quemado en pie, antes de la cosecha. Si bien el año pasado estuvo muy influenciado por condiciones ambientales predisponentes para la quema (ocurrencia de heladas y otoño muy seco), la tendencia general de los últimos años es a la disminución gradual de la práctica.

En un informe, Juan Fernández de Ullivarri y Javier Carreras Baldrés, de la sección Caña de Azúcar de la Eeaoc, afirman que más allá de los perjuicios que trae la quema para la sociedad -afecciones a la salud, contaminación ambiental, cortes de energía eléctrica, accidentes de tránsito, entre otros-, esta resulta económicamente desventajosa para el propio productor, desde todo punto de vista. Si bien se trata de una práctica tradicional, que tenía su justificación hace 30 o 40 años, con la tecnología actual de cosecha y con los estudios realizados en casi todos los países productores de azúcar, hoy se conoce que la quema de caña o de sus residuos tiene un efecto negativo en la producción de azúcar.

A partir de la quema del cañaveral en pie se desencadena un proceso de degradación de azúcar almacenado en el tallo de la caña. Tal proceso de degradación no tendrá grandes consecuencias si la caña es cosechada y molida inmediatamente después de la quema y el tiempo es fresco. Pero si la cosecha se demora y las temperaturas son moderadas -fines de invierno y primavera-, la degradación se acelera al punto de que no resulta conveniente cosechar ese cañaveral.

Por otro lado, la quema de residuos de caña, en una agricultura en secano -sin riego- tiene el efecto de eliminar la barrera protectora que tiene el suelo para evitar la evaporación del agua de lluvia almacenada en él. Esto puede tener un efecto muy importante en años con deficiencias hídricas, como el actual, y un efecto menor en años lluviosos.

Por otro lado, la cobertura de rastrojos resulta una barrera para la proliferación de algunas malezas y plagas que pueden llegar a ser un problema en campos quemados. Finalmente, después de su descomposición, el residuo de la cosecha devuelve al suelo cantidades importantes de nutrientes y de materia orgánica, que vuelven el suelo más fértil y mejor estructurado. Todo esto sumado se traduce en mayores producciones de caña y, por lo tanto, en una mayor recuperación de azúcar por unidad de superficie.

Datos

Estudios realizados en la Eeaoc reportan pérdidas de entre un 8% de producción, en años normales, hasta un 37%, en años secos, para la variedad LCP 85-384 debido a la quema de la cobertura después de la cosecha en verde.

Se encuentra totalmente probado que, con la tecnología actual disponible en nuestra provincia y los resultados de los ensayos de todos los centros de investigación, la quema es un proceso perjudicial desde todo punto de vista, tanto para la comunidad como para el productor cañero.

Debido a esta razón, resulta necesario que se redoblen los esfuerzos para concientizar a toda la sociedad y, en especial, al sector cañero -para que extreme la prevención frente a las quemas accidentales-, para que se elimine esta práctica en los próximos años. Esto no solo redundará en una mejor calidad de vida para los tucumanos, sino que aportará un beneficio económico importante para la provincia, mediante un aumento significativo en la producción de azúcar.

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