Volver a abrir, el sueño de los puesteros del mercado

Muchos buscan locales en la misma zona.

NUEVO LOCAL. El Rey del Zapallo, de nuevo atendiendo. NUEVO LOCAL. El Rey del Zapallo, de nuevo atendiendo.

Transcurridos casi dos meses desde que la Municipalidad dispuso la clausura del Mercado del Norte, ante el peligro de derrumbe, la mayoría de los puesteros no lograron adaptarse al golpe. Algunos pudieron reinstalarse a pocas cuadras del edificio histórico. La mayoría intenta trabajar desde sus casas vendiendo mercadería con cadetes mientras que otro grupo todavía mantiene las “persianas bajadas”.

Fernando Corroto, dueño de una pescadería icónica del mercado, se levantó al día siguiente de la clausura y comenzó a mirar su cuaderno. Ahí tenía anotadas las direcciones de sus clientes más fieles, a quienes directamente les llevaba los pedidos. Así que comenzó a visitarlos puerta por puerta para avisarles que continuaría en la venta, aunque sin local. Así estuvo más de un mes, hasta que ayer pudo reabrir en Córdoba al 800.

“Fue bastante shockeante porque pasó de un día para otro. Perdés el trabajo, sin que nadie te diga nada. Es bastante angustiante”, definió Corroto. La pescadería de su familia tiene su origen hace 70 años, cuando Juan Aurelio Corroto comenzó con el local. Luego se sumó su padre, Armando Corroto. Y ahora continúa Fernando.

Trabaja con dos empleados, “los dos en blanco”, que lo acompañan en el nuevo local. “Ahora estamos en una transición. Tenía otro local en Córdoba al 800 que no estaba usando ni alquilando, así que acá es donde me instalé. Cuando pasó lo que pasó llevé todo a mi casa y continué vendiendo, dando mi número de celular. Espero que ahora los clientes fieles nos acompañen”, continuó.  

Lo que también lamenta es que la clausura coincidió con uno de los picos de venta, en la antesala de Semana Santa, cuando el menú en la mayoría de las casas de la provincia es pescado o humita.

“Sobre la vuelta al mercado, la verdad que no tengo muchas esperanzas. Ojalá me equivoque, creo que tenemos un cierto derecho adquirido para volver ahí una vez que se refaccione”, contó.

La vedette: kaftas

En la misma cuadra también se instalará pronto El Rey del Kipe. “Ha sido una cachetada al alma el cierre del mercado. En un abrir y cerrar de ojos de pronto estabas en la calle”, explicó a LA GACETA Sandra Vilch, la reconocida “Sandrita” que sirve kaftas. “Trabajo hace ocho años en el puesto, pero el negocio cumplió 70 años. Lo abrieron doña Gavina Emilia Made de Elías (acaba de cumplir 91 años) y su marido, Nicolás Elías (falleció en 1996). Habían empezado vendiendo kipe pero luego las kaftas se transformaron en la vedette del mercado”, relató Vilch, una de las tres empleadas del local. Ella continúa trabajando. Si el negocio prospera, se reincorporará la plantilla completa.

Tras la clausura, estuvieron un mes analizando qué paso tomar. La conducción del local la tomó un hijo de doña Gavina. Se instalaron en la parte de adelante de la casa familiar en Villa Alem, en Larrea 440, para trabajar con delivery o yendo a retirar el pedido. “En el mercado vendíamos más o menos 250 hasta 300 kaftas por día. Ahora estamos con 80 por día, quizás. Pero la gente viene, nos compra, y come en la vereda porque está acostumbrada al saborcito de la comida al paso, esperamos pronto estar instalados junto a otros puesteros frente al Mercado Persia”, comentó. “Nuestra idea es poder trabajar en el centro, esperamos instalarnos con el nuevo local en el próximo mes. Y espero que Gabina se ponga mejor, porque la deprimió mucho esto”, cerró Vilch.

El Rey del Zapallo

Marcelo Arias levanta las cejas desde la caja registradora del nuevo local, en Mendoza casi esquina Junín. “En el Mercado tenía la verdulería y acababa de comprar el puesto de al lado para que mi hijo tenga una semillería. Pagué para poner pisos y repisas, después volví a pagar para instalarme acá. Esperaba que gran parte de los clientes de las 10 verdulerías del mercado venga aquí pero la gente no nos encuentra y eso que hace un mes que estamos acá”, comentó.

El papá de Arias tenía un almacén en el mercado. Hace varias décadas le dijo que una puestera vendería su local, que lo compre. “Vendí un auto que tenía para comprar el local. Y eso me permitió progresar”, recordó. Para Arias, el Mercado era algo más. “Era un elefante que alimentaba al centro, a muchísima gente que viene desde otras localidades o de otras provincias. Ahora, con la clausura, nos damos cuenta. No sé si podremos volver, pero lo único que espero es que siga siendo mercado y que siga siendo popular. Charlo con clientes que son albañiles y que me preguntan dónde se puede comer, porque ellos con la ropa de trabajo podían comer barato y sin que nadie te mire mal. Así que espero que pase lo que pase, se mantenga popular, se mantenga mercado”, finalizó.

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