Selección Argentina: que ganar no confunda

Aunque la Selección derrotó a Bolivia, y Messi estuvo estelar, al equipo le faltó rendimiento. Scaloni tiene todavía muchas cosas para corregir en él.

“El éxito y el fracaso son dos impostores”, dijo alguna vez Marcelo Bielsa, en alusión a que ambos conceptos son, básicamente, construcciones sociales, culturales.

En la actualidad, la Selección argentina camina por la vereda del sol, es decir, del éxito. Está claro que ni la lluvia, ni el frío, ni el viento lograron apaciguar la euforia de un público que ante Bolivia se volvió loco por “Leo” Messi y por el equipo de Lionel Scaloni (foto).

El título de Copa América fue la varita mágica que convirtió la calabaza en carroza: un ejemplo evidente es el de Ángel Di María, cuya estadía en la Selección pasó de tener fecha de caducidad supuestamente vencida a recibir aplausos y ovaciones por su vigencia. En el ínterin: su golazo frente a Brasil en el Maracaná.

El jueves, Buenos Aires se convirtió en “Ciudad Mágica”, el tema de “Tan Biónica”, por más que los convidados que le pusieron música a la fiesta de los campeones fueran otros, o más bien, otro: Messi cual Aladino, frotó la lámpara varias veces y en tres de ellas la pelota terminó en la red. Fue su concierto.

La catarsis post partido de la “Pulga” replicó el alivio y la descarga experimentados por millones de argentinos hace exactamente dos meses atrás (se cumplieron ayer). Veintiocho años sin títulos fue demasiado. Y la corona obtenida en Río de Janeiro cambió las miradas condenatorias acumuladas por las finales perdidas (muchas de ellas posadas sobre el propio Messi) en un entusiasmo comprensible y -quizás- hasta excesivo.

La goleada 3-0 sobre Bolivia, la vuelta olímpica, el regreso de la gente a las gradas tras la prohibición impuesta por la interminable pandemia, cierran de alguna forma la temporada de festejos.

En octubre comenzará la segunda mitad de las Eliminatorias sudamericanas, con otra triple fecha. A la espera de la decisión de la FIFA acerca del partido con Brasil, la expectativa se centra en cómo seguirá la historia con los clubes europeos, reticentes a ceder a sus futbolistas.

Más allá de lo que suceda con este intríngulis, algo es indiscutible: con su cosecha de puntos de septiembre, Argentina dio un paso gigante hacia Qatar 2021. La cuestión pasa ahora por perfeccionar lo logrado, por potenciar el equipo en estos 14 meses que faltan para el Mundial.

Es que las individualidades están. Messi hizo un “solo” frente a Bolivia, y varios otros mostraron su alto nivel en el regreso de la “Albiceleste” al Monumental: Nahuel Molina, Leandro Paredes -cuando no sobra la jugada-, incluso el “Tucu” Joaquín Correa, quien se ratificó como revulsivo desde el banco.

Con todo, hay que escribirlo: no fue una gran actuación la de Argentina frente a la “Verde”. En el primer tiempo no funcionó la banda izquierda, el equipo por momentos lució apresurado y dejó escalar con comodidad en el campo a un limitadísimo rival, que estuvo demasiado tiempo en partido.

Que el árbol no tape el bosque, sería la premisa. Puede que Argentina hoy pueda sostener una pulseada mano a mano con cualquier conjunto europeo de elite (con Messi, tiene siempre un as en la manga), pero no sería recomendable que el entusiasmo de esta actualidad de ensueño confunda.

Todavía falta funcionamiento de equipo, trabajar variantes de ataque, mejorar el quite y el retroceso. No todos los rivales serán Venezuela y Bolivia. Afortunadamente, Scaloni parece consciente: “tenemos una línea de trabajo desde el primer día, hemos ido creciendo, seguiremos trabajando para mejorar”.

En momentos dulces, conviene recordar otra frase, en este caso del escritor inglés Gilbert Chesterton: “nada hace fracasar más que el éxito”.

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