Fuga I: cuando “El Malevo” se escapó con dos granadas en la mano
La humedad se hacía sentir ese 14 de diciembre de 1993. Amparado por unos nubarrones cargados de agua y tensión, Mario Oscar “El Malevo” Ferreyra, junto a varios de sus secuaces, protagonizaba una de las fugas más increíbles que vio nuestra provincia. Con una granada en cada mano, y secundado con hombres que portaban armas largas, el ex jefe de la Brigada de Investigaciones huía después de haber sido condenado a perpetua por haber asesinado a tres hombres del mundo del hampa en Laguna de Robles, al norte de la provincia.
Después de haber escuchado la sentencia en su contra, los policías condenados fueron trasladados a la alcaldía de Tribunales. Allí decidieron escaparse. Sus seguidores les alcanzaron las armas que utilizaron para fugarse. Salieron caminando como si fueron dueños de la ciudad. Ningún miembro de la fuerza se animó a evitar su escape. La excusa oficial fue que querían evitar una masacre, ya que en el momento de abandonar el palacio era acompañado por una importante cantidad de personas que vitoreaban su nombre. Extraoficialmente, siempre se dijo que el “Malevo” y los hombres del tristemente célebre Comando Atila, generaban terror entre los uniformados. “Me voy a entregar muerto”, dijo el ex comisario condenado, antes de huir en una camioneta.
Ferreyra era un hombre que hacía culto a la imagen. Al escuchar la condena estaba vestido de traje. Al fugarse, ya se había colocado la camisa negra y el sombrero tipo Panamá blanco. Era su disfraz con el que decía imponer respeto, pero en realidad tapaba los delitos que cometía. El caso tuvo trascendencia nacional y el ex gobernador Ramón Ortega ordenó su captura inmediata.
La cinematográfica fuga tuvo un final de película. “El Malevo” fue encontrado en un campo del paraje Zorro Muerto, en Santiago del Estero. Durante horas negoció su rendición, nunca disparó ni un tiro y mucho menos puso en riesgo su vida como había anunciado. “¡Entregate, Mario!”, le gritó su joven pareja. Y él le hizo caso.
Fuga II: “Pelusa” Tolosa se aprovechó de un permiso especial de una jueza
El 5 de enero de 1997, el remisero Luis Cisterna había decidido trabajar en su auto para poder comprarles juguetes a sus hijos por Reyes Magos. Pero nunca pudo cumplir con su idea. Una pareja de asaltantes lo mató de una puñalada, arrojaron su cuerpo en las cercanías del Mercofrut y utilizaron el vehículo hasta dejarlo abandonado y quemado en Alderetes.
La madre de la víctima, Olga Cisterna, se colocó el traje de investigadora y trabajó para dar con los autores del crimen de su hijo. Así lograron detener a Julio Alberto “Pelusa” Tolosa como autor del hecho y a un adolescente como cómplice. El principal acusado fue condenado en 2000 a prisión perpetua por los jueces Alicia Freidenberg, Alicia Noli y Carlos Francisco Ruiz Vargas.
A partir de 2002, los integrantes del tribunal comenzaron a otorgarle salidas transitorias a “Pelusa” para que mantuviera contactos con sus familiares. El condenado, acompañado por varios custodios, se presentaba en su domicilio que estaba ubicado detrás del cementerio del Norte, en Villa 9 de Julio.
Para el 12 de agosto de 2005, la jueza Freidenberg firmó otro permiso de salida. Tolosa fue trasladado en un furgón de Villa Urquiza hasta la casa de su madre, Lucía Genoveva Argota. Hasta allí lo acompañaron el agente Juan Augusto Segura y los cabos Héctor Ávila y José Ramón Brito. Los tres guardiacárceles dijeron que habían recibido instrucciones de que debían regresar al penal con Tolosa en remise, ya que no había unidad de traslado disponible. Pasadas las 18, cuando se preparaban para regresar al penal, el condenado se escapó corriendo.
La fuga generó un escándalo en la provincia. Freidenberg, la misma magistrada que ahora condenó a Roberto Rejas y que se opuso que se le dictara la prisión preventiva, fue destituida de su cargo a través de un juicio político, pero luego restituida después de que realizara varios planteos judiciales. La fuga de Tolosa también movilizó a la policía. Otra vez la madre de la víctima volvió a ocuparse del caso. Ella recibía más información que los investigadores que debían buscarlo. Finalmente “Pelusa” fue recapturado en “La Mesadas”, a metros de la ruta 307 que conduce a los Valles.
Fuga III: Piccinetti se escapó sin una moneda y rehizo su vida en Bolivia
“Va a explotar tribunales”, había advertido Luis Rafael Piccinetti mientras era enjuiciado junto a Silvia Raquel Lai por el crimen de José Luis Salas, ocurrido en Trancas en julio de 2007. Tres días después, no se presentó en la audiencia. “Yo preso no quiero ir. Voy a sufrir mucho viendo crecer a mis hijos y nietos desde la cárcel. El solo hecho de pensar en las requisas durante las visitas me pone mal”, había asegurado antes de desaparecer el 23 de febrero 2011. Fue recapturado ocho años después en Bolivia.
La audiencia del juicio por el crimen del productor continuó sin el principal acusado. Lai fue condenada a perpetua como partícipe del homicidio. Encerrada en la cárcel de Mujeres de Banda del Río Salí, estudió hasta recibirse de abogada y recientemente fue nombrada como colaboradora en una cátedra en la Facultad de Derecho. Mientras tanto, su ex amante recorría el norte oculto. Hasta Interpol intentaba dar con él.
Y si bien siempre circuló el rumor de que se encontraba en Bolivia, nadie podía confirmarlo. El prófugo, antes de cruzar la frontera, mostró su figura en varios lugares de Jujuy, especialmente los centros nocturnos. Mujeres que trabajaban en prostíbulos y cabarets lo reconocieron como un asiduo y misterioso cliente. Fuentes del caso informaron que Piccinetti utilizaba una identidad falsa y que haya cometido ese delito les permitió a las autoridades del país vecino ordenar su extradición. Según trascendió, el profesor de gimnasia había formado pareja con una mujer de alto nivel adquisitivo y eso le permitió llevar una vida rodeada de lujos en Cochabamba.
Fue atrapado en septiembre de 2019 por un equipo de investigadores del Ministerio Público Fiscal con la colaboración de Interpol y de policías de ese país. Piccinetti, que nunca dejó de tener contacto con sus familiares, fue trasladado en fuerte operativo de seguridad a la provincia y alojado en el penal de Villa Urquiza. El año pasado fue condenado a perpetua por el crimen de Salas y actualmente es preparador físico y masajista del equipo de rugby de la prisión.
Fuga IV: el supuesto narco que salió de una comisaría caminando
Simuló un ataque de epilepsia, sus compañeros llamaron a los guardias, que abrieron la puerta y lo llevaron hasta el baño. En la puerta de la comisaría frenó un auto del que bajaron cuatro hombres armados que ingresaron, redujeron a los agentes y rescataron al preso. La cinematográfica escena ocurrió en la comisaría de Delfín Gallo en septiembre de 2016 y terminó con la liberación de José Antonio “Pico” Peralta, sospechoso entonces de dirigir una organización conocida como “Los 30” y que se habría dedicado al narcomenudeo en el sur de la capital.
“Pico” fue detenido por personal de la ex Brigada el 8 de agosto por una causa por robo. La Justicia ordinaria ordenó que se lo dejara en libertad, pero al descubrir que tenía un pedido de captura por una causa de drogas, siguió preso. Se notificó de su captura a la Justicia Federal, pero no se le informó que lo habían trasladado a la dependencia del este tucumano. El juez federal Fernando Poviña decidió ordenar una investigación contra los efectivos de la ex Brigada para establecer por qué lo habían trasladado hasta allí.
El sospechoso se presentó tres días después asegurando que él había recibido un permiso de sus custodios para ausentarse del lugar y que no fue liberado por un golpe comando, como informaron los uniformados de la dependencia policial. El juez Poviña le dictó el procesamiento por una causa iniciada en 2014. Peralta también había sido mencionado en el juicio en contra el Clan Ale como la persona que se habría dedicado a la “cocina” de cocaína para el grupo en uno de sus campos de Leales.
Dos supuestos cómplices de “Pico” fueron enjuiciados por el mismo caso, pero terminaron siendo absueltos porque se consideró que el allanamiento que había realizado la fuerza había sido irregular. Peralta, con ese fallo, quedó en libertad al poco tiempo.
“Lo único que me interesa es que se aclare mi situación porque ya estoy cansado de que los policías me persigan y me armen causas de la nada”, comentó el supuesto narco después de haber recuperado la libertad.