“Fíjese en ese detalle”, dijo el veterano investigador. Al analizar las imágenes (videos y fotografías) del juicio por el femicidio de Milagros Avellaneda y el crimen de su hijo, queda en claro que el acusado Roberto Rejas casi nunca se quitó el tapaboca, solo lo hizo cuando los jueces lo obligaron a hacerlo para que escucharan su declaración. De ahí nunca más, ni siquiera cuando lo esposaron y lo trasladaron a Bomberos. “Creemos que lo hizo para que los medios no difundieran su rostro”, explicó el pesquisa. Ese es tan solo uno de los indicios que se manejan para sospechar que el ex guardiacárcel habría tenido planeado su escape con anticipación. Una fuga que quedará como una de las más impactantes de los últimos tiempos. Y eso que en Tucumán sobran ese tipo de historias. (Se informa por separado)
Rejas fue condenado a perpetua por el doble crimen. Fue enviado al cuartel de Bomberos hasta que fuera trasladado al penal de Villa Urquiza. Se escapó a los cinco días de haber ingresado. Nunca más se supo de él y es poco probable, a pesar de la tarea que realiza la policía de la provincia y las fuerzas nacionales, que lo encuentren en estos días. El evadido sabe muy bien lo que hace. O por lo menos, eso es lo que demostró hasta aquí.
Apasionado
El prófugo nació y se crió en las calles de San Cayetano. Es el hijo menor de una familia muy respetada en la zona. Desde muy chico demostró ser un gran jugador de fútbol. Llegó a debutar en la primera liguista de Atlético y, después, por falta de oportunidades, se mudó a Famaillá, el equipo de los “Mellizos” Orellana. Le fue mal y probó suerte en el futsal, donde salió campeón luciendo la camiseta de Sank. Su puesto natural era ser el 10 de todos los equipos que integró. Un 10 o “enganche”, en el fútbol es el estratega, El que está un paso delante de todos. Y eso es lo que está haciendo Rejas.
“Su fuga me sorprendió porque su familia pagó hasta una parte del recurso de apelación que presentamos para que se le revocara la prisión preventiva”, explicó Mario Leiva Haro que dejó de ser su defensor a las pocas horas de enterarse que se había escapado. El profesional cobró sus honorarios el lunes, el día que se escapó. Para algunos, se habría tratado de una maniobra para no levantar sospechas. Un amague, futbolísticamente hablando.
Leiva Haro presentó el escrito lunes por la tarde. Más o menos a la misma hora, Rejas habría “gambeteado” las miradas de los guardias y escapado por el portón al acceso principal de Bomberos. Esa es la versión que está siendo analizada por el fiscal Pedro Gallo. Una versión que contradice a la que dieron los policías y que dan cuenta que el condenado se había escapado pasada las 21.30 por el ventiluz del baño de un primer piso.
El ex abogado defensor había declarado que los bomberos, entre los que habría estado el cuñado de Estefanía Ávila (absuelta en el juicio), fueron a la casa de Rejas para buscarlo. Pero era tarde. El evadido no estaba ahí, y por las más de dos horas en la que tardaron en buscarlo, tranquilamente podría haber abandonado Tucumán hacia otra provincia. El personal que estaba a cargo de su cuidado, comunicó la novedad a sus superiores cerca de las 22. A la Justicia casi una hora después. Estos son motivos para entender por qué fueron separados de su cargo y por qué a cuatro de ellos se les anunció oficialmente que estaban siendo investigados.
Amor y odio
Diego Maradona, Pelé, Lionel Messi, Michel Platini y Roberto Baggio fueron los dieces que siempre despertaron ese ambiguo sentimiento de amor/odio por su carrera, por su forma de ser o por su conducta. Con Rejas pasó lo mismo. Sus padres Fernando y Laura y su hermana lo defendieron a capa y espada desde el mismo día que fue acusado del doble crimen. Como le pasó a su ex Estefanía, le ocurre lo mismo a su actual novia, Adriana Pérez, también lo ayudó. Los cuatro quedaron en la lista de sospechosos de haber colaborado en su fuga y ya se les notificó que se los está investigando.
“Ahora me entienden por qué venía diciendo que ellos lo ayudaron en todo momento. Espero que los detengan porque es la única manera que digan dónde está el infeliz de su hijo”, señaló Amalia Ojeda, madre de la víctima, que explota en ira cada vez que escucha el nombre del evadido.