Conmoción en Yerba Buena: “Venía preparado para hacer más tiros”

Gerónimo Helguera podría haber estado preparado para atacar a más personas, pero sólo hirió a una joven trabajadora del lugar. Dos jóvenes lograron reducirlo. Tenía 39 proyectiles en su poder.

PRUEBA I. El joven de 29 años, que recibió una golpiza, tenía colocado protectores auditivos en sus orejas. PRUEBA I. El joven de 29 años, que recibió una golpiza, tenía colocado protectores auditivos en sus orejas.

A los testigos se les erizó la piel cuando escucharon a Gerónimo “Largui” Helguera. “Venía preparado para hacer más tiros”, habría dicho el joven de 29 años que le disparó en la cabeza a una mujer que limpiaba una oficina de avenida Aconquija al 1.100. Esa posibilidad fue confirmada por los investigadores que encontraron varios elementos que los hicieron sospechar que el sujeto habría pensado disparar contra inocentes.

Pasadas las 10, Helguera se presentó en el lugar con una mochila. “Todo estaba muy calmo, como siempre. Había gente disfrutando de un café, otros desayunando”, explicó Mario Lencina. Helguera, con el paso apurado, subió al primer piso. Se topó en el camino con Mariela Márquez (34) -foto-, y con voz ronca, le preguntó: “¿Dónde está Ledesma?”. La joven le dijo que no lo conocía y llamó al guardia Luis Fabián Gómez para que lo atendiera. El portero se aproximó y, mientras lo atendía, el joven sacó una pistola Colt calibre 22 y le apuntó a un joven cuya identidad no trascendió. El agente de seguridad quiso tomarle el brazo en el que tenía la pistola en el momento en el que disparó. El proyectil impactó de lleno en la cabeza de la trabajadora que se encontraba varios metros del lugar donde se produjo la pelea.

Luis Pablo Franco, un mozo que trabaja en el bar de la zona, al percatarse lo que estaba sucediendo, fue en ayuda de Gómez. Entre ambos lograron reducir a Helguera. Lo pusieron boca abajo y le tomaron las manos sobre las espaldas. Una vez que se encontraba indefenso, varias personas se arrimaron y comenzaron a golpearlo salvajemente. Por ese motivo se le observó el rostro cubierto de sangre cuando era trasladado por dos efectivos.

Los testigos llamaron a la ambulancia que se presentó en el lugar a los 10 minutos. Después de brindarle los primeros auxilios y vendarle la zona donde fue herida, fue trasladada al hospital Padilla donde falleció pasada las 22.

Una locura

El hecho se registró en un horario donde la zona tiene uno de los movimientos más importantes. El seco sonido del disparo generó una locura. “Todos empezaron a gritar que un ladrón quería robar. Después, que había sido un femicidio y que había una chiquita encerrada en un baño. Otros decían que habían intentado asaltar el banco que está al frente. Había chicas que se subieron a los techos a pedir ayuda. En mi vida había observado algo así”, explicó Marisa Juárez.

“Algunos salieron corriendo asustados y, cuando se calmó el desbande, los mozos salieron a pedirnos que ingresemos al interior por cuestiones de seguridad”, dijo Juana de Fernández. “No sabíamos qué estaba pasando. El miedo se percibía a cada centímetro”, agregó.

Con el correr de los minutos fueron circulando distintas versiones. “No pasó nada extraño, vino una persona que no estaba bien y que cometió una locura que no tiene nombre. Hirió gravemente a una persona que estaba trabajando. Formamos parte de una sociedad que está realmente enferma”, explicó Fernando Ruiz.

“Al chico le pagaron una flor de tunda los hombres que aparecieron después de que lo habían reducido. Cuando lo llevaron nos dimos cuenta de que no era ningún ‘choro’. Era alguien que estaba bien vestido que, evidentemente no estaba bien”, añadió Estefanía Jiménez.

Los secuestros

Una comisión policial al mando del comisario Carlos Daniel Ruiz se presentó en el lugar a los 10 minutos del hecho. Lo primero que hicieron fue evitar que el autor del disparo sea linchado por los testigos del ataque. Al trasladarlo a la comisaría de Yerba Buena descubrieron dos detalles: en sus oídos tenía puestosprotectores auditivos y que en su cintura tenía colocada una cartuchera de pistola y una vaina de un cuchillo de gran tamaño. Avisaron a los efectivos que se quedaron en la escena del hecho.

Los pesquisas, junto al personal del Equipo Científico de Investigación Fiscal, recorrieron el lugar del hecho. Encontraron el cargador de la pistola con nueve proyectiles. Al parecer, en el forcejo que mantuvo Helguera con los dos jóvenes que lo redujeron, ese elemento se cayó del arma.

Después requisaron la mochila que tenía el joven. Encontraron una caja con 29 proyectiles calibre 22, un cuchillo tipo cazador de unos 25 centímetros de largo, guantes de cirujano y de trabajo y barbijos. Todos esos elementos quedaron secuestrados y fueron puestos a disposición de la Justicia.

Se especuló que el detenido había planeado vengarse de un tal “Ledesma”, porque según trascendió, le hizo bullying durante gran parte de su infancia. En el lugar sí trabaja una familia con ese nombre, pero no estuvieron involucrados en el hecho como se pensó en un primer momento.

En la comisaría

Helguera fue trasladado a la comisaría de Yerba Buena. Según confiaron fuentes policiales, en un primer momento estaba exaltado por lo que se hizo difícil controlarlo. Pero con el correr de los minutos se fue calmando y después comenzó a temblar como una hoja de papel.

El padre y el hermano se presentaron en la dependencia policial. Explicaron que el acusado está bajo tratamiento psiquiátrico desde hace varios años y que hace no mucho tiempo atrás habría intentado suicidarse. Hace no mucho tiempo también fue noticia por haberse extraviado en el cerro. Habrían explicado que pasaba encerrado en su habitación jugando al Call of Duty, un juego bélico. También habrían negado saber que tenía un arma y sospechan que podría haber sido una de su abuelo.

“Lo primero que queremos aclarar es que los miembros de la familia nos confirmaron que no tuvo ningún problema con un joven de apellido Ledesma durante su época de secundaria. Es más revisaron sus redes sociales y no encontraron ningún vínculo con él”, explicaron los defensores del acusado Ernesto Baaclini y Camilo Atim Antuni.

La hipótesis que manejan los investigadores es que Helguera, por alguna razón, se habría dirigido a ese lugar para realizar disparos a mansalva (por ese motivo tenía puestos protectores auditivos y tenía una gran cantidad de proyectiles), pero no pudo cumplir con su plan porque fue reducido por el portero del lugar y el mozo que lograron desarmarlo luego de que efectuara el disparo que le arrebató la vida a la trabajadora.

Las claves del caso

Gerónimo “Largui” Helguera tiene 29 años. Según su familia, estaba bajo tratamiento psiquiátrico desde hace varios años.

Pasadas las 10, el joven se presentó en el centro comercial ubicado en avenida Aconquija al 1.000. Buscaba a un tal Ledesma.

Helguera tenía una pistola Colt calibre 22 con nueve proyectiles en su cargador. En la mochila tenía una caja con 29 balas.

El detenido, cuando fue arrestado, tenía colocados protectores auditivos. Lo usan las personas que realizan varios disparos.

Al parecer Helguera se habría apoderado del arma que tenía un familiar. No tenía ningún tipo de autorización para portar armas.

El portero y un mozo de un bar fueron los que lograron desarmar al joven. Evitaron así que Helguera realice más disparos.

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