BIOGRAFÍA
ERIC HOBSBAWM
RICHARD J. EVANS
(Crítica - Barcelona)
“Cuando conocí a Eric, a principios de los 90, me dijo que algún día yo escribiría su biografía y, como en tantas otras cosas, acabó demostrando que tenía razón”, escribe desde el prefacio del voluminoso libro Richard J. Evans, también historiador y docente británico, que decidió embarcarse en la difícil tarea de escribir sobre la vida de Eric Hobsbawm, quien al momento de su muerte en el año 2012 era el historiador más conocido y leído en todo el mundo (su obra fue traducida a más de 50 lenguas). Este trabajo confronta y completa, al sentir del autor, Años interesantes, la autobiografía que Hobsbawm publicó en 2002, pero a diferencia de aquella esta se “concentra sobre todo en las experiencias personales de Eric y en su vida interior, sin omitir su desarrollo intelectual y político”.
Casi un siglo
Al recorrer esas experiencias personales de Hobsbawm, Evans recorre también buena parte de la historia del siglo XX y principios del siglo XXI habida cuenta de que el historiador vivió 95 años, y que él consideraba que vivir no se trataba tanto de configurar nada en un sentido amplio, sino de ser configurado por las épocas que a uno le tocó atravesar.
Británico, el punto de partida de este volumen de casi 900 páginas, es su tan curioso y azaroso nacimiento en la portuaria ciudad de Alejandría en Egipto el 8 de junio de 1917, hijo de Leopold, un británico con ascendencia judía, y de Nelly Grün, una joven austríaca. Un nacimiento marcado por la Primera Guerra Mundial, y un conflicto bélico que tenía como enemigos a Austria y a Gran Bretaña, los países natales de sus progenitores. El apellido del historiador sufrió modificaciones. Originalmente era Obstbaum, pero al llegar su abuelo desde Polonia a Londres fue anotado en inmigraciones como Hobsbaum, y al nacer Eric el apellido sufriría una nueva modificación, ya que el cónsul británico no solo apuntó mal la fecha de nacimiento anotándolo el 9 de junio sino que también anotó mal su apellido poniendo una “w” en lugar de la “u” para llegar así a Hobsbawm.
Testigo lúcido
Su longevidad y el momento que le tocó vivir lo convirtió en testigo de los grandes momentos del siglo XX como el ascenso de los nazis en Berlín, que lo encuentra en esa ciudad despertando a su amor por Marx, apuntando en libretas todo lo que sucede a su alrededor, y formando parte de la resistencia comunista contra Hitler; la Guerra Civil Española; el estallido de la Segunda Guerra Mundial; la Guerra Fría; los levantamientos que sacudieron la América Latina en los años 60 y 70; el auge del “Eurocomunismo” en Italia; los debates dentro del Partido Laborista en los 80, recordando que cuando aún era adolescente escapaba de la casa de sus tíos para asistir a reuniones de ese partido que lo interpelaba más que el comunismo británico; y también lo atravesarán los movimientos vanguardistas, el cine, la literatura y la música. Encontraremos un Eric, que influenciado quizá por su madre escribirá ficción y poesía, que será un apasionado por la naturaleza, la vida de acampante, los largos paseos en bicicleta, y que vivirá buena parte de su infancia-juventud sin poder contar con sus padres y con importantes vaivenes económicos, que afectarán de distinta manera su escolaridad.
A los 15 años, ya huérfano, y a partir de la poesía de Bertolt Brecht se cruza con el Manifiesto comunista de Karl Marx y ya nada volvería a ser igual para él, y a partir del pensamiento marxista analizaría la historia del mundo y organizaría su vida.
Referente ineludible
Evans construye un libro de largo aliento desde una prosa simple y llana, que permite que el lector se sumerja en la vida y en el contexto que le toca vivir a Hobsbawm. Así lo acompañaremos en sus primeras acciones contra Hitler; en su experiencia dentro del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial; y compartiremos con él su desencanto al descubrir el modo en que se contaba la historia y que chocaba con su deseo de ser historiador; y cómo poco después lograría con sus textos, primero conquistar al gran público y luego convertirse en un intelectual de referencia para seguidores y detractores. Hobsbawm no aceptaba ni la vida ni la historia despojada de acción, y entonces decidió vivirla y también escribirla.
© LA GACETA
Flavio Mogetta