Dos que quieren presidir la Argentina a partir de 2023, el gobernador jujeño Gerardo Morales (UCR) y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se reunieron en la capital del país para aunar posiciones como líderes del sector moderado de Juntos por el Cambio (JxC). El encuentro tuvo como telón de fondo las diferencias de posición respecto del encuentro que convocó el Gobierno de Alberto Fernández durante la semana pasada para abordar el estado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la deuda externa. Mientras que Morales consideró una especie de deber ético la asistencia a este cónclave, Rodríguez Larreta optó por ausentarse. Esa disidencia se suma a las otras que surgieron luego de que JxC ganara las elecciones del año pasado, y que responden a la decisión de Morales y de otros presidenciables de levantar el perfil con la mirada clavada en las primarias de 2023.
Aunque compiten entre sí, Morales y Rodríguez Larreta son considerados exponentes del ala moderada de JxC en contraposición con el ex presidente Mauricio Macri y la titular del Pro, Patricia Bullrich, quienes encarnan una tesitura intransigente y proclive a sumarse a la creciente ola liberal que representa el economista Javier Milei. En el nombre del principio de no empujar al Gobierno hacia el abismo y de no ahondar el discurso de la grieta, los funcionarios coincidieron este lunes, durante la reunión que sostuvieron, en la necesidad de achicar la mesa de JxC para agilizar la deliberación y los movimientos.
“Hay algunos dentro de nuestro espacio que tienen la postura de que cuanto peor, mejor, que explote todo. Creo que la consigna de que explote todo termina perjudicando a la gente”, expresó Morales en comentarios periodísticos recientes. El posicionamiento del jujeño como precandidato presidencial incluyó una pegatina intensa de afiches en el centro porteño. “Por un radicalismo que quiere unir y gobernar el país”, dicen los carteles. En la capital, el jujeño mantiene una disputa con el senador Martín Lousteau, radical aliado de Rodríguez Larreta. El enfrentamiento incluso derivó en la ruptura del bloque de la UCR en la Cámara de Diputados.
La foto del jefe de Gobierno de la Ciudad y del gobernador presentó la intención de aplacar los conflictos internos. El punto de mayor división está localizado en la cuestión de la deuda, una “herencia” difícil de cargar. Mientras Morales reveló que el ex presidente Macri había comunicado a sus socios del entonces frente Cambiemos que iba a tomar el dinero del Fondo Monetario Internacional unos minutos antes de anunciar públicamente el préstamo, Rodríguez Larreta cuestionó la transparencia y la consistencia de la negociación encabezada por el ministro Martín Guzmán, y dijo que por esos motivos él rechazaba la invitación del Gobierno.
La conversación con la oposición respecto del pago de la deuda externa que evitaría que la Argentina caiga en default no está, pese a todo, cortada. La idea es que Guzmán asista al Congreso para brindar explicaciones a la dirigencia de Juntos por el Cambio. En virtud de una ley promovida durante este Gobierno, la renegociación del pasivo debe ser aprobada por el Poder Legislativo para tener validez. Se trata de una condición legal que, según trascendió, el FMI también demanda a modo de garantía de cumplimiento de las obligaciones.