Invasión rusa: por qué decir “Kyiv” es y no es lo mismo que decir “Kiev”

Ucrania promueve el sustantivo adaptado a su lengua oficial, en contraposición del nombre surgido durante la dominación rusa.

TENSIÓN. Soldados ucranianos montan guardia en el centro de Kiev.   TENSIÓN. Soldados ucranianos montan guardia en el centro de Kiev.

“Kiev” y “Kyiv” son dos formas de nombrar a la misma ciudad capital de Ucrania, pero rara vez aparecen como sinónimos usados de manera indistinta. El sustantivo “Kiev”, que es el más extendido y popular entre los hispanohablantes, tiene raíces rusas, mientras que “Kyiv” procede de la lengua ucraniana. Esa diferencia lingüística que para algunos podría ser minúscula se convirtió en una cuestión política hoy acentuada por la guerra. Tanto pesan las palabras que, durante 2018, el Gobierno de Ucrania lanzó la campaña “KyivNotKiev” (“KyivNoKiev”) y no le fue mal: consiguió que el mundo anglosajón descartara el nombre promovido por Rusia.

Desde el punto de vista de la pronunciación, la versión romanizada ucraniana pone énfasis en la “i”, mientras que la rusa incorpora una “e” suave. Pero esas sutilezas dejan de serlo cuando se considera que “Kiev” remite a las épocas en la que Moscú hacía y deshacía en su zona de influencia euroasiática, tanto con el esquema imperial del siglo XVIII como con la instalación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en el XX. De una u otra manera, el nombre de la capital ucraniana está vinculada con los pueblos eslavos de la Rus que se establecieron en el área durante la Edad Media. La tradición relata que “Kiev” o “Kyiv” deriva de uno de los tres hermanos (Kyi, Shchek y Khoryv) que fundaron la ciudad.

La influencia rusa dejó su huella en el nombre de la principal urbe de Ucrania y exportó la palabra al extranjero, donde la tomaron sin mayores cuestionamientos. Eran otros tiempos: las minorías no disponían de las armas que en el presente les permiten hacerse escuchar. A partir de 1991, con la disolución de la URSS y la declaración de independencia, Ucrania empezó a recuperar “Kyiv”. Cuatro años después, el Gobierno dispuso de manera oficial la inhabilitación de “Kiev”.

Los ucranianos naturalizaron pronto las nuevas reglas, más allá de que “Kyiv” nunca había desaparecido de su léxico. Aunque la Organización de las Naciones Unidas dio su visto bueno al vocablo romanizado en 2012, afuera hubo -y hay- mayor resistencia a aceptar una transliteración con frecuencia tildada de “gesto nacionalista” o de otra manifestación de la corrección política. Como se sabe, los cambios idiomáticos son difíciles de imponer: su capacidad de instalación depende de la voluntad de un número amplio de hablantes.

Recomendaciones

Pero el eslogan “KyivNoKiev” logró llamar la atención entre quienes hablan inglés, en especial luego de que la administración de Vladimir Putin anexara la Península de Crimea en 2014. Ese fue un punto de inflexión para la prensa anglosajona, que se sumó a quienes aplican la voz ucraniana en una tendencia que llegó a generalizarse en sus audiencias.

“Kiev” perduró entre los hablantes de lenguas neolatinas (castellano, portugués, francés, catalán…), al menos hasta ahora, cuando las redes sociales están empujando hacia una reconsideración de la cuestión. La Fundación del Español Urgente, institución asesorada por la Real Academia Española (RAE), indica que el nombre asentado en español de la capital es “Kiev”, con la “e” tónica, y aconseja atenerse a él por el hecho de que “yi” no puede ser asimilado a “y” o a “i”. La composición de la palabra dificulta una adaptación fácil como sucedió con “Peking”-“Beijing” en el caso de la capital china.

“La variante ‘Kíev’, con acento en la ‘i’, se ajusta más al nombre ruso, mientras que ‘Kyiv’ es romanización del original, pero contiene una combinación gráfica ajena al español”, expresa la entrada disponible en fundeu.es.

Identidad cultural

¿La necesidad de tomar una posición pública favorable a la causa ucraniana derrotará a los argumentos técnicos que benefician a la opción lingüística con reminiscencias rusas? Para las autoridades de la Nación invadida, “Kyiv” es otra forma de repeler el ataque y de defender su identidad cultural amenazada. Se trata de una reivindicación del idioma principal de las víctimas que, en aras de la coherencia, debería proseguir por la adopción de “Odessa” en lugar de “Odesa”; de “Kharkov” por “Kharkiv”; de “Lvov” en desmedro de “Lviv”; de “Nikolaev” por “Mykolaiv” y de “Rovno” en sustitución de “Rivne”, todas ciudades con denominaciones influidas por el empeño de “rusificar” Ucrania.

Kiev y San Miguel de Tucumán: dos ciudades unidas por la misma figura religiosa

En mayo próximo Kiev celebrará su cumpleaños 1.530. La cifra lo dice todo sobre la antigüedad de la ciudad, nacida cuando se iniciaba la Edad Media y construida sobre emplazamientos que datan de la Edad de Piedra. Un elemento hermana a la capital de Ucrania con la capital tucumana y es la presencia del Arcángel Miguel, patrono de Kiev, cuya imagen está plasmada en el escudo de la ciudad. El corazón de Kiev es el río Dniéper, que serpentea entre los barrios y organiza la vida social desde las épocas fundacionales. El último censo, realizado en febrero del año pasado, registró una población de alrededor de tres millones de habitantes.

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