Para Miguel Ángel Estrella

Por Ernesto Sábato - Escritor.

08 Abril 2022

Vinará, 8 de octubre de 2003.

Sabés, Chango, que he dicho, y creo que en vos se manifiesta vívida, la excelencia en el arte y en el amor. Cuántas veces he quedado en nuestra larga amistad, escuchando en éxtasis tu piano. Y tantas, y las mismas, siendo testigo de tu entrega a los demás, a los más pobres, a los que nada poseen más que el resplandor sagrado de sus existencias agobiadas. La entrega, la verdadera entrega, cuesta la vida. Y vos lo sabés y lo supiste, y ¡cómo! en la cárcel y en la tortura. Por eso, hemos querido nosotros, desde esta fundación de la que también sos parte, ofrendar un homenaje a la tierra que te vio niño, a esta casa en la que aprendiste lo que volcaste luego a los hombres, al mundo. Nuestro homenaje es, de gran manera, a tu madre y a tu padre, que en la estrechez y en la belleza de estos muros, te inculcaron en pequeños gestos, en sus palabras y en su silencio, el sentido tan hondo y fértil de la vida que se ha rebasado apasionadamente hacia los demás, conformando un mundo que engrandece la vida en el arte, y la resguarda en religioso cuidado. Vos, Miguel Ángel, desde hace un tiempo me llamás Papá, y yo acepto esta herencia de tu padre, pero yo te llamo hermano, porque es esa raíz y ese surco, el que juntos, y con los demás que nos rodean, queremos andar. Fue Alejandro, quien propuso Vinará; con él, y con Marcela y con Nicolás, con Renée y Sacha, y los demás jóvenes que se vinieron hasta acá, y con Elvirita, te decimos: “demos una fiesta de gratitud a la vida, acá en este Vinará fecundo”. Y gracias a vos, Música Esperanza, que nos ha recibido, y también gracias a los chicos que ayer me dieron tanto afecto y tanta devoción en sus cartas.

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