La Escuela de la Patria y un deseo incumplido

13 Abril 2022

Persona de alta calidad o dignidad. Arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo. Todo pueblo tiene sus próceres y estos, por sus virtudes se suelen convertir en modelos, merecedores de ser imitados por los ciudadanos. Sin embargo, no suele ser una práctica común entre los argentinos, y en particular, los tucumanos. Manuel Belgrano estuvo vinculado militar y afectivamente a Tucumán desde 1812, cuando decidió plantarse en nuestra ciudad para enfrentar a los realistas que superaban al Ejército del Norte en cantidad de soldados y armamentos. Y luego volvió a derrotarlos en Salta, impidiendo que España se adueñara del norte del país, sentando además las bases para la futura independencia nacional que se declararía el 9 de julio de 1816, en San Miguel de Tucumán.

Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorga a Belgrano 40.000 pesos oro. El creador de la Bandera dona ese dinero para la construcción de cuatro escuelas públicas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Redacta además un reglamento, en cuyo artículo primero, señala que el maestro de escuela debía ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer. “Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dineros sin degradarlos… he creído de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de la patria, destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras…”, le respondió a la Asamblea. Los sucesivos gobiernos dieron otros destinos a ese dinero y las escuelas tardaron mucho en ser construidas, menos la de Santiago del Estero que se levantó en 1822. Las otras se erigieron en la segunda mitad del siglo 20 y en el 21: la de Tarija en 1974, la de Tucumán en 1998 (solo la primera parte) y en 2004, la de Jujuy.

En estos días, se ha suscitado una controversia entorno de la Escuela de la Patria, cuya primera parte se terminó de construir en 1999, luego de intensas gestiones del ex diputado nacional Miguel Nacul. Sin embargo, el establecimiento al que se accede por calle La Rioja 650, no se incorporó al sistema como una nueva oferta educativa, sino que por disposición del entonces gobernador Antonio Bussi el edificio se convirtió en el albergue de las escuelas: primaria “Manuel Belgrano” y la secundaria Comercio N° 3, cuando Belgrano hablaba de escuelas de primeras letras. A partir de ahí, en casi 23 años, se sucedieron vicisitudes que impidieron la conclusión de la segunda etapa del inmueble. Hace pocas semanas, el ministro provincial de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, anunció que se levantará una nueva Escuela de la Patria en la manzana donde funcionan actualmente la Belgrano y la Comercio N° 3. Señaló que la decisión cuenta con el aval del ministro nacional de Educación, Jaime Perczyk, y que oportunamente dará a conocer los detalles del proyecto.

Más allá de si debe concluirse lo que ya se hizo o comenzar una nueva historia, se corre el riesgo de que el nuevo edificio no se construya en tiempo y forma y que los gobiernos venideros se desentiendan de hacer realidad el legado de Belgrano. Ya el desagradecimiento tucumano hacia el prócer es penoso y lo sería aún más si su deseo siguiese sin cristalizarse. “Yo quería a Tucumán como a la tierra de mi nacimiento, pero han sido aquí tan ingratos conmigo que he determinado irme a morir a Buenos Aires, pues mi enfermedad se agrava cada día más”, le dijo a su amigo José Balbín, cuando partió a fines de 1819 a Buenos Aires, donde murió el 20 de junio de 1820.

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