Tucumán abrió la temporada de alineamientos políticos

Tucumán abrió la temporada de alineamientos políticos

El dólar sigue subiendo; la inflación es un fenómeno que llegó para quedarse. Todo indica que el Gobierno nacional apelará, como tantas veces, a la emisión monetaria para pagar los compromisos asumidos con los sectores más vulnerables. El consumo ya no es el mismo. Todo aumenta y todos los días. El Estado paga regularmente los salarios, pero no alcanza para llegar a fines de mes, por el lado de los trabajadores, y para reponer mercadería en el corto plazo, por el lado de los empresarios. Las promesas van a la velocidad de la luz, mientras los actos de gobierno vienen por detrás, como reacción más que como acción. Aún así, la política se da tiempo para buscar la forma de sostenerse a este período de crisis que aún no encuentra la receta necesaria para que la sociedad deje atrás el malhumor. Seis de cada 10 argentinos siguen siendo pesimistas respecto del rumbo de la economía y sobre su situación financiera a un año, en un contexto inflacionario a tasas superiores al 50% anual. Hasta el FMI quiere revisar la evolución de los precios de la economía porque sus técnicos están convencidos que el 48% proyectado para este año se quedará corto, al menos en 10 a 12 puntos porcentuales.

Las disputas de poder se naturalizan. Los ciudadanos se convencen más de que a la dirigencia sólo le importa mantenerse en la marquesina política. Sin contratiempos financieros a la vista, los gobernantes locales comienzan a vislumbrar el escenario de mediano plazo. Juan Manzur y Osvaldo Jaldo han protagonizado un encuentro del que poco se sabe del contenido de esa charla en Buenos Aires. El silencio del vicegobernador da un indicio de que, al menos, ha quedado conforme con lo acordado con el jefe de Gabinete de la Nación. Los cambios serán graduales. Hubo y hay funcionarios que estaban cuestionados por la demora en elaborar y presentar proyectos ejecutivos. Pero no sólo Obras Públicas estaba en la mira; en todas las áreas oficiales hay situaciones que inquietan al vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo.

Manzur, mientras tanto, sigue pensando que él debe ser “el gran elector” hacia 2023. Por eso los jaldistas están prácticamente convencidos de que el gobernador interino será acompañado por un hombre o por una mujer que el propio jefe de Gabinete bendiga. El problema es que, mientras más pasa el tiempo, más caen las acciones de los potencialmente bendecidos. Los problemas coyunturales sepultan deseos personales. Hace más de dos años, previo a que se declare la pandemia de la Covid-19, Manzur había analizado la posibilidad de hacer la “gran Cristina” en Tucumán. La interna del año pasado le puso ruido a ese proyecto, pero no ha quedado trunca esa ingeniería electoral. 

¿Qué pasaría si el gobernador en uso de licencia decide reflotarlo? ¿La eventual candidatura a vicegobernador es el “Plan B” del sanitarista? ¿Manzur volverá a Tucumán? Ninguno de esos interrogantes debe ser desechado. El último es el que más desvela a los jaldistas. El “por ahora, no” se impone, tomando en cuenta el protagonismo que el jefe de Gabinete tiene hoy en una gestión en la que el presidente Alberto Fernández es vapuleado desde distintos sectores porque no le encuentra el rumbo a la economía. A todos les duele el bolsillo y el mandatario nacional se expone cada vez más al síndrome del pato rengo más allá de sus intenciones reeleccionistas. Entonces surgen gobernadores que anticipan comicios en sus distritos para no quedar pegados a la Nación. 

Ahora, ¿qué sucedería si Manzur pega la vuelta? Algunos de sus allegados estiman que eso podría suceder entre septiembre y octubre. ¿El objetivo? Bajar el nivel de tensiones internas en el Frente de Todos. Las internas afloran cuando hay poco para repartir. Nadie quiere quedar fuera del armado de las listas oficialistas para 2023. Jaldo solo no podrá contener la horda justicialista. Manzur tampoco tiene margen para actuar como el llanero solitario. El peronismo es una estructura colectiva que requiere de un aceitado aparato para ganar elecciones.

Reglas de juego

Juntos por el Cambio, en tanto, tiene que revalidar el resultado obtenido en noviembre pasado. Estar a dos puntos de la victoria electoral dio más obligaciones que derechos. Y todo parece indicar que la dirigencia opositora todavía no ha tomado nota de esa máxima. Hay una luz de esperanza de reencuentro, pero no para acordar posturas; simplemente será para definir las reglas de juego de una interna que, hasta ahora, parece ineludible, entre el intendente de esta ciudad, Germán Alfaro, y el diputado nacional y titular de la UCR tucumana, Roberto Sánchez.

Alfaro ha decidido guardar silencio y mirar hacia adentro, hacia su gestión. Desde esa posición le tirará dardos a la Casa de Gobierno, el lugar donde quiere llegar y en el que el Frente de Todos se quiere instalar una vez más de la mano de Jaldo. Sánchez, en tanto, buscará reagrupar a sus correligionarios para fortalecer la estructura del radicalismo. En el medio de todo esto es posible que asome el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, que la próxima semana se reuniría con Alfaro, por cuestiones institucionales. Uno de los motivos de la charla será la organización de la Maratón del Bicentenario. El otro puede estar vinculado a la eliminación de la rotonda de Camino del Perú y avenida Perón o avenida Belgrano, dependiendo desde la óptica que se mire. Y, como no hay dos sin tres, es probable que se analice al cuestión interna sin debatir candidaturas pero, como se dijo antes, definiendo pautas para lo que sería la interna sin necesidad de romper la coalición.

Los nombres y apellidos se repiten. De las cumbres de dirigentes surgirán las estrategias que se adoptarán para el año que viene. En Tucumán se abrió la temporada de alineamientos políticos. Resta saber si serán tan duraderos como para llegar a junio del año que viene con un Frente de Todos o Juntos por el Cambio.

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