¿Por qué no pudo evitarse el paro del transporte?

Los gobernadores exteriorizan su reclamo al Gobierno nacional por más federalismo.

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“Somos rehenes”. La frase fue el corolario de una jornada difícil y complicada desde el punto de vista político e institucional. La dijo anoche el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo, Osvaldo Jaldo, tras confirmarse el paro que el gremio de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) realizará, por 72 horas, en el interior del país. Las palabras del gobernador interino fueron una descarga de bronca. La plata para negociar la mejora salarial a los choferes estaba. 

De hecho, la semana pasada, el propio Jaldo había visitado al ministro de Transporte de la Nación, Alexis Guerrera, y de ese encuentro se destrabó un anticipo de las transferencias nacionales para compensar tarifas del servicio público de transporte de pasajeros. Por eso ayer, la Casa de Gobierno convocó a gremialistas y a empresarios de la actividad. Cuando todo parecía cerrado surgió otro inconveniente: la conducción nacional no estaba dispuesta a que la filial Tucumán del gremio firmara un acuerdo local, en desmedro del resto de las jurisdicciones del interior del país.

La queja tucumana no fue la única. Hubo una decena de gobernadores que también intentaron destrabar el conflicto en sus distritos con el fin de que hoy todos los empleados, públicos y privados; todos los estudiantes (de cualquier nivel educativo) y toda aquella persona que necesite hacer trámites pueda concretarlos sin inconvenientes. En el microcentro, las quejas se repetían anoche. Hubo trabajadores que aceleraron la marcha ante el temor que los colectivos sean guardados antes de la medianoche y, así, quedaran varados en las paradas. 

Hubo dueños de locales y empleados que conjeturaron que el regreso de los paros del transporte retrotraen a la población a las épocas de cuarentena obligatoria de 2020, en la que las medidas de fuerza de los choferes coincidieron con la decisión oficial de no permitir la libre circulación de los ciudadanos, argumentando la pandemia de la Covid-19. Ayer confinados por un virus; hoy por un conflicto sindical que se viene repitiendo en el tiempo y que nadie, absolutamente nadie, toma el toro por las astas y trate de ponerle fin a un viejo reclamo de subsidios más federales y decisiones políticas menos unitarias.

Varios gobernadores se preguntaron anoche dónde está el federalismo que declama la Casa Rosada si de sólo ver cómo se distribuyen las compensaciones dinerarias se observa una fotografía que no ha cambiado. Un 85% de esa ayuda federal se vuelca al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) para que el boleto siga costando 18%, mientras que el 15% restante se distribuye en 22 provincias. 

En Tucumán, el boleto urbano cuesta $ 45, con riesgo de que se eleve, en el corto plazo, a $ 74, y no a $ 155 como pretenden los empresarios como una manera de mantener la estructura de costos del servicio. La inflación ha dañado a toda la estructura económica, pero, ¿por qué siempre los usuarios deben ser los que carguen con el mayor peso de los reajustes? Es verdad que los insumos que necesitan los empresarios se fueron por las nubes, pero no es menos cierto que el salario de un trabajador (incluso el de los mismos choferes) no le sigue –ni por cerca- a la inflación en la alocada carrera de la suba de precios.

Jaldo, como varios de sus pares, sabe que el costo político lo pagará su gestión, porque las quejas ciudadanas apuntarán más a la Casa de Gobierno que a las empresas del sector. El gobernador interino se lo planteó ayer al ministro de Transporte de la Nación, en una comunicación telefónica matutina, en la que el tranqueño intentó que el funcionario nacional se jugara y tratara de acordar una tregua con el gremio que, a nivel nacional, conduce Roberto Fernández, un dirigente muy cercano al gobernador en uso de licencia y jefe de Gabinete de la Nación, Juan Manzur. 

De hecho, todas las partes que hoy están en conflicto compartieron un asado no hace mucho tiempo, el 17 de octubre de 2018, cuando Manzur traía referentes nacionales a los actos que organizaba en distintos puntos de la provincia para intentar posicionarse ante los embates del macrismo que gobernaba el país. Ese encuentro, particularmente, se había realizado en San Andrés, en el Centro Recreativo de UTA. No hubo chances. O acordaban todos o ninguno. Los gremialistas locales temían que, firmar el acuerdo paritario en territorio tucumano podía exponer a la desafiliación del sindicato local por no acatar una decisión orgánica de la central de UTA.

La problemática del transporte había sido analizada en los encuentros de los mandatarios del Norte Grande, realizados en Iguazú y en Salta, pero hasta ahora no ha encontrado eco en Buenos Aires. Pero esta situación no circunscribe a una sola región. Por ejemplo, ayer el gobernador sanjuanino, el peronista Sergio Uñac, planteó en su cuenta en Twitter que su distrito, como el resto que compone el interior del país, “es rehén por una visión centralista de la Argentina”, en consonancia con el reclamo de Jaldo. 

“Estamos dispuestos a trabajar para cambiar esta inequidad, y para ello presentaremos a través de los representantes de San Juan un Proyecto de Ley de Distribución Federal de los fondos de compensación al transporte e invitaremos al resto de las provincias a acompañarnos”, propuso Uñac, pidiendo a su vez el acompañamiento de la Federación Argentina de Transportadores por Automotor de Pasajeros (FATAP) y a la Unión Tranviarios Automotor (UTA Nacional) para apoyar la iniciativa que “buscará eliminar esta injusta e inequitativa distribución de recursos”.

La queja fue más allá. Por ejemplo, el gobernador Juan Schiaretti, ha enfatizado en las asimetrías existentes en el país y las expuso durante un almuerzo en la Fundación Mediterránea. “En Córdoba queremos trabajar y no queremos que nos discriminen, por eso los cordobeses reclamamos sobre los subsidios al transporte. ¿En qué cabeza cabe que el año pasado pusieron 189 mil millones de pesos, el 85% para el AMBA y para el interior nada más que el 15%?”, denunció. 

Y, a renglón seguido, hablando de otra asimetría vinculada con la energía, continuó: “nosotros queremos un país federal en serio, que deje de tener la mirada desde el AMBA, que deje de ver desde el puerto de Buenos Aires y sus alrededores. Somos expresión del interior profundo y así vamos a seguir hasta conseguir una Patria que realmente nos contenga a todos”.

El santiagueño Gerardo Zamora tendrá una ardua tarea a la hora de definir los temas que los mandatarios del Norte Grande analizarán, dentro de 10 días, en la cumbre del Consejo Regional de la región que agrupa a 10 provincias. Las asimetrías siguen siendo una materia pendiente en las promesas que el presidente Alberto Fernández ha realizado a los mandatarios, tal vez la única columna vertebral política que le queda en la puja interna con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es probable que el 27 del corriente, varios ministros nacionales acompañen a Manzur al encuentro regional.

El paro no pudo ser evitado, hasta el momento, y la pregunta que subyace en todos los ámbitos es: ¿cuánto pierde la economía con esta medida de fuerza?

Baja el consumo, los trabajadores intentarán sortear la falta de colectivos con otros medios que implican un aumento considerable en el gasto diario en transporte y así, no perder el presentismo. Algunos comercios resentirán sus actividades cotidianas por falta de demanda. No habrá clases o, en el mejor de los casos, puede haber un alto nivel de ausentismo por no contar con los medios para concurrir a los establecimientos. Demasiadas consecuencias en tiempos de una inflación galopante que daña todo el aparato productivo nacional.

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