Güemes y su tiempo: cuatro miradas sobre el héroe

Un repaso por la vida, por la carrera y por el legado del prócer salteño, baluarte de la Guerra por la Independencia y merecedor de homenajes que durante mucho tiempo la historia oficial no le confirió en su justa medida

En la intimidad

Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Corte nació en Salta, ex Virreinato del Río de la Plata, el 8 de febrero de 1785. Hijo de don Gabriel de Güemes Montero -quien se desempeñaba como Tesorero de Real Hacienda en la Intendencia de Salta del Tucumán- y de una jujeña, doña María Magdalena Goyechea y la Corte, a los 14 años se incorporó como cadete al Regimiento Fijo, del que formó parte durante seis años. Tuvo ocho hermanos.

En un texto de Felipe Pigna publicado en Clarín, explicó que la hermana de Güemes, Macacha, fue quien ofició de celestina y le presentó a Carmen Puch, quien sería su futura esposa. “La escritora Juana Manuela Gorriti solía decir que era una mujer maravillosa, con todas las seducciones que puede soñar la más ardiente imaginación”, escribió Pigna al respecto. Dos semanas después de asumir el gobierno salteño, el 15 de julio de 1815, Güemes contrajo matrimonio en la Catedral de Salta con Carmen, con quien tuvo tres hijos: Martín, Luis e Ignacio.

La vida para la pareja no fue fácil debido a las batallas y poderosos enemigos que tenía Güemes. Los realistas llegaron a planificar el secuestro de Carmen y sus hijos con el propósito de extorsionarlo y ella lo evitó viajando a caballo hacia Rosario de la Frontera, donde vivía su padre. Desde allí se comunicaron a través de cartas. En la única carta que se le conoce a Carmen le dice al General: “Mi vida, mi cielo, mi amor, por Dios cuídate mucho y no vas a estar descuidado (...) Mi rico, cuándo será el día que tenga el gusto de verte y estrecharte en mis brazos y darte un millón de besos en mi rica jetita”.

Nunca pudieron abrazarse. El 7 de junio de 1821 los realistas le tendieron una emboscada a Güemes y lo hirieron de muerte. Días después de fallecer el General murió también su tercer hijo, Ignacio, poco antes de cumplir un año y a quien Güemes no conocía.

Los rumores de la época dicen que Carmen “se dejó morir” y falleció a los diez meses, de pena y depresión.

Semblanza de un guerrero

Los historiadores destacan de Güemes su habilidad política para coordinar y organizar milicias y jefaturas locales en un territorio extenso, la capacidad para negociar alianzas con diferentes facciones políticas y construir poder a partir de las estrategias que implementaba para resistir y rechazar las invasiones realistas, especialmente las dos más importantes de 1814 y 1817, que llegaron a ocupar las ciudades de Salta y Jujuy.

“En abril de 1814 San Martín le confió la comandancia de las fuerzas patriotas de avanzada que operaban en el Alto Perú, actuó en combinación con él y con Belgrano. Desde mayo de 1815, y hasta su muerte, ejerció esas funciones y las de gobernador de la Intendencia de Salta que abarcaba Salta, Jujuy, Orán, Santa María, Chichas y Tarija”; escribió el historiador Gregorio Caro Figueroa para LA GACETA. “Junto con el ejército regular, Güemes comandó milicias organizadas en escuadrones integrados en grupos de 25 a 50 hombres, de 15 hasta 50 años de edad. Eran gauchos, arrieros, artesanos, labradores, todos ‘patriotas campesinos’ iniciados como jinetes a los siete años. A su conocimiento del terreno, añadían destreza en el caballo, resistencia a las privaciones, astucia y valentía. Güemes llegó a reunir hasta 6.000 hombres. Con ellos, desde 1814 hasta 1821, las fuerzas patriotas rechazaron seis ofensivas del ejército realista. La inferioridad de recursos materiales fue compensada con el conocimiento del terreno, la adhesión de los pobladores y la capacidad de privar de recursos a los realistas, con acciones sorpresivas y arriesgadas, sometiendo al enemigo a una guerra de desgaste. Condiciones que, reconoció un general español, admiraban los militares europeos”.

El historiador explicó finalmente que Güemes aportó un apoyo fundamental al plan continental estratégico de San Martín: “Güemes antepuso la independencia a las luchas internas, la patria a las ambiciones personales, la unidad a la dispersión y el localismo, y el acuerdo entre patriotas al conflicto y la anarquía”.

Una cuestión de imagen

Las imágenes que circulan de Güemes son tomadas de dos obras de arte, producidas en Salta y basadas en familiares del héroe gaucho. Hasta el día de hoy se especula con cómo habría lucido el héroe.

“El primer retrato que se hizo de Güemes fue realizado por el plástico francés Ernest Charton, quien estuvo de paso en Salta el año 1876 y lo hizo por encargo de Juan Martín Leguizamón. Al no haberse hecho ningún retrato en vida de Güemes, Charton tuvo que recrear el rostro. En ese retrato Güemes aparece con vestimenta de gaucho. Mientras que en el dibujo de Flavio García, Güemes está con uniforme de oficial porque se pretendía “un Güemes vestido de militar luciendo el regio uniforme con alamares”, dice el historiador Romero Sosa (1962).

“El único modo de hacerlo era apelar a la memoria de personas ancianas que recordaban la fisonomía de Martín Güemes Puch, hijo del general. Güemes Puch fue gobernador de Salta y murió en 1859”, explicó el historiador Gregorio Caro Figueroa tiempo atrás a LA GACETA. “Leguizamón y la familia Güemes, por encontrar un parecido con Güemes Puch, eligieron como modelo a Carlos Murúa Figueroa Güemes (nieto de doña Francisca Güemes de Figueroa), quien posó para Charton”, añadió.

Otra de las imágenes, quizás la más conocida por todos, está basada en la obra de Eduardo Schiaffino y forma parte del patrimonio artístico de los salteños, en el Museo de Bellas Artes (Av. Sarmiento y Av. Belgrano) donde se puede contemplar allí actualmente, en el primer piso del edificio.

La obra fue realizada a principios del siglo XX a pedido de un familiar del héroe. Esa imagen fue realizada con la ayuda de fotografías de descendientes de Güemes y los relatos realizados por sus allegados y familiares. Es un dibujo a lápiz y carbonilla sobre cartón que lleva la firma ‘E. Schiaffino’, fechado en 1902. En 1965 fue certificada y legalizada por decreto N°8988 por el Ministerio de Gobierno como retrato oficial de Güemes.

Algunos pasos por Salta

En la ciudad de Salta se respira la vida y obra de Güemes y en diversos lugares de la ciudad se descubren los rastros que dejó. Si estás pensando en viajar te sugerimos visitar estos cuatro lugares:

- Museo de Güemes, España 370. A una cuadra y media de la plaza 9 de Julio se encuentra el edificio donde funcionó la Tesorería Real de la Intendencia de Salta del Tucumán hacia fines del siglo XVIII, y donde vivió Güemes junto a sus padres y sus ocho hermanos. En 2010 fue adquirido por el Gobierno de la Provincia y hoy funciona allí el Museo Güemes. Con un recorrido moderno e interactivo que incluye robots, hologramas, maquetas y cuadros que hablan -ideal para visitar en familia- se relata allí la vida y obra del General que fue clave para la independencia de nuestro país.

- Museo de la gesta güemesiana y gaucha. Mariano Moreno s/n, San Lorenzo. El museo se encuentra en el predio de la “Agrupación Gaucha Juan Carlos Dávalos”; al pie del cerro La Cruz, junto a la Reserva de Las Yungas, a 30 minutos de plaza 9 de Julio. Se llega por la ruta provincial 28. Se exponen 19 maquetas desarrollas en 300 metros cuadrados, que recrean desde el natalicio hasta el primer traslado a Salta de los restos del General Martín Miguel de Güemes. La calidad de las maquetas y el relato de la vida de Güemes cobran vida en las pequeñas figuras.

- Quebrada de la Horqueta. A 9 kilómetros de la plaza 9 de Julio. A 7 km de Finca de la Cruz se encuentra el lugar donde Güemes dio su último suspiro luego de 10 días de agonía. Ideal para pasear en auto o a caballo.

- Monumento a Güemes, al pie del cerro San Bernardo. Es uno de los lugares emblemáticos de Salta. El monumento se encuentra emplazado en un parque que fue reciclado en 2019. Desde allí se observan los atardeceres y la ciudad de Salta con total claridad. Hipólito Yrigoyen fue quien impulsó la obra, que se finalizó en 1931. Tomarse una fotografía allí “certifica” el paso de los turistas por la capital salteña.

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