¿Por qué Eva Perón fue excepcional?

Pasión, muerte y belleza*. Por Beatriz Sarlo para LA GACETA.

24 Julio 2022

Nadie discute su excepcionalidad, la dureza de su temperamento, la fortuna que la hizo caer en el centro de los acontecimientos, el final trágico y las revanchas innobles de sus enemigos. ¿Por qué Eva Perón fue excepcional? O, más bien, ¿su excepcionalidad fue una emanación de cualidades que ella ya tenía o una producción en la que las circunstancias privadas, la vida de artista, su marido y la coyuntura también excepcional de la Argentina se combinaron de un modo sorprendente? Eva es única. Esto explica la fascinación, el odio, la devoción que la rodearon (todavía hoy su retrato decora las paredes de muchos despachos políticos, en algunos casos insospechados de peronismo). Eva es única. Se puede repetir esto; de hecho se lo ha repetido durante décadas: las celebraciones editoriales y de la cultura pop, en los últimos años, dieron vueltas y vueltas a esa afirmación sencilla, como si fuera una novedad sorprendente. 

Por supuesto, en estas celebraciones, la belleza de Eva fue una especie de tema, que tejía sus notas con el tema político y con la prehistoria de muchacha provinciana a la caza de Buenos Aires. Tanto como los llamados gorilas vivieron afiebrados por los lujos de la vestimenta oficial y expusieron, después de 1955, sus joyas, sus zapatos, sus pieles en un bazar chabacano que debía aleccionar sobre los excesos de todo género de la tiranía depuesta, las celebraciones iconográficas francamente evitistas de los últimos aniversarios aplicaron a Eva instrumentos variados para decir, una vez más, que ella era única y excepcional.

Eva fue única. Esto podría decirse casi con un tono de alivio. Pero quizá podría intentarse una explicación. Su excepcionalidad no se mantiene sólo por la belleza, ni por la inteligencia, ni por las ideas, ni por la capacidad política, ni siquiera por su origen de clase, ni su historia de aldeana humillada que se toma revancha cuando ha llegado arriba. Hay algo de todo esto: Eva sería entonces una suma donde cada uno de los elementos son relativamente comunes, pero que se convierten, todos juntos, en una combinación desconocida, perfectamente adecuada para construir un personaje para un escenario también nuevo, como lo era la política de masas en la posguerra.

¿Qué hizo la excepcionalidad de Eva Perón? ¿Respecto de qué fue excepcional? ¿De qué tipo de mujeres, de actrices, de políticas, de esposas de presidente se diferenció? Aunque cueste creerlo, Eva pareció siempre tan excepcional (a sus enamorados y a sus detractores) que pocos se entretuvieron en un ejercicio comparativo relativamente obvio. Eva fue una actriz que compitió con otras actrices y, si no hubiera existido la intervención de varios hombres (como los militares llegados al poder en junio de 1943), habría perdido esa competencia. Su carrera había llegado a un punto de donde difícilmente se salta a ningún estrellato. Mucho de lo que después fue la base de su magnetismo corporal estuvo en el origen de su fracaso como aspirante en el mundo bastante poblado de la industria cultural argentina. Su diferencia, que la favoreció en la escena política, no la había impulsado en la escena del radioteatro ni del cine. Más tarde, como mujer del presidente, Eva marcó esa diferencia hasta el escándalo: contra el bajorrelieve de matronas presidenciales y de la elite local, Eva era, a veces, glamorosa, brillante como las stars del celuloide; otras veces, austera de un modo que tampoco tenía que ver con el estilo de la austeridad patricia.

Ninguna de estas cualidades podía sencillamente confundirse con la guaranguería que, para la oposición de la época peronista, daba la explicación más sencilla, precisamente porque era una explicación de clase. La apariencia de Eva, que no hubiera podido llevarla a ninguna parte en el mundo del espectáculo sin la intercesión de los militares nacionalistas de 1943, era excepcional, en cambio, en la escena política. Por lo tanto: Eva no fue una actriz hecha política. Fue más bien alguien que no podía ser actriz por algunas de las razones que la entronizaron en la cima del régimen peronista. Lo que era insuficiente o inadecuado en el mundo del espectáculo valió como una posesión rara y sorprendente en el mundo de la política.

* Fragmento del artículo publicado en este suplemento en 2003.

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