Fórmula 1: la FIA cuestionada tras decisiones polémicas

El autódromo de Monza también es conocido como “el templo de la velocidad”. Es el trazado más rápido de todo el calendario mundial y uno de los desafíos que tienen los pilotos es acertar dónde apretar el freno. Un buen ejemplo es la chicana (compuesta por las curvas dos y tres) pegada a la larga recta de 1160 metros con aceleración total. Los pilotos deben frenar de 350 a 90 kilómetros por hora, realizar la chicana y salir en aceleración total. La precisión debe ser la de un cirujano.

En este escenario la máxima categoría del automovilismo mundial tenía una cita el fin de semana pasado. La previa estaba plagada de condimentos particulares, el más fuerte de ellos era el cumpleaños 75 de Ferrari que había planeado una serie de festejos en torno al Gran Premio de Italia. El primer detalle notable era el amarillo, tanto en la cresta superior de la F1-75 como en la ropa de los mecánicos, ingenieros y hasta pilotos. La elección de ese particular color resulta para homenajear a Módena, lugar de nacimiento de Enzo Ferrari, pensador, creador y fundador de los autos rojos.

El sábado Charles Leclerc había clasificado primero y compartía fila de largada con George Russell ya que Carlos Sainz, Lewis Hamilton, Sergio “Checo” Pérez y Max Verstappen (pilotos de las escuderías que compiten por el podio) tenían penalidades por cambios en la unidad de potencia. Era la gran oportunidad de salvar el año para Ferrari: ganar en su cumpleaños, en su casa y con su principal piloto. La carrera comenzó bien. En la largada Leclerc aceleró fuerte, cuidó su cuerda y cruzó limpio por la chicana, Russell se acomodó segundo siguiéndolo de cerca, Daniel Ricciardo aseguró el tercer lugar y Verstappen (que había largado en octavo) se acomodó cuarto. El campeón del mundo, solo en la largada, ya había pasado cuatro rivales. De allí para adelante todo fue un juego finito de estrategias y cálculos. Ferrari intentó con Leclerc ir a dos paradas, mientras que Verstappen fue a una. Esto sumado al ritmo endemoniado del piloto de Red Bull género que en la vuelta 47 de 53 el orden sea el siguiente: Verstappen primero (con gomas medias viejas), Leclerc segundo a 16” (con gomas blandas nuevas) y tercero Russell (con goma dura vieja) a 15”. La carrera parecía definida hasta que Ricciardo tuvo un problema con el McLaren y tuvo que dejarlo en medio de la pista. Bandera amarilla y auto de seguridad a cinco vueltas del final.

El panorama era espectacular: Verstappen y Leclerc pelearían por la victoria en los últimos giros de carrera (como también lo harían todos los pilotos de la grilla, por las distintas posiciones de puntos). Increíblemente nada de eso pasó. Control de carreras tomó la decisión que la competición terminara bajo el auto de seguridad (safety car) y desató un oleaje sinfín de críticas.

Si bien la decisión de los directores está dentro de las reglas (se puede terminar una carrera bajo auto de seguridad), es difícil entenderlo y resulta complicado pensar en comparativa a lo sucedido en la definición del campeonato 2021 en Abu Dabi. En aquel entonces un accidente de Nicholas Latifi de Williams se resolvió con el vehículo de seguridad, pero a diferencia del pasado fin de semana, Michael Masi (quien era el director de carreras de la F-1 en esos días) decidió que el auto de seguridad se vaya en el último giro para que Hamilton y Verstappen definan el mundial en pista. Conocemos la resolución y la polémica. Vale aclarar que después de esa carrera, Masi fue echado de su cargo por una inmensa presión social (que incluso le dejó amenazas de vida en el contestador de su domicilio particular). Si bien cada caso es diferente (y no todos los domingos se definen los campeonatos) la pregunta imposible de no hacer es: ¿una carrera debería terminar con safety car?”

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