Nos guste o no, hoy las redes sociales son la caja de resonancia de lo que sucede en el mundo. Lo que hasta no hace mucho tiempo se consideraba “charla de café”, hoy tiene otra preponderancia cuando se viraliza. Y cuando un tema se convierte en tendencia (trend topic en el idioma de las redes) es, como solía decirse, que el río está sonando, por lo que agua lleva. Las redes sociales, incluyendo foros de opinión, hoy hablan de dos cosas como las principales preocupaciones de los argentinos: la inflación y la inseguridad. Y en el caso de Tucumán, esa sensación se invierte. Según la consultora Meraki, al 26,50 % de los encuestados le preocupa la inseguridad, y al 21.17% la inflación por estos lares. Claro que a eso hay que agregarle que como tercer tópico de inquietud, con el 17,33%, está el narcotráfico junto a las adicciones, dos problemas íntimamente relacionados con la inseguridad. Es decir, que casi el 44% pone a la delincuencia como la principal cuestión que, literalmente, le quita el sueño. En Tucumán además se palpa efectivamente lo que en su momento Aníbal Fernández dio en llamar “sensación de inseguridad”. Es que la gente tiene miedo de salir a la calle. El año pasado se conoció una encuesta en la que se advertía que siete de cada 10 tucumanos habían sido víctimas de un delito en los últimos cinco años. Además, el Gran San Miguel de Tucumán tenía el mayor índice de victimización (cantidad de víctimas): un 37,2% de las familias había sufrido un delito, una cifra que estaba 5,4 puntos arriba sobre la media nacional. Nada de eso ha cambiado.
Hace un año, Tucumán se encontraba en el octavo lugar entre las provincias que más robos sufría, según una encuesta de Federalismo y Libertad. Paradójicamente, era una de las provincias que más invertía en seguridad, un 8,59% sobre el porcentaje total de gastos, “demostrando una vez más la ineficiencia del gasto público”, decía el informe.
Hace un año también, y por razones ajenas a lo que había elegido la provincia, Tucumán cambió de gobernador. Convocado por las autoridades nacionales, y luego de una paliza eleccionaria, Juan Manzur recaló en el gabinete nacional como jefe de Ministros, y Osvaldo Jaldo, quien esperaba sentarse como titular en el sillón de Lucas Córdoba en 2023, tuvo que adelantar la mudanza desde la Legislatura. Y se subió a dos caballitos de batalla: las obras públicas y la inseguridad. Con el aval de Manzur se sacó de encima al muy cuestionado Claudio Maley; puso a un técnico con experiencia en el Poder Judicial como Eugenio Agüero Gamboa y creó el Ministerio de Obras Públicas, con Fabián Soria a cargo. Y con el primero, Jaldo fue taxativo. Quería una policía más presente en la calle y que el índice de delitos descendiera. Para eso se puso al frente de la misión y reclama informes semanales. Ningún gobernador en los últimos 20 años tuvo tantas reuniones con la Policía como Jaldo. José Alperovich y el mismo Manzur dejaban en manos de los ministros esos menesteres. Jaldo no. ¿Y qué le dicen las autoridades de seguridad a Jaldo? Pongamos el ejemplo de la reunión que se hizo ayer: Agüero Gamboa informó que bajaron los femicidios, pero que aumentó la violencia de género. Pero no se informó públicamente ni un dato sobre robos. Y esto es ya que, por más que Jaldo insiste con la prevención, las cifras no solo no bajan, sino que aumentan. ¿Cómo le llegan las estadísticas al Gobernador? Se usan las denuncias digitales implementadas por el Ministerio Público Fiscal. Y aunque son oficiales, distan de ser reales para lo que sucede en Tucumán. En base a sondeos que se realizan también mensualmente de manera oficial, se sabe que hay hasta un 60% de casos que no se denuncia, y si lo hacen es sólo para poder tener un resguardo a la hora de, por ejemplo, tener que reclamar la intervención de un seguro. “Son estadísticas que tiene ese ministerio. El Gobernador se mostró conforme con las mismas”, afirmó Agüero Gamboa. Entonces, según su ministro, Jaldo consideró correctos los informes, aunque fueran parciales. Pero lo que sigue fallando y hasta aquí nadie parece haberle encontrado la vuelta, es la prevención. Por eso, a pesar de que se dice que se utilizan nuevos planes de seguridad, hay otros anuncios que no cambian. Agüero Gamboa lo advirtió ayer: “está previsto reforzar los policías para la calle. Se producirá una nueva diagramación en la que trabajamos hasta anoche, en una reunión con la Plana Mayor”. ¿Está bien que haya más policías patrullando? Claro que sí. Lo que también está claro es que los delincuentes se adelantan a esos planes y, donde no hay policías, atacan. El crimen de Manuel “Berenjena” López así lo demuestra. Lo mataron en medio de cientos de personas, a 150 metros de la cancha de San Martín y con decenas de policías abocados al operativo de seguridad. Nadie advirtió la presencia de los asesinos armados con una pistola en el mismo lugar en el que familias enteras se dirigían a ver un partido de fútbol. Si cuando está lleno de policías se comete un crimen, imaginemos lo que pasa cuando no hay uniformados a la vista.
Tras el informe, Jaldo dejó sus sensaciones: “Todos los días nos ponemos la vara más alta porque entendemos que con justa razón la gente nos exige y los tucumanos nos merecemos vivir más tranquilos en la provincia”. Ponerse al frente de la batalla contra la inseguridad, a un año de su mandato, aún no tuvo los resultados que él exige. Y la preocupación de los tucumanos por ser posibles víctimas de un delito se mantiene. Eso es mucho más que una simple sensación. Alguien debería por fin ponerles el cascabel a los delincuentes.