Un tercio de los alimentos se desperdicia, mientras casi 1 millón de personas pasa hambre

Naciones Unidas ha aportado espeluznantes datos. Dos expertos analizan la realidad de Tucumán.

¿SABIAS QUE? A nivel mundial, alrededor del 14% de los alimentos producidos se pierde entre la cosecha y la venta al por menor. ARCHIVO LA GACETA ¿SABIAS QUE? A nivel mundial, alrededor del 14% de los alimentos producidos se pierde entre la cosecha y la venta al por menor. ARCHIVO LA GACETA

Alrededor de un 31 % de los alimentos que se producen en todo el mundo nunca llega a la mesa porque se desperdicia, se pierde entre las cosechas o se despilfarra en la venta al por menor. Lamentablemente, 828 millones de personas pasan hambre y casi 3.100 millones no pueden permitirse una dieta saludable, según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI). Naciones Unidas (ONU) ha aportado estos espeluznantes datos con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se celebró por tercera vez el jueves último (29 de septiembre) tras estrenarse en 2020.

Puntualmente, los números del organismo internacional indican que cerca de un 14 % de los alimentos producidos se pierden en las cosechas. A ello se suma que un 17 % de la producción total se desperdicia en los hogares, en los servicios de comidas y en el comercio. "Estamos asistiendo a un círculo vicioso que debe romperse", ha explicado Eloísa Molina, representante de la ONU.

Todo esto sin olvidar que las pérdidas y el desperdicio de alimentos tienen un impacto significativo en el medioambiente: según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), si despilfarrar comida fuera un país, sería el tercer emisor de gases de efecto invernadero. "Estos gases se generan en cada paso del sistema de suministro de alimentos, independientemente de que los alimentos producidos se consuman. Además, los residuos de alimentos que se pudren en los vertederos generan metano", se le oyó añadir a la vocera.

El metano es uno de los gases de efecto invernadero más intensos. Está formado por cuatro átomos de hidrógeno y uno de carbono. Y retiene hasta 28 veces más radiación solar que el carbono en un lapso de 100 años. Afortunadamente, su concentración es decenas de veces menor y su vida media en la atmósfera llega a nueve años, frente a los 200 años que puede permanecer el CO2. Su reducción tendría un efecto significativo en el calentamiento climático.

"Cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción -como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital- se desaprovechan", explica a LA GACETA el ecólogo Alejandro Brown, presidente de la Fundación ProYungas. No obstante, hace la salvedad de que sería interesante contar con cifras locales. "A veces, nos cortamos las venas por lo que pasa globalmente cuando no tenemos nada que ver", advierte.

Además, observa que debido a los costes económicos de estas pérdidas, es de esperar que en la cadena productiva se realicen esfuerzos importantes para reducirlas. Y en tercer lugar, plantea que "no necesariamente" la eficiencia en la producción y venta de alimentos disponibles soluciona la realidad de las personas mal alimentadas. "Son dos problemas absolutamente diferentes", aclara.

Aún así -prosigue Brown- deben ser solucionados. Y es que en un mundo en el que el número de personas afectadas por el hambre ha aumentado lentamente desde 2014 y en el que cada día se tiran toneladas de comida, es fundamental cambiar esta realidad. Por ello no es de extrañar que desde hace un tiempo la problemática forme parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

De hecho, Francia e Italia ya han aprobado leyes dirigidas a combatir las pérdidas alimentarias y en España se debaten algunos proyectos al respecto. En general, lo primero que plantean estas legislaciones es una cuantificación de las pérdidas a lo largo de todas las cadenas alimentarias, para enseguida poder prevenirlas.

"En Tucumán la situación tampoco invita al optimismo", añade María Verónica Sánchez, gestora ambiental y miembro de la organización Tucumanos en Acción. Según su percepción, no en vano en los últimos tiempos hemos estado escuchando la necesidad de movernos hacia una economía regional como modelo para reducir los desperdicios, explotar más racionalmente los recursos y cuidar nuestro medio ambiente. Cuando se le pregunta de qué se trata esto, contesta que en este tipo de economías se produce para un público local.

"De este modo, se desperdicia menos y se ocupan menos tierras, menos agroquímicos, menos maquinarias y menos transporte", enumera, entre algunos aspectos. Incluso menciona que la cadena productiva se acorta. Finalmente, menciona la importancia de que la soberanía alimenticia, que consiste en que en cada hogar se produzca parte de lo que se consume, comience a incorporarse.

En conclusión, el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos nos ha servido para reflexionar sobre el impacto que supone para nuestro planeta el derroche; el cual se relaciona con nuestras sociedades hiperconsumistas. Quizás el grano de arena individual tenga que ver, justamente, con escapar de las redes del consumo.




Tamaño texto
Comentarios
Comentarios