Muchos recuerdan la frase de la atleta estadounidense Simone Biles, después de retirarse de la final de la competición de gimnasia por equipos en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Ahora tengo que concentrarme en mi salud mental”, dijo. Rompió así uno de los grandes tabúes en el mundo del deporte: la psicología. Y puso blanco sobre negro en un tema recurrente: creer que para competir sólo es necesario estar en forma física. Y es que al deporte se lo asocia a la hazaña, a la gloria, al éxito, y no a lo que sufre quien lo practica para llegar a eso.
El tema se mantiene vigente, abre debates, se expone públicamente y, en algunos casos se actúa. Aunque se debe admitir que falta mucho para trabajar, y no sólo por parte de quienes acompañan a los deportistas, sino también por parte de quienes los siguen, es decir el público.
Son conocidas las exigencias que tienen quienes hacen deportes de alta competencia. Sentir presión es lo más normal del mundo, sostienen los especialistas. Y está en cada uno saber cómo enfrentar cada situación. Pero también es sumamente importante el acompañamiento profesional. Son aspectos que se complementan.
No sólo por cuestiones competitivas es que un deportista puede caer en situaciones difíciles en lo mental. Un hecho que se conoció hace pocos días a partir de una triste vivencia personal de Paula Ormaechea, una campeona de tenis consagrada en Tucumán que perdió a su padre, y el apoyo que le brindó Augusto Arquez, dirigente de ese deporte en nuestra provincia, brinda una arista digna de ser destacada y remarca el valor de mantenerse saludable en lo mental.
“Me gusta lo que pasó porque se habló de la salud mental y lo importante que es. Se le da muy poca importancia. Cada uno tiene un camino diferente, buscar ayuda va a ser siempre imprescindible. Solo no se sale de ahí. Más amor y más empatía hacia el otro”, recalcó Ormaechea.
La intensidad mental que transitan los atletas no siempre es trabajada de manera correcta. Es un tema que algunas instituciones ni siquiera tienen en agenda. Los deportistas suelen pasar por miles de situaciones y muchas veces carecen de las herramientas para superar esos obstáculos. Por eso se hace indispensable el trabajo del coach, del técnico o del dirigente deportivo.
Se considera que los deportistas son personas que se sienten en la obligación de cumplir con las expectativas ajenas. Cuando no lo consiguen, la frustración y la depresión los invade. Y si a eso se suma la escasa tolerancia de cierto sector del público ante la falta de resultados, la situación se torna seria. La violencia que se ejerce, por ejemplo, en las redes sociales o en los propios estadios contra los futbolistas que no rinden en sus equipos, genera en estos procesos de crisis psicológicas de los que no siempre logran salir. La importancia del acompañamiento profesional a los deportistas no debe ser relativizada. La alta competencia conlleva el estrés en sí mismo. El desafío está en cómo manejarlo. La presión también se dispara mucho sobre el desorden de ansiedad. En suma, todo se convierte en un sufrimiento que imposibilita una calidad de vida normal.
Hay que estar conscientes en que no todos pueden tener y afrontar la alta competencia. Y que sólo con talento y habilidad no alcanza. La cabeza condiciona, positiva o negativamente, el rendimiento en el juego. Queda claro entonces que, además del cuerpo, es fundamental cuidar la mente. Para un atleta, no se trata simplemente de salir y hacer lo que el mundo quiere que haga. La lucha por el equilibrio mental es de todos los días.