Rocío Juárez tiene 25 años. A tan sólo dos días de recibirse de Licenciada en Ciencias de la Comunicación, viajó a Medio Oriente cumpliendo su sueño: ver a la Selección Argentina levantar la Copa del Mundo.
Mientras la Selección se preparaba para debutar ante Arabia Saudita, un partido que terminó con uno de los resultados más inesperados de la historia, en el otro lado del mundo, en Tucumán, Rocío se preparaba para vivir los dos acontecimientos más importantes de su vida: su recibida y su viaje a Qatar. La experiencia le salió redonda y ahora, con los hechos consumados, comienza a procesar un sinfín de emociones que vivió en un mes frenético.
Se puede decir que el sueño empezó hace mucho, pero la aventura hace poco. “Hace tiempo tenía la idea de trabajar en el extranjero para ahorrar. Pero definitivamente Qatar no estaba en mis planes. Luego de hablar con un conocido que está trabajando en Dubai, comencé a informarme sobre la oferta laboral en Medio Oriente y todos los beneficios que te ofrecen; entre ellos visado, pasajes de ida y vuelta, hospedaje y cobertura médica”, detalla Rocío, fanática de Racing.
Al entrar a LinkedIn, pensó que podía aplicar en alguna oferta de trabajo en Doha, para poder tener su experiencia de trabajo en el extranjero y de paso cumplir uno de sus sueños: vivir el Mundial en primera persona. Encontró un gran número de ofertas en gastronomía y comenzó a aplicar para poder trabajar como bartender, el oficio que desempeñó en Tucumán.
Se recibió el 18 de noviembre y dos días después estaba subida a un avión sin ninguna compañía. Emprendió ella sola un viaje a un mundo desconocido, en el que también se encontraban Lionel Messi, Rodrigo De Paul, Emiliano Martínez y cerca de 60.000 argentinos más.
Logró ver tres duelos: contra Polonia, Croacia y Francia. “No pude ir a más partidos porque el trabajo fue un caos; súper demandante. Así que pasaba casi todo el día en el restaurante”, asegura.
“Al igual que casi todos los trabajadores, viví en una zona bastante alejada de Doha, a unos 40 minutos, llamada Al Wukair. Es tranquila, y la empresa nos cubrió el transporte desde la puerta del edificio hasta el restaurante. Los alojamientos en el centro estaban destinados a los turistas; pero ahora que terminó el Mundial me mudé al centro”, cuenta Rocío en una entrevista durante la madrugada de Qatar y la tarde-noche de Argentina.
Por el momento, la tucumana no tiene planes de regresar al país, aunque sabe que en algún momento lo hará porque ama Argentina, según afirma. Tampoco descarta trabajar de comunicadora, aunque asegura que puede vivir tranquilamente con el trabajo de bartender, algo que no le sucedía en Tucumán. Si bien el manejo del inglés es una cuestión de supervivencia en otro país, habla en castellano con sus compañeros de trabajo argentinos y colombianos.
Luego de un mes en Qatar, Rocío tuvo su mayor aventura: fue nada menos que en una final de un Mundial. “Ese día fue un sufrimiento desde el principio. Casi no tenía plata por haber ido a los otros partidos y me largué a llorar cuando veía que todos tenían su entrada en mano y podían pagar arriba de los 3000 dólares. Yo no llegaba ni a la mitad de ese monto, y pensé que ya no iba a poder ir”.
Como quedó demostrado en el partido de aquel 18 de diciembre inolvidable, siempre hay otra oportunidad y esta tucumana que dejó todo para ver a Messi levantar la Copa del Mundo, la tuvo. “Gracias al cielo, un revendedor me dio una entrada. Me dijo que le dé la plata que tenga y que si conseguía más otro día le pague. Esto sucedió media hora antes del partido; no podía creerlo. Había muchísimo tráfico ese día. Tuve que correr como 20 minutos para llegar al estadio y entré sobre la hora, fue una locura”, remató.
Para los amantes del fútbol fue un mes que nunca olvidarán; pero para Rocío, la confirmación de que Doha es testigo de milagros, y de que a veces, dejar todo por un sueño nos despierta de la realidad.