Anuario 2022: inversiones peligrosas y el caso Adhemar

Se convirtió en un ícono de otros similares que dejaron a cientos de personas con pérdidas importantes en sus ahorros.

Edgar Adhemar Bacchiani. Edgar Adhemar Bacchiani. FOTO Diario Esquiú de Catamarca.

Pasó del lujo, la ostentación y los viajes al peor martirio de su vida. De moverse por las calles de Catamarca en un Mercedes Benz verde, súper deportivo, de alta gama terminó durmiendo en un pabellón de la cárcel de Miraflores. De viajar a Miami para ver un concierto exclusivo de los Rolling Stones pasó a salir esposado de su casa, custodiado por agentes de Gendarmería, y con todos los flashes de los fotógrafos apuntando a su cara. La vida de opulencia y selfies con famosos cambió este año para Edgar Adhemar Bacchiani, el CEO de Adhemar Capital, quien lleva -hasta ahora- ocho meses de prisión.

“El Pelado”, como le llaman sus amigos, está acusado por estafas, lavado de activos, asociación ilícita y captación de ahorros sin autorización. Entre sus víctimas hay una extensa lista de cientos de tucumanos, catamarqueños, riojanos y cordobeses. Tenía miles de seguidores que apostaron su dinero a una ilusión de fortuna rápida con las criptomonedas.

En Tucumán, otros cientos de inversores que habían caído en la telaraña de promesas diseñadas por el CEO también se vieron atrapados sin poder recuperar el dinero apostado a las criptomonedas. En octubre pasado, al cumplir seis meses de prisión, el empresario fue llevado a La Rioja para prestar declaración indagatoria. En esa provincia argumentó problemas de salud por picos de estrés y quedó internado en una clínica privada. Con esa estrategia cambió el pabellón por una habitación con aire acondicionado y televisión satelital. Cuando empezó el Mundial de Qatar pudo ver los primeros partidos en el living de la clínica riojana. Mientras tanto, en Catamarca explotaban de bronca por lo que consideraban un beneficio para un estafador y empezaron a presionar para su regreso al penal de Miraflores en Catamarca.

Siempre fue un fanático hincha de River. En su época dorada, supo contratar a figuras como Ariel “El Burrito” Ortega, Ubaldo “El Pato” Fillol y Norberto “El Beto” Alonso, entre otros, para promocionar su empresa y captar nuevos inversores en las criptomonedas. En Instagram subía videos de cenas gourmet y noches de fiesta. En aquellos tiempos felices, Adhemar Bacchiani se hizo tatuar la palabra bitcoin en los brazos. Usaba un anillo en la mano izquierda y dos en la derecha. También se mostraba con pulseras de oro en las muñecas. Se vestía al estilo de los influencer. Su vida era un culto de la imagen. Cada vez que abría una nueva sucursal llegaba vestido de smoking.

Cuando empezó en el negocio de las criptomonedas abrió su sede central en Catamarca y luego inauguró una sucursal en Tucumán. Más tarde se expandió a La Rioja y después a Córdoba. Los inversores le entregaban su dinero y él ofrecía pagar hasta un 20% de intereses por mes a quienes apostaban al dinero virtual. Cada día más gente se tentaba con la burbuja del bitcoin y el empresario planeaba expandir sus negocios hasta llegar a Jujuy, Salta, Santa Fe, Santiago del Estero y Mendoza. Sin embargo, apareció la mala racha. Se derrumbó el mercado de las criptomonedas y empezaron los retrasos en los pagos hasta quedar aparecieron las denuncias y quedó en la mira de la Justicia.

Por tratarse de operaciones sin documentación oficial, nadie sabe con exactitud cuántos son los clientes damnificados en las cuatro provincias. Tampoco se sabe el monto real del dinero que llegó a mover ni adónde fueron a parar esos fondos. En un expediente judicial se denunció un perjuicio por $ 265 millones, a través de 28 planteos judiciales. Casi todos los clientes que presentaron denuncias penales coincidieron en que pusieron dinero, que al principio vieron ganancias y luego apostaron más, pero después se quedaron con las manos vacías. La única certeza, hasta ahora, es que el éxito fácil y rápido de Adhemar Bacchiani se esfumó.  Ya no tiene fiestas de lujo, conciertos exclusivos, viajes, cenas gourmet, ni famosos para las selfies en Instagram. Recibirá el Año Nuevo en una celda del pabellón de Miraflores, donde pasa las noches y los días en la más absoluta soledad.

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