El caso Báez Sosa deja sus enseñanzas

Los ocho rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa Los ocho rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa Infocielo
09 Enero 2023

Fernando Báez Sosa tenía 18 años cuando lo asesinaron a golpes a la salida del boliche “Le Brique” en Villa Gessel. Era el 18 de enero de 2020. Hay ocho jóvenes detenidos por ser acusados de propinar la golpiza que terminó con la vida del chico que se preparaba para estudiar abogacía. El uno de enero comenzó el juicio oral. Hay 170 testigos que expondrán hasta el 31 de enero, fecha en la que se prevé la sentencia. Algunos de los acusados eran jugadores de rugby de Zárate. De esto se habla en la Argentina. Es difícil encontrar algún encuentro familiar o de amigos que no haya opinado, analizado o simplemente se haya interiorizado sobre este tema. Si tanta atención provocó y si tanto nos hizo hablar como ciudadanos, conviene reflexionar sobre los por qué nos llega este tipo de cuestiones. Pero también evaluar si existen responsabilidades y acciones que podrían modificarse para que no ocurran asesinatos como este.

La primera señal de alarma es la normalización de la violencia. Es difícil sorprenderse por un ataque en patota contra un amigo, compañero o contra una persona del mismo grupo etáreo. En este siglo y en el anterior todos los fines de semana en muchos lugares de nuestra Argentina ocurren episodios parecidos. El nivel de violencia a veces provoca la muerte pero muchas genera heridas, contusiones, daños neurológicos, quebraduras o deja secuelas de miedo.

Es común escuchar sanciones morales en diferentes diálogos para los padres y para los hijos que protagonizan estos hechos de violencia. Sin embargo, no son considerados lo suficientemente graves para ser atendidos por profesionales que ayuden a la convivencia del hogar o del grupo.

En las escuelas, las autoridades no pueden mirar para otro lado. Saben y se conocen estas acciones violentas, por lo tanto deberían dedicarle más tiempo a dialogar, debatir y revisar este tipo de conducta en encuentros profundo entre profesores y alumnos.

Los padres que muchas veces premian o resaltan los liderazgos que se apoyan en la fuerza también podrían revisar esa postura. Recientemente, la Selección Nacional con su capitán y su Director Técnico han dado ejemplo de una forma de actuar en grupo que no exige exabruptos, violencia ni reacciones fuera del respeto.

Las dificultades para poner límites favorecen muchas veces a la confusión de cuáles son las conductas esperadas de los adultos hacia los menores y hacia los jóvenes. Y, ¿por qué no? la política que ayuda a ordenar a las sociedades debería pensar cómo contribuir a que la violencia pierda su condición de normalidad pero encontrando diálogos y no aumentando efectivos que frenen desmanes.

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