Un incendio destruye un puesto del mercado en 1936

El llamado del sereno a los bomberos y su llegada con rapidez evitaron que el fuego se propague

EN 1936. Gracias al accionar de los bomberos las llamas no afectaron al resto de la edificación y sólo se quemó la verdulería.  EN 1936. Gracias al accionar de los bomberos las llamas no afectaron al resto de la edificación y sólo se quemó la verdulería.

La madrugada del lunes 23 de marzo de 1936 se vio alterada al declararse un incendio en una verdulería del Mercado del Norte. El humo llamó la atención del sereno del mercado, Ricardo Arrieta, quien descubrió poco después las llamas que destruían la frutería de un ciudadano de origen árabe, don Dibi. Su preocupación creció, salió rápidamente de la edificación y llamó al agente de la policía que hacía ronda por la zona. La llamada a los bomberos fue casi instantánea y su llegada al lugar fue muy rápida. Las agujas del reloj marcaban que aún faltaban 15 minutos para las dos de la mañana y los bomberos ya habían controlado el incendio. Su accionar permitió detener las llamas y evitar que se extendieran a los comercios linderos, pero no pudieron salvar la verdulería, que fue consumida por el fuego.

La crónica de LA GACETA señalaba que desde el cuartel del Cuerpo de Bomberos se envió al lugar una dotación de auxilio al mando de un oficial y con quince hombres. “Sin pérdida de tiempo se instalaron dos establecimientos de mangueras de las esquina de Mendoza y Maipú, y desde Mendoza y Junín las que alimentaron el tanque de presión desde donde se tendió dos líneas de ataque que fueron utilizadas desde el frente del edificio, sobre calle Mendoza y desde la parte posterior del mismo que tiene salida al patio del mercado. Con ésta última línea se atacó el fuego desde el techo por medio de escaleras, realizando así los bomberos una ardua labor bajo la dirección del jefe del cuerpo, señor Suasnabar, quien llegó momentos después del arribo de la dotación de auxilio.” El trabajo coordinado de los equipos “evitó males mayores mientras desde la calle se atacaba las llamas que destruían el comercio donde se originó el siniestro, se tendió una línea sobre los techos logrando localizar el fuego en el lugar donde estalló”.

El relato hacía hincapié en que la lucha fue intensa, ya que hubo momentos en que las llamas amenazaron alcanzar a los comercios vecinos, una fiambrería y la reconocida semillería Río Negro. Todos los comercios, como ocurre en la actualidad, tenían su frente hacia la calle Mendoza y otra salida hacia el interior de la edificación, que aún mantenía su forma original de principios del siglo XX, ya que pocos años después -precisamente en 1938- fue demolida la vieja construcción para dar paso a la nueva y que aún sigue en pie en la misma céntrica esquina.

Después de una hora de labor, los bomberos lograron dominar el fuego casi por completo y desde entonces la tarea se redujo a la extinción total del mismo mediante la remoción de restos de mercaderías e instalaciones del negocio incendiado, prolongándose ella durante largo rato, seguía contando nuestro colega de casi nueve décadas atrás.

Investigación

Mientras los bomberos hacían su tarea, personal policial de Investigaciones y de la seccional tercera se dedicó a recabar información sobre el origen del incendio. Entrevistaron al sereno y fueron en busca del dueño del comercio destruido en su totalidad. Se ignoraba si contaba con seguro, para hacer las averiguaciones de rigor. Asimismo fueron avisados de lo ocurrido los propietarios de los comercios vecinos de la verdulería destruida, donde se registraron también daños pero de escasa consideración.

La mañana de ese lunes debe haber sido caótica porque aún quedaban restos de los destrozos sobre la calle y el interior del mercado. El tránsito por calle Mendoza, que no era peatonal entonces, se cortó algunas horas hasta que poco después se habilitó tras retirarse la basura.

Algo de historia

Hablar del Mercado del Norte es hablar de una estructura edilicia y económica clave del centro tucumano desde hace más de un siglo. Una estructura que muchos tucumanos recorrían a diario para hacer sus compras hasta aquel fatídico 5 de marzo de 2021. En la medianoche, hubo desprendimientos de material de dos columnas que están ubicadas sobre la calle Mendoza. A partir de allí, el edificio fue cerrado preventivamente y las autoridades municipales solicitaron un informe técnico para saber el estado real de parte de la estructura del mercado. El edificio, que brindó servicio por más de ocho décadas, permanece cerrado y sin visos de solución ni de reapertura.

Nuevo edificio

Las obras se iniciaron a mediados de julio de 1938 y en apenas 17 meses las nueva estructura fue concluida y abierta al público el 10 de diciembre de 1939. Con la inauguración nuestro diario expresaba el beneplácito por la obra terminada y señalaba que “durante varios años la ciudad adquirió sus artículos de primera necesidad en un vetusto local cuya simple observación infundía una especia de repulsión, en negocios mal instalados con rincones donde se anidaban microbios peligrosos para la salud. Fresca está aún en la memoria de todos la sucia figura del viejo mercado” y en este sentido rescataba la importancia que tuvo el traslado de los puesteros al pasaje Padilla. Y agregaba como ojo avizor que “El nuevo mercado, siempre que las autoridades no descuiden su limpieza diaria, soluciona el problema de la higiene en la venta de los alimentos destinados al consumo público. Ese fue en líneas generales, el propósito que buscaron las autoridades comunales del período anterior, propósito que prestigia por si sólo, una labor edilicia de resultados eficaces para el progreso de la ciudad”.

En aquella primera mañana de funcionamiento el mercado fue visitado por unas 20.000 personas que recorrieron y compraron en los distintos locales. La jefatura del nuevo mercado estaba a cargo de Agustín Bianchi y era secundado como secretario Carlos Martínez; mientras que actuaba como inspector Lázaro Barbieri, quien casi un cuarto de siglo más tarde se convertiría en gobernador de Tucumán. La empresa de José Salmoiraghi y Juan Omodeo inicia la construcción. El diseño es de los ingenieros Julio A. Noble, Fernando Alascio y Alejandro Amoretti. El Mercado, presenta formas puras y geométricas con detalles art déco en toda su fachada, que cubre más de media hectárea. Su interior totalmente azulejado en blanco y con mármoles que eran un adelanto para la época y presentaba una mejora en las condiciones de higiene para la venta.

Primera remodelación

Al iniciar el siglo XX se realizó otra remodelación con reminiscencias medievales con paredes terminadas en almenas y pilastras terminadas en punta. Aberturas en su perímetro por las que se accedía a los locales. De la misma manera que las construcciones anteriores, quedaba definido un gran espacio a cielo abierto, dominado por un quiosco central, de considerables dimensiones y abierto en sus lados, resuelto en estilo inglés, similar a los de las estaciones de ferrocarril. Por casi cuarenta años brindó servicio a los tucumanos que se proveían allí.

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