Jorge Alves: “El teatro puede transformar la vida de una persona, como pasó conmigo”

El director y actor partió a los 90 años. Una larga y distinguida trayectoria en las artes escénicas.

- ¿Vas a estudiar abogacía como tu hermano? - (con soberbia) Arte dramático”. “(levantando los hombros) No entiendo”, le dice su padre, peluquero portugués, a su madre italiana que está sirviendo los tallarines. “Mirá, papá, es como decir teatro”, le aclara el otro hijo. Mezcla de sorpresa e indignación, la voz paterna estalla como un trueno: “¿Teatro, vos?” El grandote siente su humanidad abofeteada resbalar por la silla hasta quedar hecho un trapo en el piso. Los 90 años del corazón de este ínclito luleño dejaron de latir ayer dejando un vacío en las artes escénicas y en la cultura tucumana. La pasión por el teatro conquistó desde las mocedades a Jorge Alves, nacido el 23 de abril de 1933.

La mala conducta caracterizó una adolescencia traumática, que viajaba a diario en el coche motor para estudiar en esta ciudad. Como consecuencia de una severa sanción, sus padres lo sacaron del Colegio San Francisco y desembocó en el Instituto Tucumán. Y aunque su comportamiento no mejoró sustancialmente, fue el periodista, escritor y docente Julio Ardiles Gray quien le alumbró los misterios del teatro. “En 1945, con un grupo de amigos (Mesurado, López y Banegas), decidimos hacer algo importante: vinimos a Tucumán a buscar a Raúl Serrano Pérez, para que nos guiara. Raúl iba con Rosita Ávila todos los sábados a Lules y ellos se pagaban los gastos de traslado. La obra elegida fue ‘Farsa del cornudo, contento y apaleado’. Ese fue, diríamos, mi primer trabajo como director. Luego tuve que ausentarme de Lules por razones de trabajo y estuve cinco años en Tostado, Santa Fe. Allí dirigí ‘El torrente’. Era la primera vez que se hacía una obra de teatro ahí y pisé por primera vez el escenario como actor. No te das una idea del miedo que tenía; felizmente, para la gente del lugar, salió bien”, recordaba.

Su empleo en el Banco Nación, no le impidió involucrarse cada vez más con el teatro. En 1954, dirigió en Lules “Las Dos Carátulas” y “Todos eran mis hijos”. En 1959, se sumó al elenco de Nuestro Teatro y actuó en “Yerma”, de García Lorca, bajo la dirección de Guido Parpagnoli. Integraban el elenco Rosita Ávila, Héctor Giovine, Martha Forté, Alfredo Fénik, entre otros; la escenografía era de los arquitectos Pedro Prioris y Carlos Robledo. “Actué además con Boyce Díaz Ulloque y con Raúl Serrano Pérez, recién llegado de Rumania con un caudal de conocimiento invaluable. Tenía 34 años. Tucumán no supo retenerlo. Se dice que la causa era porque era comunista, y se fue a Buenos Aires, donde lo consideraban como uno de los tres mejores maestros de teatro. Aquí montó, con un gran éxito “Un tranvía llamado deseo”, con la gran actriz Martha Forté. Yo hacía el papel de Mitch. Raúl más que dirigir, conducía. Uno no se daba cuenta de ello. Recuerdo que a la salida de su ensayo le dije que consideraba que me estaba descuidando en la elaboración del personaje. Me contestó que el personaje tenía la frescura que necesitaba y que, si seguía ensayando, lo iba a automatizar”, contaba.

Uno de los momentos más trascendentes de su trayectoria fue dirigir la Comedia Municipal, creada por la actriz y entonces funcionaria municipal Norah Castaldo, que tenía por misión arrimar el arte escénico a los vecinos. “Hermoso proyecto fue ‘El teatro en la calle’, con el que recorrimos numerosos barrios y pueblos del interior. Esto no lo pude seguir sosteniendo cuando estuve en la función pública. Más adelante, al no tener presupuesto hablé con el intendente y le di la idea de hacer una obra de teatro, sin que implicara un costo para la Municipalidad. Así se realizó ‘El loco de Asís’, con dirección de Manuel González Gil, y producción a mi cargo, con gran éxito. La ganancia que dejó la obra la doné a la Asistencia Pública. Quiero resaltar la actuación del teatro tucumano en el Fringe de Edmonton (Canadá); fuimos con la obra ‘Made in Argentina’, readaptación de ‘Made in Lanús’. Fue un gran éxito, mencionado tanto por el público y la crítica”, contaba. Fue subsecretario de Cultura y Educación de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán (1999-2002)

Otro de sus proyectos exitosos fue el “Teatro Federal” que logró que actores locales y nacionales compartieran un escenario. “Mi objetivo era integrar a primeras figuras del teatro de Buenos Aires con las de Tucumán. Al principio fue duro, porque para un artista dejar Buenos Aires por 45 días era mucho tiempo. Durante cinco años estuve con un proyecto hermoso, conocí muy buena gente”, decía.

En ese marco, dirigió “Made in Lanús”, donde actuó Bettiana Blum como actriz invitada. En 1993, la invita en “El gran deschave” fue Marta González y en 1999, invitó a Hugo Arana para trabajar en “Los lobos”, siempre con algunos de nuestros mejores actores.

Fue secretario gremial de la Asociación Argentina de Actores, filial Tucumán (1973-1976). Fue distinguido en 1970 con la obra “Los Cáceres” por el Consejo Provincial de Difusión Cultural; en el II Certamen de Teatros del Interior fue laureado por las obras “El avión negro” y “Farsa del cornudo apaleado”; ganó el Premio Artea al mejor director por las obras “El gran deschave” y “Los lobos”: “Quiero agradecer a la gente de Lules y al señor César Dip y su Concejo Deliberante, por haber puesto mi nombre a la sala de teatro que poseen y distinguirme con la mención de ‘Honor al mérito’”.

Consideraba que el texto es fundamental en el teatro. “Causa placer el leer y escuchar de los actores cuando existe un buen texto. Es la herramienta principal del actor. El teatro representa un todo para mí. Siento pasión por él y soy de los que piensan que el teatro educa y puede transformar la vida de una persona, como pasó conmigo. En mi vida tengo tres pasiones: el teatro, el fútbol y la familia. Lo que pasa es que no sé en qué orden van”, afirmaba. El corazón de Melpómene seguramente ya está meciendo los sueños de Jorge Manuel Alves.

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