Era un partido de alto riesgo, se sabía. Atlético Concepción y Concepción FC son equipos convocantes y al tratarse de un choque de eliminación directa ambas parcialidades coparon las tribunas del estadio “Jorge Alberto Marteau”, de Monteros. En lineas generales podría decirse que los encargados de la seguridad llevaron bien las riendas de un compromiso que contó con la presencia de aproximadamente 5.000 espectadores. El operativo de seguridad estuvo integrado por 40 efectivos de infantería.
De todas maneras hubo algunos disturbios, y el que más llamó la atención (e incluso provocó que el partido permaneciera detenido durante algunos minutos) fue el que protagonizó un hincha de Atlético Concepción, que intentó -en vano- robar una bandera de los “cuervos”.
Iban 34 minutos del segundo tiempo, el resultado estaba 1-0 a favor de los del sur. En ese momento el hincha de los “leones” saltó el alambrado, corrió todo el largo de la cancha, pasó por detrás del asistente Mauro Brahim y descolgó una bandera que tenía la frase “Un amor para toda la vida”, perteneciente a la parcialidad “cuerva”.
Inmediatamente los jugadores de Concepción FC lo rodearon y lo detuvieron, devolvieron la bandera y la situación se calmó. Eso sí, hubo que esperar a que los policías ingresaran al perímetro del campo de juego y que el encargado de la seguridad le confirmara al árbitro Carlos Martín que había garantías para continuar.
Una vez finalizado el partido, los jugadores de los “leones”, abandonaron raudamente el terreno, pensando en una invasión de hinchas que no fue tal. Solamente un auxiliar y el arquero Leonardo Torres, fueron a reclamarle a Martín por una jugada dudosa que podría haber significado el empate.
La mayoría de los plateístas salieron rápidamente del estadio, otros se quedaron lamentándose la eliminación y algunos aprovecharon la presencia de Guillermo Acosta y Ramiro Ruiz Rodríguez, jugadores de Atlético, para fotografiarse y pedir autógrafos.
Mientras tanto la parcialidad llegada desde el sur tuvo que esperar alrededor de 30 minutos para salir del estadio de Ñuñorco. Poco les importó: ya tenían la clasificación en el bolsillo, cantaron y saltaron junto a los jugadores por un rato largo.