Los escenarios de Jaldo: transición, acuerdo con Manzur y los primeros 100 días

Osvaldo Jaldo viajó el jueves a Buenos Aires convocado por Juan Manzur. La comitiva de tucumanos que encabezó -integrada por dirigentes de su riñón y del de Manzur- sabía que el actual gobernador estaba por esas horas en el centro de la rosca nacional y olía que seguramente habría algún movimiento político importante que lo involucraba. Una vez que llegaron, Manzur les dio las buenas nuevas y se quedaron para el proceso previo a la proclamación como precandidato a la vicepresidencia de Unión por la Patria (UP).

Las horas que siguieron en la Capital Federal fueron una montaña rusa para el grupo: pasaron de reuniones, comidas y fotos de celebración a la incertidumbre y la desazón. Habían presenciado, inclusive, cómo Eduardo de Pedro y Manzur grababan el video conjunto para las redes sociales en el que el por entonces aspirante a la presidencia contaba que había invitado al gobernador a acompañarlo en la fórmula. La demora de la publicación los inquietó, pero no demasiado. Estaban listos para quedarse y acompañar a Manzur a firmar la aceptación de la precandidatura el sábado, a las 20. La tarde del viernes, sin embargo, Manzur recibió el llamado de su malogrado compañero de fórmula. El resto de los referentes se enteraron por la tele mientras descansaban en las habitaciones de sus respectivos hoteles.

En pocas horas, el escenario cambió drásticamente no sólo para el gobernador saliente, sino también para el electo. En las cercanías del tranqueño reconocen que tiene en la cabeza lo que viene: el paso hacia su propia gestión. Entre el jueves y el viernes pasó de tener que pensar en una transición prácticamente consigo mismo, porque Manzur estaría concentrado en el plano nacional, a una más clásica. El vice ya está enfocado, dicen sus cercanos, en el trabajo para los cuatro meses que restan hasta su asunción.

Antes y después del golpe

Varios de los que estuvieron en el lugar y en comunicación directa con los involucrados dieron cuenta de que la relación Manzur-Jaldo pasa por un momento excelente. De hecho, ambos habrían estado entusiasmados respecto del protagonismo político que tomaría Tucumán con el gobernador ocupando un puesto clave durante la campaña nacional que comienza. Recordaron el hecho de que Manzur mientras trabajó en Buenos Aires benefició a la provincia, cuando estuvo en la Jefatura de Gabinete, y que esto podría replicarse con su postulación. En el conjunto también habrían abordado por lo bajo que la sucesión se daría de manera más orgánica, con Jaldo como interino mientras Manzur se ocupaba de los menesteres proselitistas (las generales serán el 22 de octubre y el paso de mando, una semana después).

La desvinculación fue inesperada: los comprovincianos comprendieron rápidamente que la coyuntura política se llevó puesto a Manzur y también a las expectativas que habían surgido en los últimos días. Responsabilizaron a la inestabilidad del oficialismo nacional, a las presiones del massismo y a los vínculos endebles dentro del ex Frente de Todos, desde los Fernández hacia abajo.

El jefe de campaña del titular del Ejecutivo tucumano hasta ese momento no era otro que su par sanjuanino Sergio Uñac.Por eso llamó tanto la atención la actitud de los gobernadores peronistas, que pasaron de tener a Manzur como representante a avalar y reclamar por otras alternativas dentro de UP. Por lo bajo, todos coincidieron en que a Manzur le habría caído pésimo la jugada de sus otrora aliados. El médico había tenido un trato preferencial con ellos y les había dado una mano, sobre todo en materia de recursos y gestiones, en su paso por la Jefatura de Gabinete.

En las conversaciones off the record que se dieron cuando los locales comenzaron la retirada, surgió que la combinación Sergio Massa- Agustín Rossi no agrada, pero que la apoyarán. Es sabido que Massa y Manzur rivalizaron, por sus apetencias, y que no hay feeling entre ellos. Mientras, los cuestionamientos al santafesino, quien sucedió al tucumano en la Rosada, apuntan a que es un político que “no ganó nada” las veces que se postuló. Las críticas a la representatividad territorial de la nueva dupla se multiplicaron: el slogan manzurista que proponía apostar a la “fuerza del interior”-con el Ministro del Interior y un gobernador- se desintegró para dar paso a dos candidatos del centro del país. Tienen también otro punto en claro y es que a Manzur lo bajó Máximo Kirchner,ergo Cristina Fernández, por el acuerdo con Massa.

En el Gobierno saben que Manzur no es el único que perdió, sino que los heridos en el justicialismo se cuentan de a montones y que entre ellos están también el resto de los mandatarios provinciales y Daniel Scioli, entre otros.

La transición

En el jaldismo todo es expectativa por los tiempos que se vienen. Y, desde luego, que el destino de Manzur se sigue con mucha atención, porque condiciona en distintos aspectos también el de su líder. Las especulaciones sobre cómo serán estos meses son muchas y, sobre todo, porque Jaldo da muy pocas pistas al respecto. En los alrededores del futuro mandatario miran con desconfianza a gran parte del actual Gabinete, porque consideran que podrían perjudicarlos en el traspaso. Si bien la relación entre gobernador y vice es muy buena, no se replica matemáticamente hacia abajo. Desde la interna, aunque están en la misma vereda, se miden permanentemente y se miran con desconfianza. Son pocos los que pudieron superar la situación.

¿Qué injerencia tendrá Manzur en el armado del equipo de gobierno? Esa es la mayor incógnita. Pero tiene respuesta en el oficialismo y está relacionada con los hechos recientes. Tanto en las cercanías de los despachos de Jaldo como en los de Manzur, consideran que la potestad estará totalmente en manos del próximo mandatario. Sí creen que consultará y comunicará sus decisiones a Manzur y que el traspaso será con mucho diálogo.

En el jaldismo, hay quienes aseguran que ganaron autonomía con lo que pasó, porque consideran que si Manzur estaba empoderado podría llegar a pedir algunos lugares en el armado ejecutivo.

Si bien es temprano, hay nombres que dan vueltas por los pasillos del poder. Ninguno salió, por el momento, de boca de Jaldo. Dicen que, si es que las tiene, mantiene sus preferencias bajo cuatro llaves. Hay ideas generales que repiten dentro de su equipo, como que el recambio será prácticamente total en relación al Gabinete vigente y que los sobrevivientes en las primeras líneas serán muy pocos. Hay algunos referentes que se supone estarán en consideración, por la cercanía que tienen con el tranqueño y se trata de los tres que viajaron a Capital: Darío Monteros, Marcelo Caponio y Regino Amado. En el caso del bandeño, se menciona su nombre atado al del Ministerio del Interior; en cuanto a Amado, en el ministerio de Gobierno y, en el caso de Caponio no se lo liga aún a un sitio específico, algunos dicen que la secretaría General y otros, el ministerio de Obras. Todas son versiones. También se menciona a algunos de los que podrían quedarse en el Ejecutivo y se nombra, entre otros, a Federico Nazur, Luis Medina Ruiz, Eugenio Aguero Gamboa, Pedro Sandili y Eduardo Castro (Producción).

El rendimiento de la dirigencia en los comicios nacionales, dicen, será clave: no revelaría nombres hasta después de las elecciones para que todos trabajen con la misma energía en los comicios, para que nadie crea que tiene un lugar seguro. Necesitan un buen resultado, retener bancas en el Congreso (el oficialismo pone en juego tres de diputados) para poder preservar Tucumán de los malos pronósticos nacionales para el peronismo.

Entre los lineamientos que sí mencionó entre sus allegados estarían el tener precisamente un Gabinete nuevo, en el que convivan técnicos con políticos; comprometido con la gestión y con disponibilidad permanente.

Jaldo prepara las medidas para sus primeros 100 días de gestión, ese tiempo en el que querría ratificar su impronta a la ciudadanía (reemplazó a Manzur durante casi un año) y ganar su “crédito” para gobernar. En sus planes estaría mostrarse presente; con resultados inmediatos y decisiones de alto impacto público. Al igual que durante su interinato, los ejes serían la inseguridad; mejorar los caminos secundarios y revitalizar los entes de servicios públicos. Los escenarios de Manzur y, por ende, los de Jaldo cambiaron drásticamente en cuestión de horas y podrían seguir modificándose, pero los planes para lo que viene están en marcha.

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