El corazón de El Cadillal latió al ritmo de los encuentros por el Día del Amigo

Tres conmovedoras historias de amigos que eligieron pasear por un destino muy visitado estas vacaciones.

TURISTAS. Silvia, Jorge, Federico y Susana forjaron su amistad en viajes. LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO TURISTAS. Silvia, Jorge, Federico y Susana forjaron su amistad en viajes. LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Es jueves por la mañana, pero no es un día cualquiera. Los besos y los abrazos colman las calles; dentro y fuera de los bares ya se siente el ambiente de fiesta, y en distintos puntos de la provincia, los tucumanos que pueden, ya están saliendo de casa para celebrar a lo grande. O están terminando de preparar todo para la tarde. Es que el Día del Amigo llegó y son miles los que van a celebrarlo: con una reunión en casa, con una salida a un bar y hasta con un paseo al aire libre, fuera de la ciudad. Esos últimos son los que comenzaron temprano: y lo están pasando muuuuuy bien.

Por la tranquilidad y por el buen clima, uno de los lugares más elegidos es El Cadillal. Aquel paraíso, a pocos minutos de la capital, empieza tímidamente a llenarse. Se mezclan los turistas (de Buenos Aires, de Córdoba, de Santa Fe y de algunas provincias limítrofes) con las familias y con los amigos. Algunos suben a la aerosilla, otros caminan por el muelle y muchos otros dan vueltas por la villa, en búsqueda de un lugar tranquilo para tomar unos mates y charlar un rato. El corazón de El Cadillal late al ritmo de los encuentros.

Juntas gracias al barrio

Frente al dique están Laura Oliva, Isabel Sosa y Noelia Urueña sacándose fotos. Se ríen, charlan y miran las postales que guardan para el recuerdo. “Vimos que el sol estaba hermoso y decidimos venir. En realidad íbamos a ir a desayunar al Mercado Municipal de Tafí Viejo, pero bueno... acá estamos”, contó Isabel, que fue la que propuso el festejo. “Nos hicimos amigas del barrio, hace 10 u 11 años; nuestros hijos eran compañeros de la escuela y nos conocimos de cruzarnos”, cuenta Laura, que está muy contenta con la salida. “Es hermoso esto, y aunque seas de acá y los mires mil veces, nuestros paisajes son únicos”, agrega, pero es interrumpida. “Un día te saludás, al otro decís ‘che, vi que no venías y estaba por ayudar a cruzar a tu nene’ y de repente ya estás juntándote a tomar unos mates. Así pasó el tiempo. Así nos hicimos amigas”, añade Noelia.

COMER. Este grupo de amigas eligió almorzar a pasos del Dique. COMER. Este grupo de amigas eligió almorzar a pasos del Dique.

Las chicas agradecen el tenerse la una a la otra. “Quizá no nos vemos todos los días, y yo se lo digo a Isabel, que es la que vive más cerca, pero sabe que estoy. Ella me ve y ya sabe qué me pasa. No hace falta que le cuente nada. Y esas son amistades que uno valora mucho, porque ya las ves como hermanas, como parte de la familia”, dice Laura. “Me van a hacer llorar -añade Noelia-. Es muy lindo esta relación, porque hoy se está perdiendo la amistad en general. A veces se envía un mensaje y ya está, das por cumplido el día. Pero no es así. La amistad es mucho más que eso”.

Amigos por el mundo

Silvia Contreras, Jorge Ortiz y Federico Chabán son de Mendoza. Celebran este día de la mejor manera: entre amigos y de viaje. Están paseando por la provincia acompañados por Susana de Baigorria, tucumana que es amiga de Federico. Ellos se encontraron de casualidad hace 20 años, de viaje. “Ella y su esposo iban todos los años al mismo camping de Miramar que nosotros. Y de ahí nos conocimos, y nos hicimos amigos: desde allí, ininterrumpidamente fuimos siempre, excepto en el año de la pandemia. Hemos venido acá, ellos han ido a Mendoza. Forjamos una relación muy cercana; ahora en un ratito salimos para Raco, a comer en su casa”, comenta el turista. Es que estas amistades trascienden tiempo, espacio y distancia. Silvia y Jorge, en tanto, son amigos de Federico. “Ella es amiga de mi señora, y ahora son padrinos de mi hijo. Ya hemos hecho varios viajes juntos; hace como seis años que salimos. Por ahí rabiamos un poco -ríe- pero nos llevamos muy bien”, dice él hasta que es interrumpido. “Es que a él le gusta madrugar, y yo a veces me duermo en la camioneta, por el sueño, y no conozco nada -resalta Silvia-; pero somos buenos amigos, si no, no saldríamos tanto”.

En la iglesia, en casa y en la vida

Cerca del mediodía, los merenderos y los asadores comienzan a ocuparse. En uno de ellos están Ingrid, Lola, Johana, Erika, Iara, Tatiana y Maia. Son todas adolescentes, de entre 14 y 18. “Somos un grupo de amigas de la Iglesia de Jesucristo -cuenta Cynthia Herrera, a cargo del grupo-. Somos de Lastenia y decidimos venir acá, porque Lastenia ya conocemos”, dijo entre risas. Maia cuenta que organizaron la salida con mucha anticipación, para impedir que otras invitaciones complicaran reunir a todo el grupo. Las demás añaden que la idea original era Tafí del Valle, pero para evitar dificultades de movilidad, se decidieron por un lugar más cerca de la ciudad. “Yo también les pregunté si querían pasarlo juntas o con otras amigas. Pero ellas comparten mucho; se sienten cómodas y sienten que pueden ser ellas mismas. Son un grupo de amigas muy cercano”, agrega Cynthia. Hacen pijamadas, se juntan en la iglesia, algunas son compañeras en la escuela o tienen alguna relación de parentesco. “Uno puede mandar mensajes y saludar, pero esto de compartir o estar... hay que saberle hacer a las personas que queremos lo que sentimos. Nos parecía importante reunirnos para hablar de la importancia de la amistad y del por qué hay que ser buenos amigos y cuidar a los que queremos -reflexiona, mientras las chicas escuchan tímidamente-; hay que valorar la amistad y hay que respetar al otro y agradecer el tiempo que alguien me está dedicando, porque significa que soy valioso para él. Por eso nos juntamos”. De repente, la charla se termina: las chicas llevaron panchos y pizza para almorzar, y ya se está por enfriar. Es momento de compartir.

COMER. Este grupo de amigas eligió almorzar a pasos del Dique. LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO COMER. Este grupo de amigas eligió almorzar a pasos del Dique. LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
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