“La trayectoria intermedial del gesto” exhibe un extenso estudio y un largo recorrido; una tesis de maestría;  algunas reflexiones con numerosas interrogantes y sin ninguna repuesta. Aunque esté tan trillada la palabra búsqueda, no puede soslayarse en esta investigación, contada a modo de fábula en la performance; un lenguaje híbrido si lo hay.

Valentina Díaz, radicada desde hace años en México, se preocupa por los “agujeros negros del lenguaje”, en los que no encuentra sentido, o como dice ella “se cancela el sentido”. Se ubica dentro y fuera, a la vez, del arte contemporáneo. Ha expuesto en México, en San Pablo (Brasil), en la Bienal de Santa Cruz  de la Sierra (Bolivia), fue artista residente en Colombia, además de hacerlo en CABA y obtener becas del Fondo Nacional de las Artes;  en el MUNT expuso “Efecto marea” en 2017.                        

Importa puntualizar que detrás de cada exposición, hay una pesquisa y un estudio previo, algo no tan frecuente en el arte contemporáneo; el background teórico tiene fuerte presencia, pero también sus acciones, como por ejemplo, en el famoso Edificio Copan de Oscar Niemeyer, en San Pablo, Brasil.  

Con “La trayectoria intermedial del gesto” obtuvo la Maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue un proceso expresado en diferentes estudios tanto de Oskar Schlemmer (“Ballet Triádico”, 1921, Bauhaus), de Samuel Beckett (“Quad”, 1981 y “Not I”, 1972-1973), en obras en la que todos los elementos giran alrededor del número cuatro y la geometría, y el monólogo del escritor con la boca abierta). También del mismo Vasili Kandinski y la coreografía neoconcreta de Ligia Pape.

Porque a la artista le interesa tanto el teatro, la indumentaria, las artes escénicas como las artes visuales.

Eso se observa con evidencia en las acciones que realizó este viernes y sábado en el MUNT, donde participaron, además, los performers Marta Salina, Nando Migueles y Bruno Juliano. Una performance largamente aplaudida.

En una extensa entrevista con LA GACETA, pocas horas antes de sus acciones en el MUNT, recordará que en el secundario hacia los carteles de reclamos (como buena secretaria de prensa de un centro de estudiantes), aunque cuando vio la delegación del centro de artes vestidos de tijeras portando pancartas, comprendió que podía comunicarse más allá de la escritura; mucho más, con las imágenes; allí decidió que estudiaría en la Facultad de Artes. “Pensé en la obsolescencia del lenguaje escrito”.

No obstante, en todas las acciones que se pueden advertir en las videoinstalaciones y la performance que activó este fin de semana existe un guión escrito, planteado con escenas y actos.

Cuatro son los performers que leen el guión, cuatro son las sillas; cuatro los referentes; cinco las videoinstalaciones que se proyectan casi durante 40 minutos.

“Quad” es un diagrama, un cuadrado con secuencia de recorridos. “Y lo que más me interesó es que en una carta a un amigo, Beckett afirma que está harto de la tiranía del lenguaje, es tan rígido su estructura que no permite rasgarlo y ver qué hay detrás”, precisa.

Luego pasará a reflexionar sobre esa boca abierta (“Not I”) que habla y dice algo incomprensible. “Aquí el gesto le gana a la palabra”, asegura, informando que ese esquema de “Quad” integra “La trayectoria intermedial del gesto”, que se presenta como una videoinstalación, un libro y la lectura performática de un guión teatral que plantea el proceso de migración como un proceso de traducciones.

El lenguaje

Valentina Díaz dice que hay una oscuridad en el lenguaje; “es el de las emociones, que no podemos entender, pero el arte se deber meter en ese espacio. Creo que las mejores obras son las que no podés entender; el arte es emocional, ver cómo se traducen esos estados emocionales. Para que el arte ocurra hay que abrir esos agujeros del lenguaje”, asegura.

Se sabe desde hace tiempo que la performance ha sido asumida como propia en esta provincia, desde los 80 del siglo pasado. No pocas han funcionado como añadidos a desfiles, pasarelas, shows musicales y vernissages.

No es este el caso: se trata de una acción que reflexiona sobre el lenguaje para desbordar el mismo, con una multiplicidad de textos escritos para reivindicar (¿?) la imagen.

Será, quizá, porque aunque no se la considere habitualmente, la escritura es igualmente una imagen. Basta leer a Derrida.

- Contanos cómo es tu trabajo.

- Es un guión con performance y la presentación de videoinstalaciones organizado como actos, secuencias. El texto, además de guión, es un tejido que entrelaza esos actos, que refieren a piezas históricas, con escenas en las que se narra el vínculo entre dos mujeres conectadas por una máquina de tejer; el absurdo encuentro entre tejido lineal habitante del mundo occidental y el tejido espiral habitante ancestral indígena, originario, el desencuentro entre esos dos tejidos y la vida de un cartel. Elegí obras que a mi interesan mucho como el “Ballet Triádico”, ahí está la indumentaria, lo escénico, la danza, la performance lo teatral, en esa escena hay muchas ideas. En “Quad” hay un  cuadrado de luz en el que ingresan figuras con túnicas de colores, hacen un recorrido, tienen un texto que es un diagrama que marca el movimiento de los personajes.  

- ¿Con qué se encuentra la gente al ingresar a tu obra?

- Con una sala oscura y cuatro personas que leen un guión que escribí: Lengua, Mano, Corazón y Ojo. Y luego están las videoinstalaciones en las que se plantean trabajos que realicé en Brasil y en Colombia, en Bolivia. Está contado como una fábula. Habla de mi historia, de mi recorrido; en la maestría me decían que me había cerrado en el código del arte contemporáneo, en el que los artistas hablan con artistas sobre el arte. Pero quedarme ahí veo que empobrece el discurso. Por eso traté de abrirme a otras culturas, de meterme ahí. Termino tomando esos referentes que te dije para hacer el guión.

- ¿Cómo está estructurado todo eso que decís en lo que vimos?

- Cuatro alrededor de la mesa están leyendo el guión. Tres actos, hay escenas que cuentan a modo de fábula historias de tejidos, lineal y espiral; el lineal es el pensamiento occidental, que se encuentra con el tejido espiral que tiene que ver con el pensamiento y la construcción indígena, que es otra forma de entender el mundo. En la segunda escena entran los videos. En realidad, el relato es cómo ocurren las cosas, es un objeto que se convierte en una conversación. Hay capas sobre capas, todo esto se conecta y sin texto académico. El tejido le discute a Kandinski que decía que el punto genera la línea; pero el tejido afirma que la línea se genera por puntos. En la mesa se halla un metrómeno mecánico que marca el tiempo, y lo uso para medir el tiempo del tejido.

- Observo que hay una mirada crítica, política si se quiere, sobre la relación con esas otras culturas, ancestrales, indígenas.

- Sí, está pensando en la obra, en la relación de las dos tejedoras. Me he acercado, te acercás, pero a los otros tal vez no le intereses, hay que ver cuáles son las cosas que se pueden dar a cambio. Mucho arte contemporáneo se ha convertido en extractivista de otras culturas, es casi como en una moda. Hay que meterse ahí, pero hay que ver cómo. El texto habla de esa dificultad, de formas de pensar, de cómo hacerlo, cómo se acerca una cosa a otra. Hablar de arte, de algo que está más allá del arte. Intenté acercarme y no ha funcionado, hablo de eso. No sabes cómo vincularle, es una reflexión.

- Querés hablar más sobre esa estructura…

- Cuando me pasa algo lo pienso como imagen, y realizo dibujos, y lo llevo al tejido; el tejido es un sistema de coordenadas, ese código lo transformo a una partitura, hay una traducción. Los movimientos de las  personas están marcados por el metrómeno. Ojo le pide a Mano que lea una secuencia. Esta es la quinta pieza. En el Edificio Copan, la acción está en la escalera de emergencia. Dos planos que van bajando por esa escalera caracol, con círculos concéntricos, el objetivo es que se superpongan esos planos para que se forme un ojo, de un piso a otro.

- Tomás a Beckett, un existencialista que escribió “Esperando a Godot”.

- Beckett recorre de manera infinita ese cuadrado, lo recorre de todas las maneras; transforma ese cuadrado en un proceso; la comprensión del paso de la geometría ha sido para mí un hallazgo. El tejido como organismo vivo de la cultura aymara. Estaba intentando no hablar de eso, no ser extractivista, pero me invitaron a Bolivia a exponer eso. En definitiva, la dificultad del encuentro de dos formas de ver el mundo.

El lenguaje II

Cuando los artistas reflexionan sobre el arte el lenguaje está en el centro. Desde que Ferdinand de Saussure marcó a inicios del siglo XX que el objeto de investigación de la filosofía sería el lenguaje, todo cambió. Muchos quisieron regimentarlo, conquistarlo, y otros su interpretarlo.

Valentina Díaz toma el pulso al texto (texto= tejido, decía Roland Bathes al investigar la raíz etimológica) y a la intertextualidad (Michael Bajtin, Julia Kristeva), que recorren la obra, así como las nociones de rizoma (Deleuze y Guattari), todos conceptos que huyen de la “tiranía del lenguaje”. Desde otra acción, la artista Laurie Anderson (que interactuaba con William Burroughs) convirtió en performance la teoría de “el lenguaje es un virus”.

La muestra de Díaz es igualmente útil para comprender que el arte es emocional, pero que en torno a él la filosofía y estética se han planteado distintas reflexiones y abordajes.