Cada cuatro años, como sucedió durante las últimas semanas en París, los ojos del mundo del deporte se posan en los Juegos Olímpicos. Millones de argentinos se “acercan” a deportes y a disciplinas que no conocen, o de las que sólo tienen pocos datos y muchos se sorprenden por el escaso éxito de la delegación “albiceleste” en los Juegos: en París sólo obtuvo tres medallas.

Existe una serie de factores que explican ese rendimiento, pero hay uno que predomina sobre el resto: la falta de condiciones adecuadas para prepararse de la manera que un certamen de semejante magnitud amerita. Y en eso tiene mucho que ver el escaso apoyo que recibe buena parte de los deportistas que viajaron a competir en Francia.

“Fracasados” o “pechos frío” son sólo algunas de las denominaciones que reciben los atletas que no consiguen llegar a un podio; algo a lo que el fútbol parece habernos mal acostumbrado a los fanáticos durante el último tiempo. Pero, ¿se les puede exigir lo mismo a deportistas que tienen una realidad muy diferente a la de un futbolista?

Para responder esto, es importante recurrir a los números. En Argentina, el Ente Nacional de Alto Rendimiento (Enard), coadministrado por la Secretaría de Deportes de la Nación y el Comité Olímpico Argentino, es el que se encarga de repartir las becas a los deportistas. Son subvenciones cuyos montos parecen ser totalmente insuficientes para lo que los deportistas necesitan.

Las categorías de las becas que entrega el Enard son cuatro, con algunas subcategorías: olímpica/paralímpica, panamericana/parapanamericana, sudamericana y joven talento de transición. Lógicamente, la de monto más alto es la olímpica, que tiene a su vez dos subcategorías: excelencia y proyección.

La beca de excelencia está destinada a quienes fueron medallistas en los Juegos Olímpicos  pasados, y pudieron repetir una actuación similar en el Mundial de su disciplina. Proyección, por su parte, es para aquellos deportistas cuyos resultados hayan marcado una tendencia que les permita pelear por un podio en los Juegos.

En la categoría excelencia, el monto mensual que se otorga es de $ 689.907 por mes; lo que en un valor internacional da alrededor de U$S 500. Teniendo en cuenta que se trata de un atleta elite, ese monto no sólo es bajo comparado, por ejemplo, con el de futbolista profesional que recién firma su primer contrato con un club de Primera (ese monto es el inicial); sino que también están en desventaja con respecto al dinero que reciben deportistas del mismo nivel en otros países de la región.

Ecuador, el que mejor paga en Sudamérica, les da a sus medallistas olímpicos un total de U$S 3.400 mensuales. En Brasil, los medallistas reciben U$S 2.500 cada 30 días; mientras que en Chile oscila entre U$S 3.100 y U$S 1.800 (dependiendo de qué medalla sea). Todo esto, de acuerdo a los datos publicados en los sitios de los respectivos Ministerios de Deporte de cada país.

Esto nos permite concluir que incluso los mejores deportistas argentinos, con resultados comprobados, perciben una suma mensual que les alcanza para poco.

Los clasificados a los Juegos Olímpicos de París que se enmarcaban dentro de la categoría proyección tenían una beca mensual de $ 300.000. Los medallistas panamericanos entre $ 330.000 y $ 386.000, y los medallistas sudamericanos $ 275.000. Para los jóvenes talentos, la suma era de apenas $ 137.981; muy por debajo del salario mínimo vital y móvil que está por arriba de los $ 260.000.

¿Para qué suelen utilizar este dinero? Los deportistas no sólo tienen gastos mensuales fijos como los vitales para el día a día; sino que en el caso de quienes viven en el interior, deben sumarle los pasajes para viajar a otras provincias a participar de las concentraciones nacionales; y en la mayoría de los casos las federaciones no les cubre ese gasto. Ese es el caso de buena parte de los -pocos- deportistas tucumanos que reciben una beca del Enard.

Este no es el único factor que perjudica a los deportistas argentinos. A eso hay que sumarle la falta de infraestructura deportiva y de competencia en el país. En la mayoría de los deportes, el nivel general está muy por debajo de los estándares internacionales debido a la falta de apoyo, tanto privado como estatal.

Muchas disciplinas ni siquiera tienen un lugar apto para entrenamientos por lo que deben apelar a viajar al exterior para conseguir una preparación adecuada. Y para eso, la beca no alcanza; por lo menos, de acuerdo con lo que dicen los propios deportistas.

Ser deportista de elite, en muchos casos, es un trabajo. Para que un deportista llegue a estar entre los mejores del mundo necesita de una preparación full time: no sólo entrenarse, sino vivir para ese entrenamiento. Y en Argentina, eso sucede en pocos casos: la mayoría de los atletas debe conseguir además un trabajo que les permita sustentar su carrera.

En primera persona

Para los deportistas tucumanos, competir en el alto rendimiento es un desafío. La falta de competencias y de infraestructura los obliga, generalmente, a viajar sí o sí, por lo menos, a Buenos Aires. Sus propios testimonios reflejan los escollos que deben superar.

Joaquín Cisneros (h), tirador tucumano en la disciplina de foso olímpico, contó que dejó la actividad a los 20 años debido a la falta de apoyo. En su caso, cuenta que recibía una beca de alrededor de $80.000, correspondiente al programa “Joven Talento” del Enard; aunque meses atrás, le quitaron ese beneficio. “Tenía que ahorrar 3 meses para poder comprarme un cajón de cartuchos para poder tirar en un concurso”, reveló.

NO PUDO SEGUIR. Joaquín Cisneros (h) dejó de competir en tiro por falta de apoyo. LA GACETA / Foto de Osvaldo Ripoll

“Para poder viajar a torneos tuve que hacer rifas, sorteos, y hasta pedir ayuda. Ahora es el Campeonato Sudamericano y Mundial Junior en Perú y no puedo asistir por falta de dinero”, agregó el joven. “Está muy complicado todo económicamente y me cansé de verlos a mis viejos sufrir para que yo pueda tirar”, se lamentó.

Esta situación no es nueva. Históricamente, el deportista amateur debió luchar contra la falta de visibilidad, algo que termina impactando en el apoyo que recibe. “Nunca alcanza, a menos que seas campeón o medallista olímpico”, sostuvo Emmanuel Lucenti, ex judoca, que participó de cuatro Juegos Olímpicos.

“Cuando tenía beca, y por ahí me pagaban los viajes, la utilizaba mucho en la suplementación y en todo lo que era respectivo al entrenamiento. Pero a menos que seas medallista olímpico es muy poca; no podés hacer mucho”, recordó Lucenti.

Pero incluso deportistas consagrados, y con base en Buenos Aires, sufren la escasez de recurso e infraestructura. Tras ganar el bronce en París, en lo que fue su sexto podio olímpico en los últimos siete Juegos, las jugadoras de las Leonas pidieron más acompañamiento.

“Entrenamos en las condiciones que no son las mejores y el país ganó tres medallas. Ojalá el deporte crezca y se le de más bola pero el compromiso no se negocia”, señaló Agostina Alonso. “Argentina tiene mucho para mejorar; desde los dirigentes hasta las jugadoras. Hace muchos años que nos cuesta y sin embargo estamos acá. Ojalá esto pueda cambiar”, sostuvo, por su parte, Agustina Gorzelany.

Las federaciones, limitadas

Para las federaciones deportivas locales, también es un constante nadar contra la corriente. La mayoría cuenta con poco presupuesto, lo que les hace imposible apoyar económicamente a sus deportistas más destacados.

“La Federación Tucumana de Karate es amateur y los fondos que manejamos son súper magros. El poco dinero que se recauda se lo destina, cuando hay un viaje, al cuerpo de coachs que llevamos”, señaló Iván Troitiño, presidente de la Federación Tucumana de Karate (FTK), que tiene entre sus afiliados a Gonzalo Navarro, integrante de la Selección, y que recibe una beca del Enard por haber sido medallista sudamericano.

¿Cómo pueden ayudar las federaciones a sus deportistas? En el caso de la FTK, Troitiño explicó que Navarro puede entrenar sin pagar una cuota mensual en el gimnasio donde funciona la Federación. Además, también percibe un ingreso cuando diserta en cursos o capacitaciones que dicta la entidad.