“La primera vez que hice un ejercicio de mindfulness fue en el consultorio de una psicóloga. Fue corto. Cuando me contó de qué se trataba me pareció una tontería, pero lo hice igual. Pero cuando terminé esos cinco minutos, se habían ido toda la bronca y el enojo que tenía”. Las palabras de Facundo Barrionuevo, paciente, ayudan a entender cómo se está dando el fenómeno de mindfulness. Es que en medio del ruido del mundo, la vorágine del día a día y la presión que exige la vida moderna, asoman dos prácticas que invitan a poner una pausa y encontrar calma en medio del ojo del huracán. Algo que Barrionuevo y otros finalmente hallaron.

“Por eso es algo fundamental soltar los prejuicios, porque cuando se habla de meditación, uno piensa en un monje tibetano que mira a las montañas, con la mente en blanco. Y no”, comentó. “Son ejercicios muy simples y diversos, que se pueden hacer antes de dormir, caminando por la ciudad, subido a un avión o trotando en un parque. Me pasó de estar 45 minutos corriendo pero con la cabeza en el trabajo, en la economía, en otros problemas. El mindfulness te trae al presente, tan simple como eso”, sentenció.

La palabra mindfulness no tiene una traducción exacta en nuestro idioma, no obstante su significado más cercano es ‘conciencia plena’. Esta experiencia ha ganado terreno incluso en la psicología y aunque está íntimamente conectada a la meditación, no son lo mismo sino que una cultiva a la otra.

Desde la psicología

“El mindfulness es un recurso psicoterapéutico que fue incorporándose a la psicoterapia y a los tratamientos psicológicos en las últimas décadas y fue introducida a occidente por Jon Kabat-Zinn, quien propuso su implementación para la reducción del estrés”, explicó al respecto el licenciado y master en psicología, Mario Haro.

Y si bien esta práctica tiene sus orígenes en la meditación budista vipassana, su uso con fines terapéuticos no se dirige a una práctica espiritual o religiosa, sino que persigue otros objetivos, aclaró el profesional de la salud.

“Por ejemplo, a través de esta experiencia se busca aumentar el nivel de tolerancia al malestar emocional, incrementar los niveles de bienestar subjetivo, disminuir o atenuar la influencia de los pensamientos intrusivos y perturbadores, ayudar a focalizar mejor la atención centrándose en el presente y promover una ‘aceptación sin juicios’ de las emociones”, comentó Haro.

Una vía gradual

En su búsqueda de bajar la exigencia desde todos los puntos, la práctica del mindfulness es un camino progresivo. “Puede comenzar como una práctica esporádica y para algunas personas puede convertirse en una forma de vida, ya que la asumen como una filosofía de vida”, indicó Haro.

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Así, para dibujar un panorama que agregue más claridad a sus palabras, refirió: “con aquellos pacientes a quienes se los indico, comenzamos con pequeñas experiencias de mindfulness en la consulta psicoterapéutica, para que pueda acompañar a la persona e ir evaluando el impacto y las dificultades que tiene esa práctica en la persona real y en ese momento”.

“A partir de allí, le sugiero prácticas frecuentes de acuerdo a las posibilidades que ella o él tenga. Deben ser breves, no más de 15 minutos, en lugares tranquilos y en contextos que permitan a la persona enfocarse en la práctica durante ese lapso de tiempo”, agregó.

A quiénes se recomienda

Aunque no hay banderas rojas a la hora de sugerir vivir esta experiencia, dentro de la psicología, hay grupos a los que esta práctica puede ayudarles mucho. De ellos habló el licenciado Roberto Marchetti.

“Lo sugiero en aquellos pacientes con graves problemas de regulación emocional. Por ejemplo a aquellos que son hostiles, que son resistentes al cambio o presentan una mayor predisposición en la recaída”, reseñó.

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¿Por qué él la elige en los casos que mencionó? “Esta práctica de meditación del budismo Zen llevada a la salud mental, permite a las personas poder utilizarla para poder separar el pensamiento y los sentimientos, para regular mejor sus emociones”, contestó.

Aunque esta práctica también puede ayudar a personas con ansiedad y depresión, Marchetti aclaró que puede producir un alivio pero no va a lograr una cura.

“Ahora, la meditación sí es efectiva en episodios transitorios depresivos o ansiosos en los que no hay un diagnóstico emocional y no hay una disfuncionalidad en la vida cotidiana”, dilucidó.

El yoga como aliado

“El yoga y la meditación están tan relacionados que nosotros solemos decir que no existe uno sin el otro”, afirmó la profesora de yoga Miriam Pernas. Y en el yoga, una de las claves está en la respiración.

“Aprender a respirar es fundamental porque facilita todo lo que significa el reconocimiento del cuerpo”, aseveró la instructora. “Lo que en gimnasia se llama ejercicios, nosotros decimos asanas, que son las posturas que usamos y van unidas directamente a la respiración, lo que genera en las personas un aprendizaje que comienza a generar mucha más calma porque hoy con el nivel de estrés de la vida misma, las personas tienen una disociación muy grande con su cuerpo y en yoga se aprende precisamente a volver a uno”, reflexionó.

“Cuando uno comienza a reconocerlo al cuerpo a través de la respiración comienza también a aquietar la mente. Pero esto es un proceso que no es de un día para otro”, precisó Miriam.

Más beneficios

La meditación dentro de la práctica del yoga, tiene varias ventajas, las que Miriam describe así: “en primer lugar, las personas empiezan a relacionarse consigo mismas desde un lugar muy pacífico ya que tienen la posibilidad de desarrollar la compasión con uno mismo, porque su mirada interior se vuelve menos crítica y mucho menos egoísta”

“Ahí podemos entender que somos una suma de luces y de sombras, y que todo lo que nos habita forma parte de uno en este aprendizaje que recorremos, porque a eso hemos venido: a aprender a ser mejores, a superarnos y a tener en la vida de uno un contenido espiritual que es lo que nos sustenta”, sumó.

“El que practica yoga de manera regular, disciplinada y practica meditación, goza de un espíritu libre y profundo, y una mirada amorosa de las cosas. Porque la meditación no resuelva los problemas, pero sí ayuda a esclarecer la mente, y entonces ahí uno encuentra muchas respuestas que quizás el que está muy perturbado o estresado no las puede encontrar”, consideró la profesora.