La de Andrés “Pillín” Bracamonte no es una muerte más generada por la violencia del fútbol. Se trataría de un caso en el que la pelota queda manchada por la sangre que los narcos derraman para llevar adelante sus negocios. Este crimen debería abrir un urgente debate en el país. Los dirigentes tendrían que pedir ayuda para frenar el ingreso a las tribunas y a los cargos de los clubes a aquellas personas que buscan consolidar el tráfico y la comercialización de drogas, disfrazados de hinchas apasionados.

Bracamonte fue líder de la barra brava de Rosario Central durante más de 25 años. Nunca podría haberse mantenido al frente de los violentos de ese club sin la ayuda de directivos y de políticos. En 2018 le aplicaron el derecho de admisión, y le prohibieron ingresar a todos los estadios del país por vender entradas de protocolo del club. Esa medida no impidió que continuara al frente de “Los Guerreros”, realizando negocios espurios. Justamente lo mataron cuando sus secuaces realizaban la rendición de cuentas de todos los ingresos que habían conseguido en el partido contra San Lorenzo.

Las autoridades santafesinas y nacionales están haciendo un esfuerzo enorme para demostrar que este doble crimen está vinculado a un feroz interna de la hinchada “canalla”. Otros sostienen que las muertes de Bracamonte y de su mano derecha, Raúl Daniel “Rana” Attardo, podrían alterar el plan de pacificación que con éxito se está aplicando en Rosario. Los investigadores sostienen que es muy difícil que los homicidios no tengan consecuencias.

Complejidad

Lo que ocurre en las tribunas de Central es tan complejo como el escenario narco rosarino. Los miembros del clan Cantero, que formó el tristemente célebre grupo “Los Monos”, siempre fueron fanáticos de Newell’s, pero terminaron aliándose con Bracamonte para, supuestamente, tener participación de los ingresos por los negocios ilegales que se realizaban en el “Gigante de Arroyito”, entre los que se destacan la venta de droga. Los pesquisas sostienen que hay otras bandas que quieren quedarse con el manejo de esas actividades ilícitas. Entre ellos aparecen “Los Menores” y Esteban Lindor Alvarado, acérrimos enemigos de “Los Monos”.

En esta interna quedaron grabados a fuego esta alianza. En agosto, Bracamonte sobrevivió a un ataque a balazos. En una entrevista publicada por “La Nación”, el barrabrava confesó que Ariel “Guille” Cantero le ofreció enviar a sus hombres para cobrarse venganza. El 1 de octubre, en plena calle y después de haber presenciado un partido de Central, fue asesinado de 16 disparos Samuel Medina, yerno del líder de “Los Monos” que está encerrado en una cárcel federal de máxima seguridad. Ese homicidio sigue impune.

Pasado

Los vínculos del fútbol con la droga no son exclusividad de los rosarinos. Clubes de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fueron noticia en los últimos tiempos por sus vínculos con narcos. En Tucumán también sobran casos.

“El Gordo” Sonora durante mucho tiempo fue líder de la barra brava de Atlético. En 1997 fue detenido porque la Policía encontró droga en su casa. Al ser procesado y detenido, las tribunas del Monumental de 25 de Mayo y Chile quedaron bajo el dominio del clan Acevedo. Una importante parte de esta familia terminó condenada por haber secuestrado a Margarita Toro, sospechada de dirigir una red de narcomenudeo en Villa 9 de Julio.

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Oficialmente se difundió que todo se había originado por el robo de una moto, pero hubo sospechas de que se trató de un ataque porque el clan Toro habría intentado adueñarse de la hinchada. Los secuestradores, según confiaron fuentes judiciales, además de dinero, habrían pedido la entrega de una considerable cantidad de droga como rescate.

Rubén “La Chancha” Ale siempre lloró por su San Martín amado. Durante su vida fue barrabrava, gerenciador y presidente del “Santo”. Pero fue condenado por haber usado el club de sus amores para el lavado de activos provenientes de la usura, la extorsión, la explotación económica del ejercicio de la prostitución y el comercio de estupefacientes.

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Años atrás, la barra de Concepción Fútbol Club tenía fama de violenta y de provocar incidentes en cada una de las ciudades del interior donde se presentaban a jugar. Su jefe fue detenido en 2018 por narcomenudeo. Lo curioso del caso es que tenía “quioscos” de ventas en varias de las localidades donde la hinchada generaba problemas. En junio, Eber Aléxis Fernández, otro barrabrava del “Cuervo”, fue descubierto cuando trasladaba un kilo de cocaína. El acusado, que ya fue penado por una causa de droga, llegó a un acuerdo para recibir una condena de cuatro años.

Presente

La situación habría empeorado en los últimos años en la provincia. Eso surge de las últimas investigaciones que se están realizando. Pero también a partir de confesiones. Javier “Jazo” Acevedo, líder de “La 33”, condenado por haber generado incidentes en el Monumental, contó detalles sobre cómo era la venta de drogas en el estadio de Atlético. La jueza Carolina Ballesteros pidió que se abriera una investigación con esos datos. Cuentan los “decanos” que la interna que existe en el clan Acevedo sería porque algunos integrantes no estarían a favor de que se libere la venta de sustancias en la cancha y zonas aledañas.

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“Chuky” y “Cara i’ Gota” están sospechados de estar vinculados al tráfico y comercialización de drogas. Ambos son oriundos del Barrio Oeste II y su relación es inestable. Sin embargo, dejaron atrás todas las diferencias para mantener el poder en las tribunas de La Ciudadela que pretendía ocupar Facundo Ale, sobrino de “La Chancha”.

En las inmediaciones de ese estadio se registró la última muerte por la violencia en el fútbol en Tucumán. Manuel “Berenjena” López fue ultimado de un balazo en la cabeza en septiembre de 2022. Los policías descubrieron que tenía varias dosis de cocaína en uno de sus bolsillos. Una de las hipótesis del caso es que habría vendido sin autorización de la barra. Por el crimen fue condenado un miembro de “La Banda del Camión”.

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Ni los clubes de la Liga Tucumana de Fútbol están ajenos a este contexto. Después de varios años, Sportivo Guzmán volvió a gritar campeón. Gerardo “Coco” Toro, integrante del clan sospechado de tener una red de narcomenudeo y que falleció semanas atrás en un accidente, fue uno de los pocos que tuvo la oportunidad de dar la vuelta olímpica y levantar la Copa de Tucumán. Ese habría sido el premio por colaborar con el club de sus amores.

Y si de colaboraciones se trata, hay un club del sur de la capital que según dicen, abonaría los sueldos más altos. Además tendrían los mejores elementos de trabajo e instalaciones poco comunes para la categoría. Se cree que esta institución recibiría el apoyo de un ex integrante del clan “Los 30” que estuvo mencionado en varias causas por droga, pero nunca recibió una condena. Estos son algunos casos conocidos, pero habría otros que todavía no quedaron al descubierto.