Cada vez surgen más términos para definir las tendencias de empleo recientes, como el quiet quitting (cumplir con lo justo y necesario en el trabajo para evitar el desgaste) o el quiet ambition (optar por roles menos exigentes para reducir el estrés). Con esa misma lógica quiet vacation implica que los empleados toman unos días de descanso sin notificarlo a sus superiores.

Un informe de la consultora global de marketing The Harris Poll señala que el 28% de los trabajadores estadounidenses asegura haberse tomado días libres sin notificar formalmente a su empleador. Este fenómeno es más común entre las generaciones más jóvenes: el 37% de los millennials y el 24% de los encuestados de la Generación Z (nacidos entre 1994 y 2006) admiten haber participado de estas "vacaciones silenciosas".

El comportamiento denominado quiet vacation refleja un cambio cultural en la relación entre el trabajo y la vida personal, pero también pone en evidencia desafíos profundos en el ámbito laboral. Lo principal de esta cuestión es simular estar trabajando mediante estrategias como programar correos electrónicos o mantener un estado activo en aplicaciones de mensajería laboral.

En los Estados Unidos, esta situación se agrava debido a una cultura laboral que sacraliza la productividad constante. Según el mismo informe, aunque el 83% de los trabajadores está satisfecho con las políticas de vacaciones de sus empresas, el 78% no utiliza la totalidad de los días disponibles por miedo al estigma o al exceso de tareas acumuladas al regresar.

Una de las especialistas a cargo del estudio, Rebecca Zucker vincula esta práctica a la falta de confianza en el entorno laboral, según una publicación de Forbes. "Muchos empleados no sienten que puedan hablar abiertamente con sus jefes sobre la necesidad de tomarse un tiempo real de descanso", señala. Además, la presión constante de estar disponible, incluso fuera del horario laboral, lleva a que estos trabajadores busquen alternativas para desconectarse sin ser juzgados.

Consecuencias para la salud mental

Aunque las quiet vacations puedan ser una válvula de escape temporal, también refuerzan una cultura laboral disfuncional que dificulta el descanso real. Los expertos advierten que mantener la fachada de estar trabajando incluso en días libres no sólo perpetúa el estrés, sino que disminuye los beneficios que el tiempo de descanso tiene para la salud mental y física.

Además, esta práctica pone de relieve una contradicción: la desconexión laboral sigue siendo un desafío, incluso en contextos de trabajo remoto. El 66% de los millennials afirma que le resulta difícil desconectarse completamente y el 56% admite haber atendido llamadas laborales durante sus vacaciones.

Mientras que en los Estados Unidos estas "vacaciones silenciosas" reflejan problemas estructurales, en países europeos la situación es diferente. En la Unión Europea, los trabajadores tienen garantizados al menos 20 días de vacaciones pagas al año y tomar tiempo libre está culturalmente más aceptado. Como señala The Guardian, algunos países prácticamente detienen actividades durante agosto, promoviendo un verdadero descanso.

Con el auge del trabajo remoto y las posibilidades tecnológicas de mantenerse conectado desde cualquier lugar, podría esperarse un cambio hacia políticas laborales más flexibles. Sin embargo, los especialistas observan que mientras las quiet vacations sigan siendo una práctica encubierta, no resolverán los problemas subyacentes de confianza y equilibrio entre la vida laboral y personal.

Para que los empleados puedan disfrutar de un descanso pleno, las organizaciones deben fomentar una cultura que valore el tiempo libre y reduzca la presión constante de estar disponibles.