En el expediente aparecen el testimonio de 21 personas que revelaron cómo era el sistema de ingreso de la sustancia al penal, los castigos que recibían los internos y las muertes que se registraron en los últimos tiempos.

“Todos los problemas que se arman en la cárcel son por la venta de droga. El mismo guardiacárcel lo manda al choque al preso. Es una competencia por quién vende más y quien vende menos y cómo arman los bagullos”, puntualizó el “Testigo F”, cuando declaró en 2015 en una de las causas iniciadas.

Sobre el ingreso de los estupefacientes (cocaína, marihuana y psicotrópicos) a la cárcel, los testigos fueron coincidentes: la manera más fácil era cuando la trasladaba el personal del Servicio Penitenciario. La versión no es tan descabellada si se tiene en cuenta que mientras se investigaba este caso, la Justicia condenó al enfermero Miguel Ángel Herrera (junio de 2017) y al guardiacárcel Walter Vallejo (junio de 2020) por tenencia de estupefacientes para su comercialización en el penal.

Los testigos también contaron que la entrega se hacía mediante el sistema conocido como voleo. Una persona arrojaba al interior de la cárcel una bolsa con sustancia. Uno de los internos la recogía y se las entregaba a uno de los integrantes de la organización.

“Otra de las formas que introducían la droga era en la carne que llevan al penal. A la paleta le hacen un corte y en el medio meten la marihuana, después la vuelven a congelar y así logran ingresarla”, relató el “Testigo D”. “Eso lo sé porque me lo contó el muchacho que trabajaba ahí que me daba el trozo de carne para que el carnicero le sacara el ladrillo de marihuana para que yo la suba”, añadió.

Muertes

El crimen de Fernando Sebastián Medina fue parte del expediente. Él ya había ratificado la denuncia de venta de drogas en la Justicia federal, por lo que dispusieron medidas de protección a su favor. Lo trasladaron a la seccional 7ª. Sin embargo, un domingo fue llevado al penal, donde fue asesinado a los pocos días. (Se informa por separado)

Dardo Sebastián “Pelao” Acevedo fue encontrado sin vida en el interior de su celda en el pabellón de máxima seguridad. El informe oficial daba cuenta que se había quitado la vida con un cinto, elemento que estaba prohibido en ese sector de la cárcel. Sus compañeros de encierro habrían declarado que a él lo habían matado porque no habría querido vender drogas para los guardiacárceles. Dos días antes de su fallecimiento, a la pareja del integrante del clan Acevedo le secuestraron dos bochas de cocaína. Los detenidos siempre señalaron que le “ponían” droga a los familiares para castigarlos.

Puntazo al corazón

A Mario Jesús Juárez lo mataron de un certero puntazo en el corazón, en enero de 2017. Pese a que las autoridades lo negaron, el móvil del crimen había sido una disputa por drogas. “Hay una conexión entre el personal del servicio penitenciario y algunos privados de la libertad. Las peleas que se arman son justamente para liderar el manejo de la venta de la droga”, declaró en febrero de 2017 Silvia Ester Juárez, la madre de la víctima.

Los detenidos coincidieron en señalar que los que se negaban a vender drogas eran perseguidos, castigados y torturados. En el expediente hay muchos relatos sobre cómo eran golpeados y abusados sexualmente por no querer trabajar para los guardiacárceles. La misma suerte corrían aquellos que denunciaban la situación. “Las golpizas se registraban fuera del horario del personal que trabajaba en la cárcel. No había civiles para que pudieran denunciar lo que había ocurrido”, finalizó el “Testigo F”.