Un amanecer más temprano, atardeceres que llegarán antes y relojes que deberán atrasarse una hora. Ese es el escenario que podría abrirse si prospera en el Senado el proyecto de ley que busca modificar el huso horario en Argentina.

La iniciativa, presentada por el diputado Julio Cobos y ya aprobada en la Cámara Baja con 151 votos a favor, 66 en contra y 8 abstenciones, propone que el país se ubique en el huso GMT-4 durante el invierno, y que en verano el Poder Ejecutivo pueda volver al actual GMT-3, lo que equivaldría a reinstalar un sistema similar al del horario de verano.

“Argentina tiene una de las mayores diferencias entre la hora oficial y la solar a nivel mundial”, argumentó Cobos, y remarcó que este desfasaje impacta en el consumo energético y en la vida cotidiana de millones de personas.

Cuestión de energía

La propuesta se apoya en un punto clave, que es el de aprovechar al máximo la luz natural. Según los cálculos presentados en Diputados, atrasar los relojes una hora permitirá beneficiarse mejor de los amaneceres invernales y reducir el uso de electricidad en la primera parte del día.

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Al respecto, el portal especializado Tiempo AMBA graficó el cambio y explicó que actualmente los amaneceres se dan alrededor de las 7 y los atardeceres cerca de las 18.52. Con la modificación, pasarían a las 6 y 17.52 respectivamente.

Así, el argumento energético no es menor, ya que en un contexto global de tarifas en alza y con los precios de petróleo, gas y carbón afectados por los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, la eficiencia energética vuelve al centro del debate.

Semanas atrás el doctor en Geografía Pablo Paolasso, director del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Tucumán, dijo en declaraciones LA GACETA que nuestro cuerpo está programado para funcionar en sincronía con la luz. “Por eso, si trabajamos o estudiamos cuando todavía está oscuro, afecta nuestro ritmo circadiano, el descanso y el rendimiento”, sostuvo el geógrafo.

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Por ese motivo, remarcó: “Lo más conveniente sería que adelantemos o atrasemos la hora dependiendo de la estación. Tener un horario de verano y otro de invierno permitiría que la mayoría de nuestras actividades sucedan durante las horas de luz”.

Y ejemplificó: “Ya hubo momentos en los que las escuelas tucumanas, por ejemplo, adaptaban su horario según la estación. Pero lo ideal sería un cambio general para evitar superposiciones y descoordinaciones entre sectores”

Impacto en la vida diaria

Más allá de la cuestión técnica, el cambio de huso horario tendría efectos concretos en la vida cotidiana:

• Escuelas y universidades: los especialistas sostienen que el nuevo horario se alinearía mejor con los ritmos circadianos de los estudiantes, lo que favorecería la concentración y el rendimiento escolar.

• Jornadas laborales: muchas actividades empezarían y terminarían con más luz solar, lo que impactaría en la productividad y en la organización del transporte público.

• Transporte y servicios: las frecuencias de colectivos, trenes y aviones deberán ajustarse al nuevo esquema, al igual que los sistemas de iluminación pública.

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• Salud: como ocurre en los países que aplican cambios de horario, los primeros días podrían traer trastornos de sueño y adaptación, aunque la experiencia internacional indica que en pocas semanas la población se acostumbra.

Economía regional

Otro eje central del proyecto es la coordinación internacional. Cobos propuso que los países del Mercosur acuerden en conjunto las fechas de modificación horaria, con el objetivo de facilitar el comercio, las operaciones bursátiles, bancarias y el transporte.

LEY. En Diputados se aprobó la iniciativa con más de 150 votos a favor.

En este sentido, la medida no sería inédita. Ya Argentina ya implementó esquemas de horario de verano e invierno en el pasado. Una ley sancionada en 2007 estableció el uso de GMT-3 en invierno y GMT-2 en verano, aunque la práctica se interrumpió en 2009. Desde 1969, el país mantiene el GMT-3 de manera estable.

Experiencias globales

En distintas partes del mundo, el cambio de huso horario estacional es una práctica extendida. Europa, Estados Unidos, Canadá y varios países de América Latina han implementado sistemas similares con el objetivo de ahorrar energía y alinear la vida social con el ciclo solar.

Los especialistas coinciden en que la adaptación inicial suele generar incomodidad, pero a mediano plazo trae beneficios en términos de consumo eléctrico y en la salud al respetar mejor la luz solar.

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Ante este panorama, ¿qué debe pasar ahora para que este cambio finalmente se lleve a cabo en Argentina? El proyecto aprobado en Diputados deberá ser tratado por el Senado en las próximas semanas.

De obtener sanción definitiva, significará que en la práctica los argentinos deberán atrasar sus relojes una hora en invierno. ¿Estamos listos para amanecer más temprano y despedirnos del sol antes de las seis de la tarde?