La diputada nacional saliente y ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal encendió el debate cuando publicó en LinkedIn que volvía al sector privado. La dirigente de Pro lo hizo de un modo inesperado: dijo que el 10 de diciembre se quedaba sin trabajo... entiéndase que en el Estado. Más allá de la repercusión del anuncio en la política, muchos lo leyeron como una manera de mostrarse nuevamente disponible en el mercado laboral. El episodio generó una pregunta: ¿qué pasa con los adultos que deciden abrir o reactivar su perfil en la red profesional más grande del mundo?
La respuesta no es única. Hay quienes lo ven como un puente hacia nuevas oportunidades, otros como un currículum digital y también quienes sienten que no terminan de entender cómo usarlo. En medio de esas experiencias, LinkedIn se presenta como una plataforma que desafía a los adultos a mostrarse de otra manera.
Una herramienta que cambió de rol
Esteban Mulki, profesor universitario e independiente en el área de tecnología, lleva años usando la red. Según su visión, LinkedIn evolucionó. “Al principio era solo un currículum online, bien estructurado para mostrar tu experiencia. Hoy es mucho más: funciona como una red social donde podés compartir proyectos e ideas, y hasta interactuar con colegas”, explica.
Mulki asegura que en el mundo tech la plataforma es clave: los reclutadores contactan de manera directa. “Yo lo uso más para estar presente. Cuando publico, recuerdo a otros qué estoy haciendo y eso genera contactos. No siempre significa conseguir un empleo, pero sí abre puertas”, describe.
En su caso, LinkedIn se convirtió en una herramienta de visibilidad profesional, más que de búsqueda directa. “La gente se acuerda de vos cuando ve tu actividad. Eso hace que cuando necesitan algo en tu área, piensen en vos”, resume.
La experiencia de volver
Distinta es la historia de Raúl Bermejo, un contador tucumano. Durante más de una década trabajó en estudios privados, pero, después eligió dedicarse a la docencia universitaria. Hoy quiere volver al sector privado y LinkedIn fue su primera apuesta.
“Me armé el perfil, actualicé mi experiencia y cargué cursos recientes, pero la verdad es que nadie me contacta. No sé cómo moverme ahí, me parece que me expongo demasiado”, reconoce.
Su sensación no es aislada. Varios adultos coinciden en que LinkedIn no termina de funcionar en Tucumán como buscador de empleo directo. Sin embargo, entienden que al menos les permite tener su trayectoria ordenada y visible, algo que cada vez más empresas revisan al momento de evaluar candidatos.
Querer mostrar y no saber cómo
Jimena Conte, docente de primaria de 43 años, nunca pensó en dejar el aula. Pero después de especializarse en educación inclusiva y en tecnología aplicada a la enseñanza, sintió la necesidad de contar lo que hacía.
“Me gustaría mostrar proyectos y compartir experiencias que pueden servir a otros colegas. Pero no sé cómo hacerlo en LinkedIn. Puse mis datos básicos y nada más. Me pierdo en lo demás”, admite.
Su testimonio refleja otra realidad: adultos que no buscan un empleo nuevo, pero sí exponer lo que hacen. En ese camino se topan con las dudas sobre qué publicar, cómo escribir y si ese contenido será valorado en la red.
Más allá de la edad
Para Esteban, la clave no pasa tanto por la edad como por el tipo de trabajo. “En tecnología es casi obligatorio tener LinkedIn activo porque ahí está todo el mundo. Funciona muy bien cuando buscás un empleo remoto o internacional porque te contactan de otros países o empresas que ni siquiera tienen representación en Tucumán”, observa.
Esa lógica no siempre aplica a otros rubros. “Si vos querés un trabajo local, como encargado de un comercio o un puesto administrativo en una empresa chica, probablemente LinkedIn no sea el mejor lugar. Ahí siguen funcionando los métodos tradicionales: carteles, contactos personales y agencias de empleo. En cambio, si ofrecés servicios basados en el conocimiento, o apuntás a lo híbrido y remoto, la plataforma tiene muchísimo más valor”, precisa.
El “efecto de red” termina siendo decisivo: cuanto más profesionales de un sector participan en la plataforma, más útil se vuelve. Esto explicaría por qué algunos adultos se sienten frustrados: si no ven movimiento en su rubro, cuesta sostener la constancia.
Raúl lo siente en carne propia: “para los contadores no me parece que sirva tanto. Si bien me permite mostrar lo que hice, no encontré un contacto que me devuelva esa interacción. Es como tener un perfil dormido”.
Un desafío para los adultos
Animarse a publicar también es un obstáculo. A diferencia de los jóvenes, que están acostumbrados a exponerse en redes, los adultos suelen sentir pudor. “Publicar algo profesional me da miedo: no sé si tendrá valor o si me van a criticar”, dice Jimena.
Esa resistencia cultural convive con la necesidad de mostrarse en un mercado más competitivo. La lógica cambió: no basta con tener un título o experiencia, también hay que saber comunicarlo. En ese terreno, LinkedIn se vuelve una herramienta exigente.
El caso Vidal, con todo lo que representó, dejó en claro que LinkedIn no es exclusivo de los recién graduados. En Tucumán, los adultos lo exploran con distintas expectativas. Algunos, como Mulki, lo aprovechan como vidriera de sus proyectos. Otros, como Raúl, lo intentan sin encontrar todavía resultados. Y están quienes, como Jimena, lo ven como una oportunidad para contar lo que hacen, aunque no sepan bien cómo hacerlo.