"Suele decirse que a los tucumanos nos sobra agua por arriba y nos falta por abajo. No es metafórico, es una realidad. Decenas de miles de habitantes sufren inundaciones en el período estival y a otro tanto se les secan las canillas en invierno, cuando no durante todo el año, y siempre que no estén dentro del 15% de la población que directamente no cuenta con este servicio vital. Además, el 54% de los tucumanos no está conectado a la red cloacal.
Exceptuando al hambre y a la pobreza, la mala administración del agua es quizás el mayor y más urgente problema que tiene Tucumán.
El agua que bebemos, el agua que desechamos, el agua con que regamos, el agua que utiliza la industria, el agua que genera electricidad y el agua recreativa o turística de embalses y ríos” (“El Cadillal ya tiene fecha de defunción”, LA GACETA, 12/03/2022).
En marzo de 1999, el entonces titular del Ersact, Daniel Arancibia, decía que El Cadillal “en cinco o 10 años puede alcanzar un punto crítico” y que ya presentaba un 26% de colmatación. Este vaticinio no se cumplió, pero sin embargo la acumulación de sedimentos, principalmente a causa de la mala administración del dique y el desmonte y las urbanizaciones en la zona de Ticucho, por donde ingresa el agua al embalse, hicieron que la capacidad de El Cadillal hoy sea menor al 50%.
Nuevas estimaciones de especialistas advierten que al dique le quedan 20 años de vida útil (cuando llegue al 70% de colmatación) y afirman que en medio siglo hasta podríamos caminar sobre su superficie.
Una bajante en los diques genera alarma y temoresEl Cadillal, habilitado en 1965 luego de 70 años de proyecciones (el primer intento frustrado se hizo en 1889), se colmata a razón de 1% por año.
50 años de inacciones
Uno de los proyectos más anunciados, por todos los gobiernos desde la década del 60, es el dique Potrero de las Tablas, sobre el río Lules, que podría abastecer de agua a ese departamento, a todo el sur del Área Metropolitana de Tucumán (AMET) y proveer de riego al corazón del sector cañero.
Después de 40 años de inacciones y titubeos, finalmente en 2002 se presentó oficialmente el proyecto del nuevo dique, con maqueta incluida, pero nunca superó esa etapa.
La idea se reflotó superficialmente durante las sucesivas administraciones de José Alperovich y Juan Manzur y otra vez todo quedó en la nada.
También en los gobiernos de Néstor Kirchner, Mauricio Macri y también por el ex gobernador Manzur, que llegó a reunirse con empresarios chinos, se retomó la idea del dique Potrero del Clavillo, en el límite de Tucumán con Catamarca, que comenzó a ser construido en 1974, aunque la obra se detuvo al poco tiempo.
En 2016 se anunciaron de nuevo, con bombos y platillos y dentro del denominado Plan Belgrano, los diques del Clavillo y aguas más abajo el embalse compensador El Naranjal. Se llegó a firmar un convenio entre la Nación y la UNT para emprender estas dos obras, a un costo de 650 millones de dólares.
Obras que murieron en anuncios
Otros anuncios fueron la toma donde se unen el río de Anfama con el río del Garabatal, y otra en el río de las Juntas. El caudal medido en el río de las Juntas en la época de seca fue de 2 m³ por segundo (o sea 7.200 m³ por hora), caudal que se duplica o triplica en época de lluvias hasta igualar o sobrepasar lo que produce la toma de El Cadillal.
Jaldo entregó equipamiento a Recursos Hídricos para reforzar el monitoreo de ríos y diquesOtras obras previstas desde tiempos de la desaparecida Dipos y que no se hicieron son: una toma y acueducto en el río Urueña, para la zona de Burruyacu; en el río Salas, que baja de la Sierra de Medina, cuyo caudal medido en la seca fue 1.200 m³ por hora, que aumenta en época de lluvias, para dar agua al Naranjo y otros pueblos, y a los municipios de Alderetes, Banda el Río Salí, Lastenia, y en especial a San Andrés, que con la pérdida de líquidos cloacales corre el peligro de contaminación de sus napas profundas, de donde se extrae el agua por bombeo.
Una toma en el río Loro, caudal medido en la seca, 1.000 m³ por hora, para el Timbó Viejo, Las Salinas, Granja Modelo; una toma y acueducto en el río Ñorco para la población de Vipos. Otras tomas y acueductos se proyectaron en Famaillá, Lules, Monteros, Concepción, Aguilares, Alberdi, entre otras poblaciones.
Este déficit de diques, embalses y tomas hoy se suplanta con la perforación de pozos, sistema que condiciona las reservas acuíferas que dependen de las lluvias y requieren de un enorme gasto energético para el bombeo. En el AMET hay cerca de 500 pozos, y en la provincia funcionan unos 4.000, entre públicos y privados.
El acueducto de Vipos, otra gran toma que abastece al noroeste de la Capital, Yerba Buena y Tafí Viejo, que se encuentra en reparación y ampliación de su capacidad, es una obra de 1928. En el sur, el dique Escaba se inauguró en 1949.
El último dique que se hizo en la provincia fue La Angostura, inaugurado en 1976, de escasa utilidad, más allá de lo turístico.
Con más de medio siglo sin obras de infraestructura, el futuro del agua en Tucumán está muy comprometido. Cada vez más sobra por arriba, con inundaciones más virulentas y recurrentes, y falta por abajo, con canillas raquíticas o directamente secas.