El economista Orlando J. Ferreres hizo hincapié en las variables macroeconómicas incluidas en el proyecto de Presupuesto 2026 y advirtió que el esquema de bandas cambiarias anunciado por el gobierno de Javier Milei carece de peso real como herramienta de política económica. Además, sostuvo que la persistencia de un riesgo país elevado responde a la desconfianza del mercado sobre la capacidad oficial para afrontar los vencimientos de deuda previstos para el próximo año.

En una extensa entrevista, el titular de OJF & Asociados consideró que las proyecciones oficiales de inflación, tipo de cambio y crecimiento “son difíciles de cumplir” y presentó estimaciones sensiblemente distintas a la de la administración libertaria. Según explicó, el mercado observa con cautela el calendario financiero de 2026 y duda de que el Gobierno nacional logre reunir los fondos necesarios para cumplir con todos los compromisos.

Ferreres puso el foco en los números centrales del Presupuesto. Mientras el proyecto prevé una inflación del 10%, un tipo de cambio cercano al actual y un crecimiento del producto bruto del 5%, el economista estimó una inflación de entre 15% y 20%, un dólar en torno a los $1.750 para diciembre de 2026 y una expansión de la actividad del 3,5%. “Los $1.400 que estima el Presupuesto 2026 no tienen sentido”, afirmó.

Consultado sobre la evolución reciente de la inflación, explicó que la desaceleración fue menor a la esperada debido a aumentos en precios regulados, combustibles y carne. Ese escenario obligó al gobierno de Milei a corregir el ajuste mensual previsto para las bandas cambiarias, que inicialmente se alineaba con una inflación del 1%. Según Ferreres, el impacto de las compras de divisas por parte del Banco Central y del Tesoro podría presionar al tipo de cambio. “Van a adicionar más demanda y eso, en algún momento, influye en el precio”, señaló.

Respecto del régimen de bandas, fue categórico: “Es un modelo transitorio”. A su entender, la amplitud entre la banda inferior y la superior le resta sentido económico y las vuelve irrelevantes para la política cambiaria. “No tienen prácticamente significación”, sostuvo, y remarcó que la principal preocupación de las empresas sigue siendo cuál será el tipo de cambio hacia fines de 2026, en un contexto de mayor nivel de importaciones y turismo al exterior.

En materia inflacionaria, Ferreres afirmó que el principal ancla para una baja sostenida de precios será la actividad económica. Sin embargo, advirtió que para ello se necesitan inversiones que hoy no terminan de aparecer. Si bien destacó la existencia del RIGI, señaló que aún no se observan señales claras que impulsen una ola inversora y mencionó que varias empresas extranjeras evalúan reducir o vender sus posiciones en el país, consignó el diario "Ámbito". 

El economista también defendió la necesidad de mantener el superávit primario y financiero. “Es irrenunciable”, aseguró, al considerar que la deuda sigue siendo elevada y las reservas escasas. No obstante, reconoció las dificultades que plantea esa estrategia para sostener el financiamiento de áreas sensibles como salud y educación, y planteó el debate sobre cómo recomponer el poder de compra de salarios públicos sin desequilibrar las cuentas.

En ese marco, se mostró crítico del sistema impositivo actual y apuntó contra los derechos de exportación, el impuesto al cheque y el impuesto a los Ingresos Brutos, al que calificó como “muy caro y en cascada”. A su vez, reclamó una reducción del gasto a nivel nacional, provincial y municipal para permitir una reforma tributaria más eficiente.

Sobre el riesgo país, que se mantiene elevado, Ferreres explicó que el mercado no percibe aún una confianza plena en la capacidad del Gobierno nacional para refinanciar los vencimientos futuros. “Los compromisos son grandes y existe la duda de si se podrán cumplir sin problemas”, afirmó. Si bien destacó el acceso de empresas privadas al financiamiento en dólares, aclaró que esa posibilidad todavía no se traslada al Estado.

Finalmente, se refirió al frente político y al debate legislativo en torno al Presupuesto. Consideró que sería una mala señal que el Ejecutivo gobierne sin Presupuesto por tercer año consecutivo y estimó que el Gobierno terminará aceptando concesiones. En su balance del programa económico, valoró la reducción del gasto y el control fiscal como aspectos positivos, aunque reconoció errores y destacó un tono más cauto del Presidente en los últimos meses, lo que, a su juicio, podría facilitar acuerdos y mejorar las expectativas.