Las sequías que se dieron en la región puso a los productores tucumanos en vilo. La preocupación también llegó a las autoridades provinciales de las provincias afectadas, debido a que las arcas de muchos cultivadores se verán afectadas y con resultados similares a lo que que vienen obteniendo en las dos últimas campañas en diferentes cultivos. A ello se suman los efectos de las heladas que también contribuyeron a disminuir más los rendimientos. Los analistas, que en varias oportunidades se manifestaron en diferentes medios de comunicación, estimaron que las pérdidas en Tucumán fueron muy grandes. Es importante resaltar que el principal cultivo de la provincia, la caña de azúcar, sufrió los efectos del meteoro, a pesar de que muchos productores cuentan con riego superficial y muy pocos usan riego localizado y presurizado.

Días atrás LA GACETA publicó que Tucumán perderá este año más de 500.000 ton. de azúcar debido a la seca que afectó a la región. El detrimento surgió de la caída de un 27%, de la productividad estimada para la campaña azucarera, según lo informó la Eeaoc a nuestro diario.

Indudablemente esta situación movilizó a las autoridades de la región a reunirse para analizar la situación en general, y la particular de cada provincia afectada, y buscar cuáles serán los caminos a seguir para revertir esta situación. Los funcionarios ratificaron la decisión de “minimizar” y racionalizar el uso de agua, e instar al “re uso” del recurso con el objetivo de lograr su “máximo aprovechamiento”. Por suerte dijeron que son conscientes de la disminución en los caudales de los ríos, una menor entrada de agua en los diques de la zona, embalses y acuíferos subterráneos, que condicionan la provisión del líquido a las industrias y riego en cultivos. Algunos funcionarios afirmaron que se debería apostar a soluciones estructurales y de largo plazo, apuntando al revestimiento de canales, tecnificación del riego y acueductos, entre otras, procurando mejorar los sistemas hídricos bajo la órbita del Estado. Obviamente que esto deberá ir acompañado por inversiones que deberán realizar los productores en su cañaverales para hacer eficiente el uso del agua, y apuntar a rendimientos unitarios altos en menores superficies bajo riego.

La mayor eficiencia

En este sentido, “las experiencias en el cultivo de la caña de azúcar han demostrado que los rendimientos son influidos positivamente con la aplicación de agua y fertilizantes en forma contínua. Por eso, para la obtención de los máximos rendimientos, este cultivo debe ser, en todos los países, sujeto de irrigación”. Esta afirmación fue realizada por Norberto (Michi) Uner, técnico de la empresa Netafim de Israel, al consultársele por la visita que realizará a Tucumán para disertar sobre temas relacionados con el riego.

El especialista afirmó que “se pudo constatar, que incluso en países de alta pluviometría, pero con una ausencia contínua de lluvias de 3 a 5 meses, en cualquier estado fisiológico del cultivo existirá una reducción en los rindes”. Esto es precisamente lo que sucede en Tucumán, bajo régimen de lluvia monzónico.

Otros especialistas en riego, incluido Uner, también afirman que “por la alta demanda de evapotranspiración de este cultivo (caña de azúcar), es importante utilizar los escasos recursos hídricos en forma prudente, adoptando tecnologías apropiadas de riego que no solamente aumenten la producción de la caña de azúcar por unidad de área, sino también por unidad de consumo de agua. Bajo los métodos de riego de superficie y de conducción en zanjas abiertas, la eficiencia del riego oscila generalmente entre 30% y 50%”.

Continua afirmando, “El riego por goteo puede brindar mejores resultados que el riego de superficie o cualquier otro método de riego, aumentando así su eficiencia. Los estudios indican que un ahorro de agua entre 40% y 70% y un aumento en el rinde de 10 hasta 100% son posibles”. Por ello, “el éxito de los proyectos de riego por goteo en este cultivo depende de una planificación y diseño adecuados de los equipos, según las necesidades del cultivo y condiciones específicas del lugar, como el tipo de suelo, la calidad del agua, las condiciones climáticas y la eficiencia de riego. A esto debe sumarse un adecuado manejo agronómico, respecto de las cantidades de agua a utilizar, los coeficientes de riego según estados fisiológicos y la fertilización en dosis justas y momentos de aplicación oportuna”.

Sin duda que toda obra relacionada al riego tiene una pata del Estado, que debe hacer eficiente todo el sistema de captación, conducción y almacenaje, pero los productores deben velar que el agua que llega a sus campos se distribuya correctamente.

La visita a Tucumán de un especialista de riego servirá para informarse y tomar las decisiones correctas, al momento de invertir en algo que es indispensable para producir. Un uso eficiente del recurso agua hará sostenible cualquier tipo de producción en el tiempo, al mejorar la rentabilidad final.