Tucumán es una provincia muy singular por sus contrastes. Es el lugar donde se declaró la independencia argentina, el Jardín de la República por la belleza de su naturaleza, pero al mismo tiempo, pareciera una de las filiales de la basura, que cuenta con una “ruta de la muerte” y con una gran cloaca, donde confluye todo tipo de desechos, que es el siempre maltratado río Salí. El principal cauce de agua de nuestro territorio padece crónicas agresiones.
Una buena parte de los tucumanos, adictos a la basura, pareciera tener una oscura debilidad por ubicar los vaciaderos de residuos en las márgenes de los ríos. Por ejemplo, luego de más de 13 años, en medio de interminables denuncias de ambientalistas, se cerró el predio de Los Vázquez, que se ubicaba a la vera del río Salí, y que recibía 400 toneladas diarias de basura. Los estudios efectuados por universidades y la entidades ecológicas sobre la contaminación del río fueron contundentes, pero aun así les llevó años a las autoridades cerrar el vaciadero. Como si nada se hubiese aprendido, la basura comenzó a arrojarse en 2004 en Pacará Pintado, situado en la cercanías del Salí. Las denuncias por contaminación del río y del aire en la zona de San Andrés se sucedieron a lo largo de estos años.
En nuestra edición de ayer, informamos que la repavimentación de 450 metros de la avenida San Martín, la principal de Banda de Río Salí, lleva más de 90 días. La lentitud de la obra ha crispado a los comerciantes que se ven seriamente perjudicados.
El subsecretario de Obras y Servicios Públicos de esa ciudad atribuyó la demora a las lluvias (las más copiosas sucedieron a fines de febrero y a comienzos de marzo) y a la merma de fondos que reciben para el plan Más Cerca 2. Pero lo más lamentable es que una gran cantidad de escombros de hormigón de la avenida han sido arrojados en una de las márgenes del río Salí.
Consultado por LA GACETA, el funcionario admitió que desconocía esa situación y agregó: “los escombros están provisoriamente colocados ahí, hasta que terminen los trabajos de la avenida. Las dos canteras donde habían estado acopiando están saturadas, y como estamos apurados por terminar la obra, los dejaron ahí”. Como la confesión era poco menos que escandalosa, ayer el secretario de Obras y Servicios desautorizó al subsecretario y aseveró que con los escombros harán “obras de contención de la barranca del río”, algo que su segundo en la Secretaría, al parecer, ignoraba; y que el propio secretario admite que es un trabajo que no le corresponde a la Municipalidad.
Nos parece penoso que el río Salí siga siendo víctima de los desechos. Con el agravante, en este caso, de que es el mismo Estado el que infringe sus propias leyes, cuando es el primero que debe dar el ejemplo.
En otros lugares, la contaminación de los cursos de agua está penada con multas onerosas, incluso con la cárcel. La conciencia ambiental es producto de la educación. Esta debería comenzar a construirse desde la escuela primaria; entender y aprender la noción de que el barrio, la ciudad, nuestra geografía, constituyen la casa grande de todos los tucumanos. Ensuciar el aire, contaminar los ríos y arroyos, depredar los bosques, tarde o temprano, contribuyen a labrar la partida de defunción de la naturaleza.
A mayor educación ambiental y cívica, mejor calidad de vida y una clase dirigente más comprometida con su comunidad y la protección de su medio ambiente.