Mato Grosso rompe el molde con sus inviernos veraniegos, jaguares y tuiuiús
En el Estado brasileño que es casi tan grande como Bolivia, país con el que limita, las atracciones turísticas distan de la postal atlántica con olas y capoeira. Una naturaleza fantasiosa e interminable aguarda a quienes buscan una aventura para contar durante toda la vida.
(Brasil, julio de 2023).-Mato Grosso es tan infinito en el imaginario como en la realidad. Por algo su nombre significa “matorral espeso” en castellano. En sus más de 900.000 kilómetros cuadrados caben 40 provincias de Tucumán: su tamaño equivale casi al de Bolivia, país con el que limita este trozo de Brasil. Tal inmensidad ya lo hace poderoso y digno de ser visitado. Existen allí tantos ríos, cascadas, amaneceres de sabana, atardeceres con papagayos, florestas y palmerales que ni una ni 100 crónicas le hacen justicia. Además de retribuir a sus huéspedes con un contacto estrecho con la vastedad que perdió el mundo digital, Mato Grosso brinda esas excursiones no convencionales que acaban siendo las memorables.
En Mato Grosso hay de todo en abundancia -hasta el centro geodésico de Sudamérica está allí-, menos el Brasil playero que tanto gusta al público argentino. La diversidad manda hasta en los rodizios que ofrecen sin solución de continuidad desde costillares de vaca hasta chorizos de pescado, risoto de camarão, bifes de cola de yacaré y caldo de piraña. La voluntad de revelar ese destino atípico unió a dos potencias institucionales verdeamarelas, Embratur y Sebrae (respectivamente la agencia oficial de turismo del país, y el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas), en la organización de un viaje para periodistas de cinco medios, entre ellos LA GACETA. El objetivo fue cumplido con creces. La experiencia de la flora, la fauna y la geografía sin mar dejó ganas de (mucho) más.
La nota sorprendente vino por el costado climático: el romance de los residentes de Cuiabá, la capital de Mato Grosso, con las temperaturas altas. “¡Amo el calor!”, exclama hasta el cansancio María Neide, una “hija” de Paraná (Brasil) que se hizo cuiabana y la guía turística de la comitiva. En el auge de la calorfobia del hemisferio norte, el paseo arrojó la certeza de que no debe haber lugar sobre la Tierra donde adoren más sus “inviernos” de 35 grados que sacan a los animales de los refugios, con el rey jaguar (o yaguareté) a la cabeza de la hilera.
Humedal protagónico
Cuando se dice que en Mato Grosso hay de todo no se exagera ni una letra. Este lugar ubicado en el corazón de Brasil, alrededor de 1.800 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán, posee la mayor superficie de plantaciones de soja del planeta (este año los productores de ese único Estado cosecharon más del doble que el conjunto de sus colegas argentinos); al menos 30 millones de cabezas vacunas, y medio centenar de minas de oro y de diamantes. Tamaño potencial generó una riqueza material sin par en un espacio dotado de tres biomas: el Cerrado, la Amazonia y el rutilante Pantanal, cuyos dones y bondades lo erigen en protagonista de esta historia.
A los matogrossenses les fascina el sol que abrillanta la silueta del Cuiabá, curso de agua navegable que desemboca en el Atlántico vía el Río de la Plata. Anfitriona de una biodiversidad portentosa, esta corriente vertebra el sistema de Pantanal, que deviene el humedal mais grande del mundo con sus 20 millones de hectáreas desplegadas en territorio brasileño, boliviano y paraguayo. El pantano no es un pantano stricto sensu, sino una planicie inundable que se nutre de las lluvias del verano. Paulatinamente, el agua se retira hacia el Cuiabá y, en el camino, forma piletas donde quedan atrapados los cardúmenes que, cual imanes, atraen a un sinnúmero de aves, de yacarés y de mamíferos (atención: sólo está permitida la pesca con devolución). Unos se comen a otros y a todos los come el jaguar, que con sus manchas, rugidos y aspecto de felino cariñoso congrega a visitantes deseosos de gozar -desde sus lanchas- del privilegio de ver en su hábitat y en libertad a la aristocrática pantera americana, prima hermana de los tigres y los leones.
Pantanal suena a título de novela y lo es: se llama así una de las tiras más famosas de Brasil escenificadas en una hacienda de esa llanura declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco. Se trata de un paisaje en estado edénico, que subsiste como tal gracias a la cultura de preservación que practican los lugareños denominados pantaneiros. Este bioma alberga más de 1.100 especies de mariposas, 650 de aves, 230 de peces, 120 de mamíferos y 90 de reptiles. Esa colección viviente habita en las lagunas, los charcos, en el río y en la vegetación única que crece en las orillas, y que incluye desde nenúfares hasta jacarandás con flores amatistas y lapachos multicolores.
El acceso a bienes naturales escasos y exóticos -como la temible anaconda- abonó un turismo exquisito, que en gran medida llega desde Europa y los Estados Unidos. Por las distancias que impone Mato Grosso y las necesidades de conservación, Pantanal no es un destino masivo, sino uno exclusivo para quienes tienen capacidad de pagarlo. Con menos de 20 posadas disponibles que cuestan entre U$S 100 y U$S 1.500 por noche (entre $ 50.000 y $ 825.000 según la cotización paralela de la divisa), se comprende por qué incluso muchos matogrossenses no conocen la atracción principal de su Estado. ¿Es bueno o malo que sea tan caro? “Es un turismo especializado o boutique, pero sí hay itinerarios y servicios con tarifas razonables”, explica Felipe Wellaton, secretario de Turismo de Mato Grosso, quien se integró al grupo de Embratur y Sebrae. El funcionario destaca la dimensión ambiental de Pantanal. “Estamos en una reserva única, donde es posible hacer un avistamiento seguro del felino más grande de América”, enfatiza.
Golpe al corazón
El jaguar casi desaparece de la zona porque lo cazaban por deporte o por venganza, por ejemplo, cuando se devoraba un ternero, y porque sucumbía cuando se descontrolaban los incendios. La guía María Neide cuenta que antes había hoteles que devolvían el dinero si durante tres o cuatro jornadas de búsqueda (en vehículos o embarcaciones como la que conduce el pantaneiro Domingo Rosa, “Bijú”) resultaba que la criatura majestuosa no se había dejado ver. Eso cambió por varias razones: la aplicación de penas -incluso de prisión- y multas duras contra los agresores, y la acción de protección de la Fundación Panthera.
“Hoy podemos llegar a tener 10 jaguares por paseo”, añade Neide con orgullo. El yaguareté, amo supremo de la cadena alimentaria animal desde México hasta la Argentina, cultiva hábitos nocturnos; alcanza una velocidad de trote de 80 kilómetros por hora; nada como los dioses, y sus mordidas en la yugular son capaces de aniquilar en el acto a carpinchos, pecaríes y yacarés. Pese a ese apetito asesino, la violencia no define lo que pasa en Pantanal, donde las especies conviven en armonía y se prestan servicios mutuos de subsistencia. Un ejemplo de ese espíritu colaborativo es el “pájaro dentista” que se alimenta de los restos que quedan en la boca del caimán y, al mismo tiempo, limpia la dentadura del reptil anfitrión.
Si la visión del jaguar (o yaguar) hace las veces de “trofeo” de Pantanal, la del tuiuiú atraviesa los globos oculares y se aloja en el alma. Esta ave caracterizada como la cigueña mayor del Nuevo Mundo (llega a medir un metro y medio, con tres de envergadura) seduce con su plumaje blanco, su collar rojizo, su cabeza negra y su nombre pegadizo, que inevitablemente sonsaca una sonrisa. Pero lo más cautivante del símbolo del Pantanal son sus costumbres amorosas: los tuiuiús anidan en pareja en las copas de los árboles y se distinguen por la fidelidad. Pocas veces se puede ver fácilmente un amor salvaje tan perfecto. Es otra manifestación de la habilidad para romper el molde que hace inolvidable a Mato Grosso.
Previsiones
Cuándo ir
Mato Grosso es uno de los lugares más calientes de la Tierra (24 a 27 grados centígrados en promedio durante todo el año). Por ese motivo, la temporada turística alta tiene lugar durante los meses más fríos del hemisferio sur (abril a septiembre), que coincide con la temporada seca.
Cómo llegar
Las excursiones a los distintos puntos de Mato Grosso parten de la capital, Cuiabá. Esta ciudad está conectada por vía aérea con las ciudades principales de Brasil (como San Pablo, Brasilia, Belo Horizonte y Río de Janeiro). Hay 230 vuelos semanales desde Buenos Aires, Bariloche, Córdoba, Mendoza, Rosario y Salta. Los tickets desde Tucumán ida y vuelta con conexiones en Buenos Aires y Brasil cuestan alrededor de $ 220.000 por pasajero.
Qué llevar
Ropa liviana y traje de baño; abrigo para las noches; repelente en crema (en los aeropuertos no permiten viajar con el aerosol); protector solar; binoculares; cargador de batería portátil; sombrero o gorra con visera; calzado para caminatas y para baños, y un termo para agua.