El Gran Raymond sorprendió con sus ilusiones

El mago se presentó en Tucumán por tercera vez en 1915. La historia de un tapiz maldito.

AFICHE. Las presentaciones del prestidigitador eran garantía de éxito y el público las reconocía con ovaciones estruendosas. AFICHE. Las presentaciones del prestidigitador eran garantía de éxito y el público las reconocía con ovaciones estruendosas.


“Se recordará que Mr. Raymond hace siete años actuó en nuestro teatro Belgrano, donde vuelve a debutar el día 6 del corriente, y creemos que su variado, ameno y original espectáculo no se habrá borrado aun del recuerdo de las personas que tuvieron ocasión de verle”, con estas palabras nuestro diario anunciaba la llegada del famoso, mago e ilusionista Maurice Raymond en agosto de 1915. Sabemos que también se presentó en 1911 y haciendo cálculos también lo hizo en 1908. Quizás en ésta última fecha estuvo entre los espectadores un aficionado a la magia tucumano que se convertiría con el paso de los años en el mejor mago argentino de la historia, de acuerdo a los cultores de este tipo de espectáculos, El profesor Alcalde. Según el mismo Alclade, cuyo nombre eran Manuel Gerónimo, se incorporó a aquella troupe para aprender los secretos de la magia y recorrer el mundo. Además el mismo, en su presentación de 1931, en su penúltima presentación señaló que “me complazco en comunicarles que están en presencia de un tucumano como ustedes, tucumano de pura cepa, bien criollo. Hace 19 años salí de Tucumán a recorrer el mundo; año tras año aumentaba mi nostalgia y debía soportar largos años antes de regresar”. De tal manera que esto confirmaría que regresó a nuestra provincia en 1911 como parte del equipo de Raymond.

Gira mundial

Volvamos a 1915 y la presentación de Raymond, en la nota de se decía que estaba realizando su quinta “tournée” por el mundo “asombrando en todas partes con sus artes de prestidigitación, evasión e ilusiones, que constituyen la nota sensacional de los círculos teatrales en cada uno de los pueblos donde sus alegres y multicolores afiches anuncian sus espectáculos”. El reconocido artista se presentó en el teatro Odeón (hoy San Martín) desde el 6 al 17 de agosto. En la última función cumplió al desafío lanzado de liberarse a la vista de esposas, candados, cerrojos y trajes de fuerza con los que fue atrapado. Además de liberarse de la caja misteriosa otro de sus reconocidos trucos. El público que llenaba la sala le brindó una estruendosa ovación en reconocimiento a su actuación.

Inconveniente

En cuanto al inicio de la temporada prevista para el 6 podemos decir que el debut se produjo al día siguiente aunque el mago ya se encontraba en nuestra provincia. La suspensión se debido a que su equipaje y todos los bultos conteniendo los equipos con los que hacía su presentación llegaron en horas de la tarde del mismo día del debut previsto y sin tiempo para llevarlo al teatro e instalarlo de forma correcta.

PRESENTACIÓN. Nuestro diario anuncia el inicio de la temporada del mago en el teatro Odeón, hoy San Martín, de Tucumán.  PRESENTACIÓN. Nuestro diario anuncia el inicio de la temporada del mago en el teatro Odeón, hoy San Martín, de Tucumán.

Quizás ese retraso y la reconocida capacidad del mago haya potenciado aquella presentación, que de acuerdo a nuestro cronista: “exceptuando la temporada de Caruso en el Odeón y la de los esposo Guerrero-Díaz de Mendoza, ninguna empresa teatral ha tenido un éxito tan franco - tanto en lo que se refiere al arte, cuanto en lo que respecta a boletería – como el alcanzado anoche en el debut del célebre ilusionista Maurice Raymond”.

Dejando de lado que cada presentación fue un éxito de público y que la sorpresa de los espectadores fue creciendo con las grandes ilusiones y evasiones del mago; debemos relatar la historia previa que servía de propaganda para sus presentaciones.

El Dios Siva

Bajo el título “Aventuras de un mago” la historia de Raymond y el “Misterioso tapiz del Dios Siva. De acuerdo a nuestras páginas, cuando Raymond unos cinco años atrás se encontraba de gira por India “llevado por la curiosidad y deseo de conocer los secretos de los magos y faquires, concurría munido de pasaportes oficiales a todos los festivales”. Una tarde previa exhibición de sus documentos junto a un “par de libras convenció a un guardián de un templo de Daeli (Delhi), que lo dejara visitarlo solo”. El templo, de acuerdo al relato, era una maravilla y encerraba innumerables riquezas en esculturas, joyas y tapices de incalculable valor. Entre ellos había uno que se destacaba y se representaba “al Dios Siva, dio de cuatro brazos, sentado en la clásica flor de loto y con la cabeza rodeada de un nimbo formado por plumas de pavo real, bordadas en colores tan sobrios que parecían arrancados del propios animal”. Raymond quedó prendado de ese tapiz y se lo quería llevar. Debido a que era un elemento sagrado, su compra era imposible aunque lo intentó. Además buscó de todas formas que el guardián se lo diera pero fue imposible. Pero al alcanzar un suma conveniente y considerable, “el guardián prometió entregárselo la víspera de su partida, pero aconsejándole que no lo guardase en su poder, sino que lo vendiera, con lo que realizaría una espléndida ganancia, pues el tapiz acarrea desgracias a quien lo posee”.

El tapiz maldito

El mago no dio crédito a los dichos y satisfecho “con su adquisición partió de Calcuta”. Llegó a San Francisco. Por consejo de su empresario decidió exponer varias piezas de su colección de Oriente, en las vidrieras de una de las grandes tiendas de la ciudad. “Al día siguiente los gruesos cristales aparecieron todos rotos”. La sospecha, continuaba el relato, recayó en la población hindú de la ciudad donde era bastante importante. Las vidrieras se rompían cada vez que el tapiz era expuesto en el escaparate de alguna tienda. Ante esto los comerciantes en prevención se negaron a exponerlo de nuevo. A partir de ese momento se comenzaron a cumplir los designios realizados por el guardia y las cosas empeoraron para el artista. En otra ocasión el mago se encontraba indispuesto al concluir el almuerzo tenía “náuseas y vómitos espantosos que obligaron a sus criados a llamar a un médico. El hombre estaba envenenado. Un fuerte antídoto puso fuera de peligro su vida. Hechas las averiguaciones, se comprobó que del mismo hotel había desaparecido el cocinero de nacional india”. En otra ocasión regresando del teatro, al pasar por una casa en construcción, “fue arrojada, como por una mano invisible, una enorme piedra; un segundo antes y Raymond hubiera perecido aplastado”. Otra desgracia fue el incendio en el teatro donde actuara con éxito. Controlado el personal de la sala se “notó la falta de un maquinista hindú”. De igual manera había desaparecido un baúl donde hasta hacía poco tiempo se guardaba el tapiz, pero ya no estaba porque allí había herramientas. Sus negocios comenzaron a marchar mal “debido sin duda al maleficio del codiciado tapiz del Dios Siva”. Ayudantes de su troupe enfermaron gravemente y abandonaron el equipo. Comenzó a perder negocios y sus emprendimientos comerciales comenzaron a dar pérdidas. “Ante tanta desgracia decidió desprenderse del tapiz, entregándolo al doctor Slápleton de Filadelfia orientalista y anticuario, poseedor de la mejor colección de objetos orientales”. Quizás la historia haya sido inventada como gancho para sus presentaciones pero parece digna de ser contada aún el presente ya que al parecer que como propaganda rindió sus frutos ya que el público se volcó masivamente a sus espectáculos en Tucumán.

Raymond nació en la pequeña localidad de Akron, en el estado de Ohio al norte de Estados Unidos y lindante con el lago Eire, el 30 de mayo de 1877. Y murió a los 70 años cuando se preparaba para iniciar una gira por Europa, el 27 de enero de 1948.

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