El factor miedo en las elecciones: de las PASO, a las generales, y al balotaje

Un psicólogo, un politólogo y una filósofa analizan el cambiante comportamiento del electorado entre las primarias y la primera vuelta, y opinan acerca de una campaña que parece apuntar a atemorizar a los votantes.

El factor miedo en las elecciones: de las PASO, a las generales, y al balotaje

“Si no tomás la sopa vendrá el ‘hombre de la bolsa’”. “Si codiciás la mujer de tu prójimo irás al infierno”. El miedo como incentivo, para que algo sea hecho; o como inhibidor, para que algo se evite. Uno de los sentimientos humanos más explotados por el hombre; desde que este bajó de los árboles y comenzó a caminar erguido. Y desde que se organizó en comunidad, el miedo fue usado por el poder como herramienta ordenadora. No había que enfadar a los dioses; y el silencio era salud.

El miedo está asociado a la política desde siempre. En la Argentina de los últimos años, con la explotación de la grieta como método, se ahondó. Pero a inicios del tercer milenio también fue usado para legitimar lo que no tenía legitimidad: en el balotaje de 2003, según las encuestas, la gente iba a votar masivamente a Néstor Kirchner, que en la elección había sacado solo un 21,6% de los votos -un 16,9% del padrón real-. Si no, sobrevendría “el demonio”. El terror funcionó, y ese balotaje murió nonato: Carlos Ménem se bajó para evitar una paliza electoral.

Y en los últimos días volvió a hablarse del miedo, como elemento para explicar el comportamiento cambiante del electorado entre las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y la general.

En la elección del 13 de agosto, la fórmula de La Libertad Avanza (LLA), encabezada por Javier Milei, había logrado 7.352.244 votos. Las dos listas de Juntos por el Cambio (JxC), 6.895.941 -la interna la ganó Patricia Bullrich-; y ambas nóminas de Unión por la Patria (UP), 6.719.042 -Sergio Massa se impuso-. Si bien la diferencia no era aplastante en favor del libertario, el resultado había sorprendido porque las encuestas previas no hacían imaginar tal escenario.

En los comicios del 22 del mes pasado la cosa cambió. UP cosechó 9.853.492 votos; LLA, 8.034.990, y JxC, 6.379.023. Es decir, el oficialismo, que había resultado tercero en las PASO se impuso en las generales, por casi 2 millones de votos.

Analistas señalaron que tras las PASO, y a partir de ese momento, la campaña de UP se estructuró, entre otros, sobre la base del miedo a “la motosierra”; a la quita de derechos; a la comercialización de bebés y de órganos; al fin de la educación, de la salud y de la ciencia públicas. Todos, planteos pronunciados por el propio Milei.

El psicoanálisis

“El miedo, en tanto afecto constitutivo del ser humano, fue objeto de interés para el psicoanálisis desde sus inicios, dada su presencia prevalente en la clínica con niños. Sin embargo, su persistencia como afecto condicionante en el mundo adulto no es esperable”, dijo el psicólogo Miguel López, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), magister en Clínica Psicoanalítica y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

“Tratando de ubicar lo efectivo de un temor previo a la toma de una decisión, el filósofo alemán Martin Heidegger sostiene que el rasgo preponderante de aquello capaz de generar miedo pasa por lo amenazante para nuestra existencia por venir y su potencial para perjudicarnos”, agregó.

Destacó que el psicoanalista francés Jacques Lacan afirmó que el miedo remite a lo desconocido. “Por lo cual, su colega y compatriota Jacques-Alain Miller destaca que la sociedad contemporánea se volvió la sociedad del miedo desde que la ciencia dejó de inspirar confianza. Dice que el miedo es la pasión de las sociedades mercantiles, que promueven un culto algo idiota de la felicidad y como efecto no engendran otra cosa que el miedo”, afirmó López. Y describió: “Una sociedad que en lugar de, por ejemplo, comprender la muerte y cobijarla como parte de la existencia decide evitarla, le teme y se lanza en una carrera en pos de la eternidad, cual millonario de Silicon Valley”.

El psicólogo indicó que una época como esta, en la cual los discursos -incluido el político- fueron tomados por ciertos fanatismos que poco y nada quieren saber con la certeza que otrora brindara la ciencia, hoy se pliegan a la difusión de lo amenazante y desconocido para que el miedo ocupe lugares centrales en las decisiones. “Por supuesto que para que ello sea posible nuestra existencia real debe verse condicionada a futuro. Sin ese anclaje, no habría miedo condicionante”, precisó López. Y citó una recomendación: “Lacan aconsejaba no dejarse fagocitar por aquello que llegaba de la TV. Y hoy podríamos agregar un listado más extenso de medios”.

La política

“Tristeza, felicidad, ira, miedo. Materia prima con la que trabajan los políticos. Lo detectan y tratan de conducirlo en un sentido. El miedo y el enojo primaron en las elecciones. El enojo primero, en las PASO, contra la dirigencia política; después, el miedo a Milei y a lo que podría suceder si ganara. Y no es casual, porque estas emociones suelen ser las más efectivas en política”, explicó el politólogo y consultor Luis Karamaneff miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad Nacional de San Martín.

“El miedo históricamente funcionó como forma de legitimar el poder. Y en el caso de las dos coaliciones de los últimos años -el peronismo y Juntos por el Cambio-, fundamentalmente se sostenían en el miedo mutuo: al populismo o a la ‘derecha que quita derechos’. El 22 de octubre surgió uno nuevo: el miedo al abismo”, agregó.

Karamaneff no considera que el miedo sea algo negativo. “No me parece que sea una mala palabra ni que esté intrínsecamente mal. Hay miedos que tienen sentido pedagógico, que pueden ser utilizados. Durante la pandemia, el miedo a la covid-19 funcionó”, dijo.

Pero precisó que el éxito del miedo en política depende de la credibilidad. “El miedo le debe resultar creíble al votante; no se teme a cualquier cosa. Milei dijo cosas que iban directamente al núcleo de ciertos consensos políticos en la Argentina. Y eso operó como un miedo, como un disuasivo; y la gente votó en otro sentido”, indicó.

Advirtió, sin embargo, que el miedo puede dejar de ser efectivo. “A medida de que se vuelve rutina genera acostumbramiento; y ya no funciona todo el tiempo. Milei y (Mauricio) Macri están tratando de reducir el temor. Por eso en lo que respecta a las emociones y al balotaje, hoy la moneda está en el aire; no se sabe qué emoción primará. Pero sí podemos adelantar que acaso el electorado termine optando no por lo que quiera, sino por el rechazo a lo que no quiere”, dijo.

La filosofía

“En el libro El miedo : la más política de las pasiones, de Fausta Gantús, Gabriela Rodríguez Rial y Alicia Salmerón, se afirma que es una pasión política, construida por la sociedad. Esta idea estaba en Thomas Hobbes en la medida en que el miedo originaba al Estado por temor a la muerte en el estado de naturaleza, en el cual el hombre era un lobo para el hombre”, indicó la filósofa Susana Maidana, profesora emérita de la UNT.

“David Hume sostiene una mirada opuesta porque la superstición es una falsa religión, en la medida en que la superstición genera miedo e inmoviliza. Sos concepciones diferentes y hasta opuestas respecto del miedo: según Hobbes es el motor de constitución del estado; según Hume implica la inmovilidad”, subrayó.

Agregó que el existencialismo, por su parte, afirma que el miedo se produce ante algo externo que amenaza a la persona y del cual huye. “Ahora bien, el miedo no siempre tiene una connotación negativa. Un colega me decía que el valiente también tiene miedo cuando realiza una acción de rebeldía”, puntualizó Maidana.

Rechazó que el factor miedo haya influenciado en el cambio del voto del electorado entre las PASO y las generales. “Lo que operó el cambio no fue el miedo, sino la rebelión a la pérdida de derechos, a la vuelta al autoritarismo, a la privatización de la educación, de la salud”, remarcó. E insistió: “No es el miedo el que operó en el resultado, sino la memoria que las propuestas de dos candidatos generaron, que significan la vuelta a la negra noche de la dictadura en nuestro país. La idea de la destrucción latió en el mensaje del portador de la motosierra con su negacionismo y en la candidata, cuyo programa se centró en la destrucción del adversario, convertido en enemigo”, puntualizó Maidana, en alusión a Milei y a Bullrich: “La alianza actual entre los dos candidatos que expresan el mismo discurso -‘destruir al opositor’-, sin otra propuesta que dé cierta dosis de optimismo y esperanza; de solidaridad y valores humanistas”.

Destacó, sin embargo, que el miedo también se usó para atacar al candidato “de la casta”: “Al kirchnerismo, entendido como la presencia del mal”.

Maidana mesuró que el miedo puede ser usado políticamente para inmovilizar o para generar reacción. “Puede producir cobardes o valientes. Pero aquí no se trataba de miedo, sino de rebeldía. Albert Camus decía que el rebelde -que no es el revolucionario- dice no a ser esclavo y sí, al mismo tiempo, a defender los derechos de todos”, puntualizó la filósofa.

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