Los conflictos frente a una elección cuando ningún candidato seduce

Un sector de la población no quiere votar ni a Massa ni a Milei. Un sociólogo explica los porqués de este panorama, mientras un coach da consejos para lidiar sanamente con la causa de crisis.

 INQUIETUD. La dirigencia esta preocupada porque haya poco interés ciudadano en concurrir a las urnas. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL. INQUIETUD. La dirigencia esta preocupada porque haya poco interés ciudadano en concurrir a las urnas. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL.

“El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige; y eso lo hace libre”. La sentencia, que popularizó por estos lares el personaje de José en la película Caballos salvajes (1995), interpretado por Héctor Alterio, pertenece al escritor ruso Maksim Gorki (28 de marzo de 1868, 18 de junio de 1936). Por estos tiempos de fuertes debates internos entre los argentinos, previos a la definitoria elección del domingo 19, aquella frase cobra una dimensión especial.

Una porción del electorado de la Argentina se encuentra conflictuado. No quiere darle el voto al candidato de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa; pero tampoco quiere a su homólogo de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, como presidente.

Y las alternativas abstencionistas o de votoblanquismo tampoco le resuelven el intríngulis. En definitiva, los existencialistas dirán que aun cuando no vaya a sufragar, anule su voto o sufrague en blanco, igualmente estará involucrado en alguna decisión, porque elige no elegir.

De manera oficial, varios partidos emitieron un pronunciamiento al respecto. Lo mismo hicieron, a título personal, referentes de diversas fuerzas. De hecho, Juntos por el Cambio, la principal alianza opositora, quedó agrietada: mientras la presidenta de Propuesta Republicana (PRO), y el ex mandatario Mauricio Macri, del mismo partido, no solo expresaron públicamente su apoyo a Milei, sino que también militan por él, las autoridades de la Unión Cívica Radical y Elisa Carrió (Coalición Cívica), precisaron que no apoyan ni al libertario ni a Massa.

Pero esta angustia que genera no saber a quién votar no es nueva. En 1973, el genial Joaquín Salvador Lavado (Quino) graficó, en un par de viñetas, la desazón que provocaba no saber por quién votar. Mafalda y su amiga Libertad están conversando.

-¿Y tu papá, Libertad, a quién piensa votar en las próximas elecciones?

-Cállate, ¡anda con una cara, pobre!

-Ah. ¿Todavía no se decidió por ningún candidato?

-Sí, se decidió. ¡Y anda con una cara, pobre!

-¿Por qué? ¿Piensa que ese candidato va a perder?

-No, piensa que va a ganar. ¡Y anda con una cara, pobre!

-No entiendo a tu papá Libertad: sabe a quién votar en las próximas elecciones, piensa que ese candidato va a ganar... ¿Y no está contento?

-No. ¡Anda con una cara, pobre!

-Pero... ¿Por qué? ¿Acaso supone que al candidato no lo van a dejar gobernar?

-A veces supone eso, ¡y entonces anda con una cara, pobre!... Otras veces supone que sí, que lo van a dejar gobernar, ¡y entonces también anda con una cara, pobre!

-¡Pero jorobar! ¡Si tanto le fastidia ese candidato, ¡por qué cuernos no se le ocurrió votar por cualquiera de todos los otros!

-Se le ocurrió, ¡y anduvo con unas caras, pobre!

La sociedad

“El mundo de entreguerras, posterior al crack del 29, permitió a Antonio Gramsci decir en sus Quaderni del carcere una de sus frases más conocidas: ‘La crisis consiste en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en ese interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados’. Esa frase tiene una versión incorrecta, pero popular: ‘El viejo mundo se muere; el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos’. Lo que vino tras ese texto fue terrible”, señaló el abogado, especialista en sociología, Paulo Falcón, en alusión al nazismo.

Destaca que nuestra sociedad es madre de una población que sufre flagelos de todo tipo: soledad, inseguridad, corrupción, desempleo, violencias, y la guerra, entre otros. Añadió que en la Argentina, lo prolongado de la crisis económica, social y política contribuye a que buena parte de la población sienta desencanto o desinterés por lo público. “Lamentablemente, la formalidad democrática, si bien consolidada en estos 40 años, no tuvo la capacidad de resolver problemas básicos. Resulta incontrastable el avance de la pobreza y de indigencia en los últimos años”, remarcó Falcón.

En este contexto, consideró que el panorama electoral provoca estrés en la construcción de la decisión ciudadana e incertidumbre generalizada, lo que profundiza la angustia colectiva. “Si bien el balotaje obliga a ejercer una elección, ese acto, en este cuadro, supone más una opción o descarte que un gusto”, afirmó.

Consideró que ello se fortalece cuando se advierte que encuestas marcan que dentro de los votantes por una y por otra opción hay personas que dicen acompañar, a regañadientes, más por rechazo al otro que por convicción.

Falcón puntualizó un desafío para la democracia y para la política. “Deben volverse convocantes a partir de ejemplaridad y de acciones que efectivamente mejoren la calidad de vida de la gente. Lo contrario solo muestra la distancia existente entre la dirigencia y la realidad”, advirtió.

Una receta

Debido a que el conflicto que genera el tener que elegir sin que ninguna opción agrade trasciende lo político, la forma de resolverlo puede servir para los distintos ámbitos de la vida.

“En la instancia de balotaje tenemos dos tipos de ciudadanos: los que eligieron a uno de los candidatos que llegaron -y probablemente repitan su elección- y un tercio de los argentinos que no eligió a ninguno de los dos. Este tercio está viviendo una desarticulada emergencia de emociones y dilemas éticos”, indicó Ignacio Bossi, coach de personas y de equipos.

En ese marco, dio consejos para que la persona pueda integrar sus emociones emergentes a la situación y la responsabilidad racional como ciudadano. “Las semanas previas a esta decisión suelen ser momentos de introspección, análisis profundo y, en ocasiones, un maremagnum de sensaciones. La política es la principal palanca de cambio de los seres humanos en sociedad y democracia; por tanto elegir quien será el líder de esa ‘palanca’ es clave para nuestra expectativa de supervivencia o prosperidad”, destacó Bossi.

Y enumeró tres pasos a seguir:

• Prioriza. Antes de sumergirse en la retórica de campaña y las encuestas es fundamental realizar una autoevaluación honesta, con tres preguntas: ¿cuál es el top 5 de valores que debería tener el líder que conduzca la política? -tus principios y valores como ciudadano-. ¿Qué necesitamos como sociedad para el próximo período? -las prioridades propias y de toda la sociedad-. ¿Qué necesita el país para el largo plazo? -con seis a 12 palabras que te surjan compone tu lista única, y con ella define lo más importante: uno, dos y tres-.

La frustración, el odio, la desilusión o el descontento son emociones normales en un contexto donde los candidatos no son los que hubieras querido. Es importante canalizar estas emociones hacia la aceptación de la realidad. Escucha tus emociones y preguntales qué necesitan para llegar a la aceptación. Los dos pasos que te sugiero realízalos con la aceptación en mente-

• Busca información contrastada. Investiga medios independientes que hablen y opinen sobre las conductas y decisiones pasadas de los candidatos y sobre sus intenciones futuras ¿Qué dice esta información de tu top 3 del paso 1?

• Considera propuestas y personalidades. Es común sentir antipatía hacia ciertos aspectos de los candidatos. En este caso, es imperativo considerar las personalidades y las propuestas, ya que unas y otras se unen en el modo de liderar. ¿Cómo evalúas a los dos candidatos, con sus personalidades y propuestas, frente a tus tres criterios clave?

“La decisión no solo es un acto de votar emocionalmente, sino un ejercicio de responsabilidad cívica. Integrate y será tu mejor forma de contribuir a un país integrado”, cerró Bossi.

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