Ocho razones para entender por qué ganan los narcos

En 40 años pasaron gobiernos de todos los colores políticos y ninguno pudo ponerle freno a esta actividad ilícita.

Ocho razones para entender por qué ganan los narcos

A días de celebrarse los 40 años de democracia, los habitantes de este país se preguntan por qué el narcotráfico creció de manera exponencial. En estas cuatro décadas pasaron gobiernos de todos los colores políticos y ninguno pudo ponerle freno a esta actividad ilícita. Hay varias razones para pensar que a corto plazo no habrá una solución.

1- Oídos sordos

Organismos internacionales vienen advirtiendo desde hace por lo menos ocho años que varios cárteles internacionales están instalándose en Bolivia y Perú para producir cocaína y otras drogas. La respuesta de la Nación fue despoblar las fronteras enviando a los hombres de Gendarmería Nacional y Prefectura Naval a los distritos más conflictivos del país como Rosario y Buenos Aires. Ante esta avanzada, el Estado no sólo no incorporó tecnología, sino que dejó de mantener la poca que existía. El caso más concreto fueron los radares instalados en localidades salteñas. Ahora se están conociendo los resultados. En la ruta narco del NOA ya se secuestró marihuana producida en Bolivia. Según los análisis y las investigaciones, se trata de grupos mexicanos y colombianos, expertos en el cultivo de cannabis a gran escala. Los gendarmes en 2023 concretaron otro importante hallazgo: decomisaron 41 kilos de heroína. Esa incautación encendió las alertas en las fuerzas nacionales e internacionales.

2- Descontrol

No existe un informe serio sobre cuántos pasos ilegales hay a lo largo de la frontera Norte. Los pesquisas hablan de que se multiplican semanalmente. Una simple picada en el monte es suficiente para ingresar cocaína u otra sustancia sin ningún problema. Una vez que se aleja de la frontera, es más difícil evitar su traslado. Sólo Tucumán cuenta con más de 30 pasos de ingresos a la provincia que no figuran ni en Google Maps. Tampoco se vigilan los cielos y los vuelos narcos cada vez son más. Algunos, por una cuestión de autonomía, dejan sus cargas en esa especie de triple frontera integrada por las provincias de Salta, Tucumán y Santiago del Estero. Otros, directamente en Chaco o Santa Fe. El único sistema de control que está operativo es obsoleto. Cuando se detecta una avioneta, en una oficina de Buenos Aires suena una alarma y sólo dos horas después avisan a las autoridades de la situación. Cuando los uniformados llegan a la zona no encuentran nada. Siempre llegan tarde.

3- Sin tecnología

En la primera semana de noviembre hubo importantes decomisos de drogas en el NOA. En total, según lo reportado por Gendarmería, secuestraron 134 kilos de marihuana y 34 kilos de cocaína. Estos decomisos fueron posibles gracias a tres heroínas: Saira, Jenny y Angie. No son agentes encubiertos ni pesquisas que estuvieron semanas investigando un envío, sino los canes antinarcóticos de la fuerza nacional.

Los perros y la experiencia de los uniformados para detectar alguna actitud sospechosa son las herramientas que utilizan las fuerzas en los controles que realizan en la ruta. Cuentan con escáneres móviles, pero es humanamente imposible revisar cada uno de los vehículos o camiones que, por ejemplo, cruzan el peaje de Trancas.

4- Informalidad

La informalidad en la economía terminó transformándose en aliada de los narcos. El mercado paralelo de divisas extranjeras (especialmente dólares) recibe sin preguntar cuál es el origen de los “verdes”.

Las “cuevas” también facilitan la compra de drogas. Por ejemplo, un traficante deposita en Buenos Aires billetes de la moneda norteamericana y la retira sin problemas en Salta. Pagando el 2% de interés compran el silencio de los operadores ilegales.

5- Abandono

En 2015, el ex presidente Mauricio Macri hizo un desesperado pedido a los gobernadores. Los invitó a sumarse a la lucha contra el narcotráfico: su idea era que las provincias se hicieran cargo del narcomenudeo para que la Nación fijara sus esfuerzos en la persecución de los grupos que traficaban grandes cantidades de sustancias.

Fueron ocho las provincias, entre ellas Tucumán, que aceptaron la propuesta de hacer frente al microtráfico. Han pasado casi nueve años de esa iniciativa y los impulsores de la norma nunca recibieron los fondos prometidos y la Justicia Federal tampoco puede avanzar contra las grandes bandas.

6- Sin estructuras

La justicia nacional del NOA padece casi los mismos problemas. No tiene los recursos humanos ni tecnológicos suficientes para afrontar investigaciones. Sólo en Salta y Jujuy se aplica el nuevo código procesal de la Nación que agiliza las pesquisas y el cierre de los expedientes. “La Linda” es la única que cuenta con una delegación de la Procunar (oficina especializa en la lucha contra este delito) y en ninguna hay una oficina de la Procelac, unidad especializada en descubrir los engranajes económicos que tienen las bandas para comprar sustancias y los mecanismos que utilizan para ingresar al sistema financiero el dinero que obtienen de manera ilícita.

7- Corrupción

El narcotráfico mueve millones y millones de dólares. Los delincuentes no escatiman en usar esos fondos para comprar voluntades. En la última década fueron procesados y condenados personal raso, oficiales y jefes de las fuerzas de seguridad, empleados del Estado, empresarios, concejales, fiscales, jueces, legisladores e intendentes por estar vinculados a bandas. También se conoció que varios traficantes aportaron fondos en campañas electorales. Los casos afectaron a varios partidos y no sólo uno en particular. En las últimas elecciones surgió una nueva tendencia. Como ocurrió en Colombia y en México, los narcos pretenden ocupar cargos para que el poder les garantice impunidad.

8- Sin respuestas

El domingo, en el último debate, los candidatos Sergio Massa (Todos por la Patria) y Javier Milei (La Libertad Avanza) se sacaron chispas, pero de narcotráfico no dijeron nada nuevo. El libertario disparó algunas ideas, pero no presentó ninguna propuesta. El oficialista insistió con la creación de una superagencia que tendrá su sede central en Rosario, que está ubicado a más de 1.000 kilómetros de la zona roja del tráfico de drogas. La elección de esa ciudad no es casual. Algunos sostienen que es un símbolo del crecimiento narco en el país. Otros, el ejemplo de los fracasos del Estado para acabar con este delito. Así será muy difícil evitar que los narcos sigan ganando la batalla.

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