¿Se acabó “La” innovación en los celulares?

En el ámbito de la tecnología móvil, su aplicabilidad parece estar disminuyendo.

EVOLUCIÓN TÉCNICA. Se comenzó con los primeros modelos de Motorola y se llegÓ al iPhone clásico. EVOLUCIÓN TÉCNICA. Se comenzó con los primeros modelos de Motorola y se llegÓ al iPhone clásico.

¿Qué tienen en común la inteligencia artificial, el titanio, las cámaras de alta definición y las actualizaciones constantes? Todos son elementos que caracterizan a los celulares, los dispositivos que se han convertido en el emblema de la tecnología de vanguardia. Pero detrás de esta fachada de progreso, se esconde una realidad inquietante: ¿estamos ante una innovación real o una ilusión creada por las grandes marcas?

Desde ese ladrillo tosco pero inolvidable, el Motorola DynaTAC 8000X, para hacer llamadas hasta “minicentrales eléctricas inteligentes de bolsillo” que nos conectan con el mundo, su evolución ha sido notable. Sin embargo, debajo de la brillante superficie del progreso, acecha una pregunta inquietante: ¿el ritmo de innovación en el ámbito de los teléfonos inteligentes realmente se ha estancado?

Demos un rápido paseo por el camino de la memoria. Los primeros iPhones, revolucionarios en su época con un fascinante Steve Jobs, marcaron el comienzo de una era de convivencia con pantalla táctil. La serie Galaxy de Samsung desafió el dominio de Apple con pantallas más grandes integrando la “libertad” del sistema operativo Android de Google. Cada año traían procesadores más rápidos, cámaras más nítidas y más funciones, empujando los límites de lo que podía hacer un teléfono.

Pero en algún punto del camino, los engranajes parecen haberse oxidados. El iPhone 14 (2022) y el 15 (2023) ofrecieron ajustes menores. Incluso retrocesos como lanzar un puerto USB-C con 10 años de antigüedad con un cable de velocidad de transferencia de datos “capado”. Mientras que la Serie S23 de Samsung y la anticipada S24 (que se lanzará el próximo 17 de enero) se sienten más como refinamientos que revelaciones. Este patrón plantea una posibilidad preocupante: ¿las marcas importantes como Apple y Samsung están limitando intencionalmente la innovación para priorizar los márgenes de ganancia?

Gordon Moore, cofundador de Intel, propuso la famosa “Ley de Moore”. Afirmando que la cantidad de transistores en un microchip se duplica aproximadamente cada dos años. Esta, alimentó el crecimiento exponencial de la potencia informática durante décadas. Sin embargo, en el ámbito de la tecnología móvil, su aplicabilidad parece estar disminuyendo. Las capacidades de almacenamiento han crecido, sí (pero, tramposamente, no exponencialmente). ¿Podrían las marcas estar limitando artificialmente el alcance de dicha ley en nuestros smartphones, exprimiendo cada gota de ganancia antes de dar el salto a algo realmente innovador?

¿Estamos hipnotizados?

Nuestro comportamiento como consumidores juega un papel crucial en esta ecuación. La lealtad a “mi” marca, un arma de doble filo, puede cegarnos al panorama general. Nos obsesionamos con las diferencias minúsculas entre iPhone, Google Pixel o Samsung. El conteo de píxeles y los megapíxeles, mientras que el verdadero espíritu de la innovación languidece en las sombras. ¿Estamos tan adiestrados por el marketing de las marcas que nos hemos olvidado de cuestionar su propio ritmo de progreso?

La verdadera prueba de la innovación no radica solo en la novedad, sino en el impacto significativo en nuestras vidas. Necesitamos tecnologías que no sólo entretengan sino que empoderen, que cierren brechas y resuelvan problemas del mundo real.

Para lograr esto, es necesario un cambio de perspectiva. Las marcas deben adoptar una mayor transparencia y responsabilidad en sus procesos de desarrollo. Los consumidores necesitamos romper con las ataduras de la “lealtad” a “mi” marca y convertirnos en participantes activos en la conversación sobre el progreso tecnológico. Debemos exigir más de nuestros dispositivos, no solo en términos de especificaciones y características, sino en su capacidad de mejorar genuinamente nuestras vidas, en la eficiencia energética y en la responsabilidad social, medioambiental y económica.

El smartphone, una vez símbolo de innovación desenfrenada, ahora se encuentra en una encrucijada. ¿Seguirá siendo un símbolo de estatus estancado o evolucionará hacia una herramienta para el cambio positivo?

La respuesta no solo está en manos de los gigantes tecnológicos, sino también en las nuestras. Debemos reclamar la narrativa de la innovación, fomentando un futuro donde la tecnología sirva a la humanidad y sus valores, no al revés.

› Federico Lix Klett

Federico Lix Klett es un consultor estratégico experimentado con más de 20 años de trayectoria en el mundo de la comunicación, la filosofía, el marketing y la transformación ágil. Es el co-fundador de Clever Hans AI (www.cleverhansai.com), una empresa tucumana dedicada a la aplicación de la inteligencia artificial para el desarrollo de soluciones innovadoras a través de Google Cloud. Lix Klett es un apasionado de la tecnología y su impacto en la sociedad, y cree firmemente en la necesidad de promover un uso responsable y ético de la IA.

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