La importancia del estado de los caminos

Las vías provinciales, por las cuales no solo deben ingresar vehículos, insumos y maquinarias para que el campo produzca, sino que también, y sobre todo, debe salir lo producido, se encuentran en un estado deplorable. Resulta clave que más allá de la crisis se halle la forma de repararlos y de mantenerlos. Se debe realizar un trabajo mancomunado entre el Estado y el productor.

La importancia del estado de los caminos

En el discurso de apertura de la 7ª edición de la Expo Apronor, por parte del presidente de la entidad, y en charlas que se ofrecieron a los productores en diferentes stands, se dejó en claro que continúan los problemas de acceso y de salida de la producción por los caminos y rutas tucumanas.

Esta situación no es nueva y se remonta desde hace muchos años durante los cuales al Gobierno poco o nada le importaba mantener la infraestructura vial existente, y ni hablar de realizar nuevas obras que le permitan al productor trabajar y sacar del campo todo lo producido de la mejor manera posible.

En Tucumán el mantenimiento de estas vías de comunicación -caminos rurales- es tan malo que debería preocupar a toda la sociedad. Pero, principalmente, a las autoridades responsables de que los caminos estén mejor.

Sabemos que los caminos rurales resultan vitales para que cualquier sistema productivo agropecuario funcione adecuadamente.

Se trata de las vías de acceso de todo lo que el campo necesita para producir, y para que salgan todos los bienes que se producen.

Hace mucho tiempo, los caminos estaban, en general, más o menos conservados y mantenidos por las comunas. Y en cuestiones livianas los productores ayudaban.

Pero desde hace varios años el estado de los caminos es tan malo que basta una pequeña llovizna para que algunos se tornen intransitables. Y en ocasiones adquieren esta condición sin que suceda ningún fenómeno climático.

Los caminos son necesarios para que cualquier economía funcione adecuadamente. Empezando por la necesidad de que toda la logística y los insumos de producción lleguen a los campos; y, por supuesto, para que luego puedan salir de ellos la gran cantidad de toneladas de todo lo producido.

Hay que tener en cuenta la importancia de la producción agropecuaria provincial. Tenemos una producción de limón de casi 40.000 hectáreas y más de 1,2 millón de toneladas de fruta producida.

Unas 290.000 hectáreas que producen 16 millones de toneladas de caña y 1,2 millón de toneladas de azúcar.

En granos se alcanzan casi las 180.000 hectáreas en soja; unas 80.000 hectáreas en maíz, y alrededor de 20.000 hectáreas de poroto, en cultivos de verano. A esto se suman unas 80.000 hectáreas de trigo y más o menos unas 20.000 de garbanzo. Generalmente, con los rendimientos medios se puede hablar de casi 2 millones de toneladas de grano al año.

Todo esto debería dar una idea de la gran necesidad de que camiones, maquinarias y vehículos se muevan por esas rutas.

Tucumán, una provincia netamente mediterránea, tiene veranos lluviosos en mayor o menor medida, que ponen de manifiesto la fragilidad de los caminos. En especial, los rurales, por los cuales no se pueden circular mientras dura el período de lluvias. Lo peor es que muchos caminos del campo tucumano funcionan como verdaderos ríos, que sacan toda el agua caída.

Cuando el período lluvioso termina se vuelve necesario que ingresen maquinarias para reparar los caminos, para que estén en condiciones de ser transitados por producciones y personas.

Desde fines de abril y hasta fin de año hay un período muy grande de tiempo en que las lluvias desaparecen; y sería importante que durante ese lapso se los repare y se los ponga en mejores condiciones.

El área productiva provincial necesita unos 3.000 kilómetros de caminos rurales en condiciones para tener una perfecta conectividad; sumados puentes y alcantarillas, que también necesitan reparaciones.

Resulta primordial que los caminos reciban un mantenimiento adecuado. Eso hoy no ocurre, debido a los escasos fondos con que cuenta la Dirección Provincial de Vialidad, según admitió el propio titular de la repartición.

Los caminos y rutas deberían tener pavimento en condiciones o un adecuado enripiado, según el caso. Y a esto se debe sumar que tengan un ancho que permita que el agua que corre sobre ellos no los dañe de manera importante. En paralelo, se deben hacer las obras de infraestructura, y el mantenimiento en el cauce de los ríos. Estas tareas deben ser prioritarias para el Estado.

Es necesario mencionar -y el sector lo sabe- la responsabilidad del productor. Este debe manejar sus campos en forma adecuada, para minimizar el daño que produce el agua dentro de sus predios.

Debido a ello resulta necesario que pese a la actual crisis económica y a la falta de fondos para obras se trabaje en conjunto y se vea la forma de conseguir soluciones de manera mancomunada, que permitan lograr la reparación y el mantenimiento de las vías de comunicación.

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