Una noche feliz, con un libro como invalorable excusa

Liliana Massara presentó sus microrrelatos condensados en “Esto que regresa”. Mucho público la acompañó en la Casa de la Ciudad.

EL PANEL. Massara lee uno de sus textos, flanqueada por Juliano y Estévez. gentileza Zaida Kassab EL PANEL. Massara lee uno de sus textos, flanqueada por Juliano y Estévez. gentileza Zaida Kassab

“Me siento querida y mimada”, confesó Liliana Massara, micrófono en mano y ganada por la emoción. Es que el espacio quedó desbordado y hasta faltaron sillas, llamativo tratándose de la presentación de un libro en Tucumán. Pero no se trata de una crítica a la Casa Museo de la Ciudad, anfitriona del encuentro; más bien es el reflejo del interés que generó esta convocatoria. La noche lluviosa impidió, además, organizar las cosas puertas afuera, con más lugar. A cambio, primó un tono cálido e intimista.

Massara presentó “Esto que regresa”, su segundo volumen de microrrelatos, sucesor de “Cuadernos de Penélope” (2021). Con bello arte de tapa -obra de Zaida Kassab-, prólogo de María Rosa Lojo y reseña de Natalia Crespo en la contraportada, el libro da cuenta de nuevas exploraciones de la autora por un género que le calza como un guante. “Una va madurando -sostuvo- Pienso que escribir es leer, y en este tiempo estoy en una apertura de lecturas hacia la metafísica, la filosofía, la astrología… Todo eso va rondando en mis escritos”.

Son momentos de pleno protagonismo de Massara en el campo de la literatura tucumana, porque tras dejar sus cátedras en la UNT pasó a la gestión pública y hace un puñado de semanas asumió como Directora de Letras del Ente Cultural. Pero este trajín no la distrae de sus numerosas actividades como ensayista y crítica -entre ellas, en LA GACETA Literaria-. Son muchos años recorridos desde que llegó de Frías, su patria chica en Santiago del Estero, allí donde nacieron sus primeros pasos en la poesía.

Justamente a este cruce de caminos se refirió Verónica Estévez, una de las presentadoras, cuando citó a David Lagmanovich y su libro “El microrrelato: teoría e historia”. Allí Lagmanovich dedica un capítulo a las estrechas relaciones entre el poema y el microrrelato. “Hay microrrelatos que, leídos de cierta manera, escandidos de cierta forma, cobran una sonoridad que lo aproximan claramente al poema. Esa experiencia la tuve con este libro”, destacó Estévez quien, entre risas, se presentó como una “antigua ex alumna” de Massara, a quien definió como “nuestro querido clavel del aire”.

Su colega Verónica Juliano apuntó cómo la mirada de Massara se posa sobre el pasado, los recuerdos, el olvido, el lenguaje, el tiempo, lo real y sus formas. “En los textos aparece un repertorio de indagaciones novedosas para su producción, en cuanto a su búsqueda estética y metaliteraria, que se suman a otras preocupaciones recurrentes en su obra como el lugar de las mujeres, el deseo, el erotismo, el cambio y la permanencia, el álbum familiar, la memoria de los afectos, la infancia, la juventud, el pueblo. Con atisbos de humor y de ironía, como bien advierte Crespo en el texto de la contratapa, la nostalgia se atempera. No se ausenta del todo pero tampoco domina el tono de estos relatos breves”, analizó Juliano.

LIBRO. Tapa de “Esto que regresa”. LIBRO. Tapa de “Esto que regresa”.

Publicado por Puerta Roja, loable esfuerzo editorial que comparten Zaida Kassab y Daniel Ocaranza, el libro se vendió a buen precio en la Casa de la Ciudad. Fue entre brindis, charlas y selfies. Antes, el músico Mariano Barrionuevo -hijo de Massara- había regalado tres canciones, punteando su guitarra, entre ellas un pedido expreso de su mamá: “Aquellas pequeñas cosas”, de Joan Manuel Serrat. Y hasta hubo coros de la platea. Nada más apropiado.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios